B.D.-Nr. 4815
Quien tiene el don de escuchar la Palabra de Dios a través de la voz del Espíritu, adquiere un conocimiento que le permite actuar como maestro de sus semejantes; porque está instruido por Dios Mismo. Aunque no haya recibido ninguna sabiduría escolar especial y por lo tanto rara vez sea reconocido como maestro, no obstante será capaz de poder dar aclaración a sus semejantes, algo que los maestros formados a través del estudio no son capaces de hacer, especialmente cuando hay que resolver problemas más profundos que requieren la transmisión de la verdad directamente de Dios.
Además, a menudo hay cuestiones controvertidas que han de ser aclaradas y que han dado lugar a divisiones de la Iglesia y que siempre seguirán siendo fuente de disputas. Sólo un ser humano enseñado por Dios puede explicar esto, y todo buscador serio de la verdad debe aceptar la lógica de la explicación dada a través del ser humano enseñado por Dios y declarar que es la única respuesta aceptable. Y entonces se da la prueba de que la respuesta correcta sólo puede buscarse y encontrarse en Dios. Por más diligentemente un ser humano estudie, no podrá adquirir las sabidurías que recibe a través de la instrucción del Espíritu. Pero se les presta muy poca atención, se examina muy poco la verdad o se esfuerza muy poco por la verdad.
Sin embargo, un siervo enseñado por Dios debe usar su capacidad; debe tratar de transmitir a sus semejantes el conocimiento que ha recibido, debe comparar continuamente los resultados espirituales con las enseñanzas de otros; Dondequiera que el error sea evidente, debe presentarse con la verdad y atraer la atención de los humanos hacia ella, y recomendar que se pongan en contacto con Dios a través de la oración ferviente y se acerquen a Él Mismo para obtener una aclaración acerca de la cuestión controvertida.
Y siempre recibirá una respuesta, pero se le presentará de una manera que parecerá completamente natural, de modo que ahora deberá volver a dejar actuar a su propia voluntad para examinar tanto lo que se le ofrece como el conocimiento en cuestión. El siervo enseñado por Dios está en posesión de la verdad, que de otro modo no sería concebible, y podrá dar respuesta a toda pregunta, podrá obrar aclarando donde todavía hay oscuridad, porque su pensamiento está iluminado por Dios, y en un instante se dará cuenta de toda enseñanza falsa, de toda creencia errónea, y con la misma rapidez podrá corregir también aquello que, como error, ejerce una influencia venenosa sobre los seres humanos.
Pero quien está en posesión de la pura verdad por el gran amor y la omnipotencia de Dios, no duda en darla a sus semejantes, y por eso un buscador no tendrá que buscar mucho, así un portador de la verdad se cruce en su camino y le enseñe, y bienaventurados aquellos que escuchan su voz, que aceptan lo que Dios Mismo les envía a través de Sus mensajeros, a través de Sus discípulos, a quienes Él Mismo escogió para llevar el Evangelio a todo el mundo....
amén