Dejaos llevar todos a la mesa del Señor, donde Él Mismo reparte el alimento y la bebida que ha preparado para vosotros. Todos vosotros estáis invitados a ser Sus huéspedes, y el Anfitrión quiere complacer a todos, quiere ofrecer algo a todos que no podéis conseguir en ningún otro sitio.... Desea saciar a todos con Su carne y Su sangre, con Su Palabra desde la eternidad, que es esencial para el alma, que le da fuerza y luz, y que solo Él puede ofrecer al alma. Todos vosotros aún estáis son débiles en vuestra alma; necesitáis recibir constantemente un alimento que os fortalece para vuestra tarea terrenal; todos vosotros también sois ciegos todavía en espíritu, tenéis que recibir luz y tenéis que llegar a poder ver de nuevo, para entonces poder reconocer el camino correcto y recorrerlo.
Todos vosotros estáis necesitados y hay que llevaros comida y bebida.... Y el Anfitrión celestial lo reconoce, conoce la necesidad de vuestras almas, y por eso, en Su amor, os prepara un alimento nutritivo y una bebida refrescante que da vida.... Y así, llama a todos a Su mesa, para que participen de lo que Su amor les ha preparado. Él Mismo se entrega a aquellos que quieren celebrar la Cena con Él, pues les concede Su Palabra.... Y Él Mismo es la Palabra desde la eternidad. De ahí Sus Palabras: El que come Mi carne y bebe Mi sangre vivirá para siempre....” Por eso también dijo: “Mirad, Yo estoy en la puerta y llamo.... al que me abra, entraré y participaré en la Cena con él, y él Conmigo....”
Él Se ofreció a Sí Mismo a los seres humanos, porque Él Mismo es el Maná que viene del Cielo, que los seres humanos deben disfrutar, para poder disfrutar de una vida eterna. Pero Él Mismo debe ofrecéroslo, es decir, tenéis que entrar en comunión directa con Él y ahora recibir de Su mano que os dará la vida.... Porque incluso si Su Palabra, el alimento celestial, os es traída por siervos o mediadores, primero tenéis que abrirle vosotros mismos la puerta para que Él pueda entrar y compartir con vosotros la Cena del Señor. Debéis sentaros a Su mesa, debéis ser Sus invitados, pero no dejar que os den de comer en lugares a los que Él no puede acceder o en los que estáis demasiado lejos del Anfitrión, Que os ha invitado a sentaros a su mesa.
Las invitaciones a la Cena del Señor resuenan por todas partes y nadie queda excluido, todos pueden acercarse a Su mesa, porque no se hace ninguna distinción, a todos los necesitados se les da de comer y de beber, y todos los que recorren el camino de la vida terrenal son necesitados. Y verdaderamente nadie tendrá que pasar hambre ni penurias si acepta la invitación que se la hace en cualquier momento.... Porque el anfitrión envía constantemente a Sus mensajeros por el mundo, y éstos hablan a todos los que vagan por el camino. Les enseñan el camino a la casa hospitalaria.... el camino para entrar en el corazón, que solo necesita abrir su puerta para recibir a Aquel Que desea distribuir alimento delicioso y bebida refrescante.
Y todos pueden recibirlo sin límite, porque el mero deseo de ser Su invitado ya es suficiente para que el Anfitrión le brinda una atención especial y le dé lo que necesita para su alma. Y una vez que el alma se ha dejado alimentar en la mesa del Señor, ya no se contentará con otro alimento, siempre volverá a Él, recibiendo constantemente de Su mano el Pan del Cielo, recibiendo la Palabra de Dios de Él Mismo, Quien es la Palabra desde la eternidad y Que se entrega a cada uno que Lo desea a Él y a Su Palabra.
