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Otras traducciones:

Anuncio del juicio final.... Estado paradisíaco....

El tiempo lleno de gracia de la vida terrenal está llegando a su fin y la lucha entre los dos poderes uno contra el otro se vuelve cada vez más fuerte, ya que cada uno todavía está tratando de conquistar muchas almas para sí. Y este tiempo también puede reconocerse por las señales externas, para que los humanos presten atención y sepan que está cerca el tiempo que fue anunciado de palabra y por escrito. Y quien preste atención a las señales no se sorprenderá, sino que se preparará para el juicio final, para el fin y la decisión. Porque dios anuncia el tiempo de antemano, y esto es una gracia renovada para la humanidad. Su amor y Su misericordia son para Sus criaturas hasta la última hora, y Él acepta a cada pecador que aún encuentra su camino y Le pide misericordia; Él constantemente está dispuesto a distribuir gracias que los humanos sólo necesitan aprovechar para evitar la destrucción final.

Pero sólo unos pocos humanos Le pedirán misericordia porque Dios ya no es reconocido y la humanidad carece por completo de fe en Él. Y por eso el juicio final es inevitable.... debe venir y destruir todo lo que aún vive en la Tierra para hacer posible un nuevo diseño de la Tierra, para que la obra de Redención de lo espiritual aún inmaduro pueda comenzar de nuevo conforme a la voluntad divina. Porque la esencia que aún no ha llegado a la etapa final como ser humano se ve obstaculizada en su desarrollo superior, por lo que se deben ofrecer nuevas oportunidades en las que esta esencia pueda seguir madurando.

La era que ahora comienza vuelve a ser como el paraíso, porque los humanos viven en paz y, a través del amor mutuo, crean en la Tierra una existencia armoniosa y libre de sufrimiento, en la que obviamente descansa la bendición de Dios, porque los humanos cumplen Su voluntad y sus corazones se dirigen hacia Él. El tiempo de la lucha ha terminado y ha comenzado un tiempo de servicio, a diferencia del tiempo anterior, que sólo trajo lucha porque la humanidad ya no quería decidirse a servir. Y la nueva raza humana brillará de amor por Dios, y esto hará que Dios habite entre ellos, porque Él está allí donde está el amor....

La esencia degenerada que una vez más ha abusado de su voluntad será desterrada nuevamente, su libre albedrío será arrebatado nuevamente y lo humanos ya no podrán ser oprimidos por el adversario, que utilizó estos seres débiles que están subordinados a él para tener un efecto desfavorable en los humanos. Ahora se le ha quitado este poder y ahora los humanos pueden desarrollarse más fácilmente y alcanzar un grado de madurez en la Tierra que antes no era posible. La lucha del mundo lleno de luz ahora ha llegado a su fin por un corto tiempo, porque estos seres de luz ya no encuentran resistencia, sino que los humanos se entregan voluntariamente a su influencia y ahora viven según la voluntad divina.... en el amor y en conexión espiritual....

amén

Traductor
Traducido por: Hans-Dieter Heise

Ankündigung des Endgerichtes.... Paradiesischer Zustand....

Die gnadenvolle Zeit des Erdenlebens geht ihrem Ende entgegen, und es wird daher das Ringen der beiden Mächte gegeneinander immer stärker, sucht doch eine jede noch recht viele Seelen für sich zu gewinnen. Und diese Zeit ist zu erkennen auch an äußeren Zeichen, auf daß die Menschen aufmerken und wissen, daß die Zeit nahe ist, die verkündet wurde in Wort und Schrift. Und wer der Zeichen achtet, der wird auch nicht überrascht sein, sondern sich vorbereiten auf das letzte Gericht, auf das Ende und die Entscheidung. Denn Gott kündet die Zeit zuvor an, und dies ist eine erneute Gnade für die Menschheit. Seine Liebe und Sein Erbarmen gilt Seinen Geschöpfen bis zur letzten Stunde, und Er nimmt einen jeden Sünder an, der noch zu Ihm findet und Ihn um Erbarmen bittet; Er ist unentwegt bereit, Gnaden auszuteilen, derer sich nur die Menschen zu bedienen brauchen, um dem endgültigen Untergang zu entgehen. Doch es werden Ihn nur wenige Menschen um Erbarmen anrufen, weil Gott nicht mehr erkannt wird und der Glaube an Ihn der Menschheit völlig mangelt. Und daher ist das Endgericht unabwendbar.... es muß kommen und alles vernichten, was noch auf der Erde lebt, um eine Neugestaltung der Erde möglich zu machen, auf daß das Erlösungswerk des noch unreifen Geistigen wieder begonnen werden kann, dem göttlichen Willen entsprechend. Denn es ist das Wesenhafte, das noch nicht das letzte Stadium als Mensch erreicht hatte, in seiner Höherentwicklung gehindert, und also müssen ihm neue Möglichkeiten geboten werden, in denen dieses Wesenhafte weiterreifen kann. Die Zeitepoche, die nun beginnt, ist wieder dem Paradiese gleich, denn die Menschen leben in Frieden und schaffen sich durch ihre Liebe zueinander ein harmonisches und leidfreies Erdendasein, auf dem sichtlich der Segen Gottes ruht, weil die Menschen Seinen Willen erfüllen und ihre Herzen Ihm entgegenschlagen. Die Zeit des Kampfes ist vorüber, und eine Zeit des Dienens ist angebrochen, im Gegensatz zu der Zeit zuvor, die nur Kampf brachte, weil die Menschheit sich zum Dienen nicht mehr entschließen wollte. Und es wird das neue Menschengeschlecht in Liebe zu Gott erglühen, und das veranlaßt Gott, mitten unter ihnen zu weilen, denn Er ist dort, wo die Liebe ist.... Das entartete Wesenhafte, das seinen Willen erneut mißbraucht hat, wird auch erneut gebannt, ihm wird der freie Wille wieder genommen, und die Menschen können nicht mehr bedrängt werden vom Widersacher, der sich dieser schwachen, ihm hörigen Wesen bediente, um auf die gläubigen Menschen ungünstig einzuwirken. Diese Macht ist ihm nun genommen, und es können die Menschen nun sich leichter zur Höhe entwickeln und einen Reifegrad erlangen auf Erden, den zu erreichen zuvor nicht möglich war. Der Kampf der lichtvollen Welt hat für kurze Zeit nun ein Ende gefunden, denn es stoßen diese Lichtwesen nun nicht mehr auf Widerstand, sondern die Menschen geben sich freiwillig ihrem Einfluß hin und leben nun so, wie es göttlicher Wille ist.... in der Liebe und in geistiger Verbundenheit....

Amen

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This is an original publication by Bertha Dudde