B.D.-Nr. 5770
No debéis rechazar a la ligera las Palabras que os llegan desde lo alto, y si no reconocéis su origen, si no creéis que provienen desde lo alto, aun así debéis examinar su valor antes de rechazarlas. Pues vuestro remordimiento será inmenso un día cuando os deis cuenta de lo que habéis dejado pasar, del tesoro que podríais haber desenterrado y de la dicha que podríais haber adquirido. Esto se aplica sobre todo a quienes aceptan sin dudar un conocimiento espiritual diferente cuando se les ofrece por parte de seres humanos estudiados, y que también lo hacen suyo leyendo y escuchando conferencias, que desean ser sabios y, por lo tanto, podrían examinarlo si se lo tomasen en serio.
A los examinadores se les debe negar la capacidad de emitir el juicio correcto basándose únicamente en su propio intelecto, pues eso requiere el apoyo del Espíritu divino, al que todo ser humano puede invocar. Sin embargo, la Palabra presentada desde lo alto es suficientemente estimulante para la reflexión, incluso para una persona intelectual, y también resiste a un examen intelectual. Sólo entonces el buscador tendría una dirección de pensamiento más que presentar con la que pudiera tratar intelectualmente; pero la convicción de su única verdad solo se logra invocando a Dios por Su apoyo, para que ilumine su pensamiento, para la transmisión de la pura Verdad. Y este llamado sólo viene del corazón de una persona solo cuando ésta reconoce a Dios como la única Verdad y la fuente de todo conocimiento.
Seres humanos que no desean ser instruidos en la verdad siempre lo rechazarán todo, y también les resultará difícil llegar a comprender algún día. Sin embargo, hay más seres humanos pensantes en la Tierra que quienes sin indiferentes a todo y éstos pensantes no deberían priorizar los resultados del intelecto sobre los resultados de la obra del Espíritu, porque son precisamente ellos quienes pueden juzgar si y en qué medida la sabiduría brilla en aquellas Palabras que se presentan como emanadas desde arriba. Y, por lo tanto, un día no podrán excusarse, pues sólo se necesita su voluntad para adoptar una postura firme ante esta Palabra y reconocerla lo que es: la Palabra de Dios, Quien quiere ayudar a los humanos a alcanzar la verdad y el pensamiento recto, y Quien, por lo tanto, se preocupa por los humanos porque son de espíritu oscurecido y carecen de todo conocimiento. Y todo ser humano puede alcanzar la verdad que la anhele seriamente de Dios.
amén