amén
TraductorLasset euch alle zum Tisch des Herrn führen, wo Er Selbst Speise und Trank austeilet, die Er für euch bereitet hat. Ihr seid alle eingeladen, Seine Gäste zu sein, und alle will der Gastgeber beglücken, allen will Er etwas darreichen, was ihr anderswo nicht bekommen könnet.... Alle will Er mit Seinem Fleisch und Seinem Blut sättigen, mit Seinem Wort von Ewigkeit, das für die Seele lebensnotwendig ist, das ihr Kraft gibt und Licht und das nur von Ihm Selbst ihr geboten werden kann. Ihr alle seid noch schwach eurer Seele nach, ihr alle müsset ständig eine Nahrung empfangen, die euch kräftigt für eure Erdenaufgabe; ihr alle seid auch noch blind im Geist, ihr müsset Licht empfangen, ihr müsset sehend werden, um dann den rechten Weg zu erkennen und ihn nun auch zu gehen.... Ihr alle seid bedürftig, und es muß euch Speise und Trank zugeführt werden.... Und der himmlische Gastgeber erkennt es, Er weiß um die Not eurer Seelen, und Seine Liebe bereitet euch daher eine kräftige Speise und einen erquickenden, belebenden Trank.... Und Er rufet also alle an Seinen Tisch, daß sie sich daran laben sollen, was Seine Liebe für sie bereithält. Er gibt Sich Selbst denen, die mit Ihm das Abendmahl halten wollen, denn Er schenkt ihnen Sein Wort.... Und Er ist Selbst das Wort von Ewigkeit. Daher Seine Worte: "Wer Mein Fleisch isset und Mein Blut trinket, der wird leben in Ewigkeit...." Daher sagte Er auch: "Siehe, Ich stehe vor der Tür und klopfe an.... wer Mir auftut, zu dem will eingehen und das Abendmahl mit ihm halten und er mit Mir...." Er brachte den Menschen Sich Selbst, denn Er Selbst ist das Manna, Das vom Himmel kommt, Das die Menschen genießen sollen, um sich eines ewigen Lebens erfreuen zu dürfen. Er Selbst aber muß es euch darbieten, d.h., ihr müsset in direkten Verkehr treten mit Ihm und aus Seiner Hand nun entgegennehmen, was euch Leben schenken soll.... Denn selbst, wenn euch Sein Wort, die Himmelsspeise, durch Diener oder Mittler gebracht wird, müsset ihr zuvor Ihm Selbst die Tür geöffnet haben, damit Er nun auch eintreten kann, um mit euch das Abendmahl zu nehmen. An Seinen Tisch sollet ihr treten, Seine Gäste sollet ihr sein, nicht aber euch eine Nahrung reichen lassen an Orten, wo Er Selbst keinen Zutritt hat oder wo ihr zu weit entfernt seid von dem Gastgeber, Der euch eingeladen hat, an Seinen Tisch zu kommen. Die Einladungen zum Abendmahl ertönen überall, und keiner ist ausgeschlossen, ein jeder darf sich an Seinen Tisch getrauen, denn es wird kein Unterschied gemacht, es werden alle gespeist und getränkt, die bedürftig sind, und es sind alle bedürftig, die den Gang durch das Erdenleben gehen. Und so wird wahrlich keiner zu hungern und zu darben brauchen, der der Einladung folgt, die jederzeit an ihn ergeht.... Denn der Gastgeber sendet ständig Seine Boten hinaus in die Welt, und diese reden alle an, die des Weges daherwandeln. Sie zeigen ihnen den Weg zum gastlichen Hause.... den Weg zur Einkehr in das Herz, das nur seine Tür zu öffnen braucht, um den Einen einzulassen, Der köstliche Speise und erquickenden Trank austeilen will. Und alle dürfen sie unbegrenzt empfangen, denn schon der Wille, Sein Gast sein zu dürfen, genügt, daß Sich der Gastgeber seiner besonders annimmt und ihm gibt, was er benötigt für seine Seele. Und hat sich die Seele erst einmal speisen lassen am Tische des Herrn, dann läßt sie sich nicht mehr genügen an anderer Nahrung, dann wird sie immer wieder zurückkehren zu Ihm, dann wird sie ständig aus Seiner Hand entgegennehmen das Brot des Himmels, sie wird das Wort Gottes empfangen von Ihm Selbst, Der das Wort ist von Ewigkeit und Der Sich jedem schenkt, der Ihn und Sein Wort begehret....
Amen
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