8699 Última decisión en el combate de fe

14 de diciembre de 1963: Libro 91

Vosotros, los que pertenecéis a la Iglesia fundada por Mí Mismo, los que estáis es la fe viva y os esforzáis en llevar una vida de amor, vostros vais a poder aprobar también el último combate de fe, vosotros perservaréis hasta el fin, pues sacáis la fuerza de vuestra conducta, la que no obstante les falta a aquellos que sólo son cristianos según la forma y aunque pertenezcan a una iglesía también, sin embargo, no acusan el distintivo de Mi Iglesia: el obrar del Espíritu en los hombres. Pues Mis adictos verdaderos están orientados mentalmente muy diferente a los adictos de aquella iglesia, los que, si bien, han recibido un saber por su educación o por enseñanzas, que sólo oyeron con los oídos, pero el corazón permaneció sin ser afectado de ellas, y por eso ellos no dan su parecer tampoco a los bienes espirituales que se les han ofrecido.

Los adictos de Mi Iglesia son hombres que viven en el amor y de ese modo han obtenido una fe viva, los que se ocupan interiormente en ideas espirituales y de ahí precisamente, que por el amor en ellos, les sean aclarados, de tal modo que se mueven en la Verdad y por eso también serán sus almas fuertes y robustas, cuando sea llevado a cabo el combate de fe. En este último combate de fe se subrayará quien es vivo en la fe y traerá consigo la separación, pues los cristianos de formas y ceremonias abandonarán sin escrúpulos a su fe, porque en realidad no han poseido ninguna, sólo eran miembros hacia afuera de una organización, la que en sí se desintegra, cuando se trate de la última decisión.

Esto se os tiene que colocar siempre delante, para que toméis una posición sobre este problema, es decir, sobre la ideología que recibís en forma tradicional, debéis reflexionar seriamente, sólo una vez, si verdaderamente podéis creer y lo qué o si sólo sois simpatizantes sin juicio propio. Es importante que reflexionéis en ello, porque en el combate de religiones que viene pronto se probará, y en seguida y rapidamente caeréis y toda fe en un Dios y Creador la abandonaréis, y esto será vuestra perversión. Mas si primero reflexionáis sobre ello, entonces, sí que podéis aún ir en busca de la Verdad. Solamente que no vayáis tan indiferentes por la vida, y tratad de estimularos vosotros mismos a hacer obras de amor, porque tanto más pronto llegáis al conocimiento, por eso camináis sobre la tierra, cuanto más encendáis el amor en vosotros.

Siempre tendréis oportunidad de efectuar obras de amor y seguíd siempre a vuestros impulsos interiores, oíd en vosotros a la voz de la conciencia, entonces os aproximáis cada vez más a la Iglesia que Yo Mismo fundé, aunque pertenezcáis a una organización fundada por hombres, la que es primero cuando es de valor para vosotros, si seguís la doctrina que cada iglesia o orientación religiosa representa: que cumplaís como primero los preceptos de amor. Entonces podéis siempre sentiros pertenecientes a Mi Iglesia, porque pronto luego llegará a ser vuestra fe una fe viva, y vuestro pensamiento se esclarecerá, poque el espíritu en vosotros se despierta a la vida por medio del amor entonces. Cada vez de nuevo os llamo a que seáis mienbros de Mi Iglesia, llegando a una fe viva por el amor, como la tenía Pedro. Una fe tal es como una roca, nada podrá conmoverla aunque el asalto contra ella sea aún tan violento. Es Mi Fuerza que mantiene fuerte al hombre que deja que la fe sea viva en sí. Y en el combate de fe sólo podrán aprobarlo, aquellos que perseveren hasta el fin, soportando la vejaciones y aprietos, porque la fuera de la fe los reforzará y resistirán a todas las agresiones.

Y vosotros hombres preguntaos una vez, hasta que punto os mantendríais firmes, si se exigiera de vostros en serio la decisión por o contra Mí, si tuviérais que abandonar la fe en Mí, en Jesús y si os amenazaran con duros castigos. Entonces sólo os puede dar seguridad una fe firme, viva, en que Yo soy más poderoso y fuerte que todos los gobernadores de la tierra, más que todo aquel que pertenece a Mi enemigo. Entonces no temeréis a nadie en este mundo y llenos de confianza os entregáus a Mí, y Yo os protegeré. Yo Mismo vendré en las nubes y os buscaré de allí, cuando haya llegado el momento, y vosotros seréis vencedores y los frutos de vuestra fe podréis disfrutarlos en la nueva tierra. Pues por vuestra fe viva estáis tan íntimamente unidos a Mí, que en verdad Yo estaré entre vosotros, porque vuestro amor fervoroso hacia Mí lo permite. Y por vuestra fe seréis bienaventurados.

Amén

Traducido por: Pilar Coors

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