Das Leben sollet ihr euch erwerben, dem Zustand des Todes, in dem ihr Menschen weilet, sollet ihr entfliehen, und also muß euch ein Lebenselixier geboten werden, es müssen Kräfte in euch dadurch gelöst werden, die brachliegen, es muß ein neuer Lebensstrom euch durchfluten, und es muß alles in Bewegung geraten, was zuvor untätig und starr in euch ruhte.... Ihr müsset erwachen aus einem endlose Zeiten währenden Todesschlaf.... Es gibt ein sicheres Mittel, daß ihr zum Leben erwachet.... Es ist das lebendige Wort, es ist das Lebenswasser, das aus Gott strömet und das eine Kraft ausstrahlet, die genügt, um dem Toten Leben zu geben. Denn dieses Lebenswasser, Gottes Wort aus der Höhe, ist die direkte Anstrahlung göttlicher Liebe, die von solcher Kraftwirkung ist, daß nichts im leblosen Zustand verbleiben kann, was von ihr berührt wird.... Doch eines ist erforderlich, daß dieser Liebeanstrahlung nicht gewehrt wird. Von der Bereitwilligkeit des Wesenhaften ist es abhängig, in welcher Zeit die Erweckung zum Leben vor sich geht. Denn es ist unter "Leben" nicht das zu verstehen, was auf Erden von den Menschen als Leben angesehen wird. Menschen, Tiere und Pflanzen haben auch ein Leben.... Dieses Leben aber dienet nur dazu, zum eigentlichen Leben zu gelangen, unter dem ein ewig nicht mehr endender Zustand von Licht und Kraft zu verstehen ist und das Ziel ist alles Wesenhaften, weil es ewige Seligkeit bedeutet. Und dieses "Leben" schenkt euch allein Gottes Wort, das ihr Menschen jedoch willig anhören, in eurem Herzen bewegen und danach tätig sein müsset. Dann werdet ihr alle auch dessen Kraftwirkung an euch selbst verspüren, dann werdet ihr es verstehen, daß Gottes Wort das rechte Lebens-Elixier genannt werden kann und daß es ohne diesen Lebensspender kein ewiges Leben geben kann. Denn tot sein heißt, völlig ohne Licht und Kraft einem erstarrten Zustand zu verfallen.... Und doch ist dieser Zustand qualvoll für das Wesen, weil der Begriff "Tod" nicht mit "Nicht-Sein" verwechselt werden darf. Das Wesenhafte leidet unermeßliche Qualen, denn was einstmals ausgegangen ist aus Gott, kann nimmermehr vergehen, es konnte nur einem unermeßlich qualvollen Zustand verfallen, weil es sein Leben hingab.... weil es Licht und Kraft, also die Bedingung zur Tätigkeit, verlor und in einen Zustand der Verhärtung verfiel.... Und daraus soll es sich lösen, es soll das einstige Leben wieder anstreben, es soll die Kraft und das Licht sich wieder erwerben, und es kann dies, indem es das Liebelicht von Ewigkeit in sich einströmen lässet und nun sich selbst daran entzündet.... indem es das Wort Gottes aufnimmt und es befolget, indem es die Liebe übet.... Dadurch wird es selbst zu einer Kraftstation, denn die Liebe ist Kraft in sich.... Die Kraft beginnt tätig zu werden, und was tot war, erwacht zum Leben.... zu einem Leben, das es nimmermehr verlieren kann. Ohne Gottes Wort ist dieser Wandlungsvorgang vom Tode zum Leben nicht möglich, denn es ist unter "Gottes Wort" nicht allein die direkte Ansprache oder Vermittlung von Geistesgut zu verstehen, es kann der Mensch auch angesprochen werden gefühlsmäßig, daß sich in ihm ein Liebedrang äußert.... Es kann Gott auch zu den Menschen sprechen in Form von Empfindungen.... Immer aber ist die göttliche Liebeeinstrahlung nötig, daß sich das Tote wandelt zum Leben.... Gottes Wort ist unerläßlich und vermittelt dem Wesen die Kenntnis von Seinem Willen. Denn der Wille Gottes muß befolgt werden, will das tote Wesen zum Leben gelangen. Der Wille Gottes ist Liebe zu Ihm und zum Nächsten. Die Liebe aber ist Licht und Kraft, die Liebe ist Leben, und wo sie wirket, muß der Zustand des Todes sich wandeln, es muß das Wesen zur Tätigkeit angeregt werden, und Tätigkeit beweiset Leben.... Und Gott wird nicht eher ruhen, bis alles Tote zurückgekehrt ist zum Leben, denn es war ursprünglich geschaffen in Licht und Kraft, es war etwas Lebendes aus Gott Selbst herausgestellt worden.... Und dieses Leben, das es einstmals besaß und freiwillig hingab, muß unwiderruflich zurückgewonnen werden, ansonsten das Wesen ewig in Unseligkeit und Qual verharren müßte....
Amen
ÜbersetzerDebéis adquirir la vida; debéis huir del estado de la muerte, en el que vosotros hombres permenecéis. Y de ese modo se os tiene que ofrecer un elixier de vida, fuerzas en vosotros quedan yerme, tienen que ser sueltas, una nueva corriente de vida tiene que inundaros, todo tiene que venir en movimiento lo que anteriormente estaba inactivo y rígido y yacía en vosotros. Tenéis que despertaros de un sueño de muerte desde tiempos infinitos.
Hay un remedio seguro para que despertéis a la vida. Es la Palabra viva, es el Agua de la Vida que corre de Dios y la que irradia una fuerza que basta para dar a los muertos la vida. Pues este Agua de Vida, la Palabra de Dios desde la Altura, es la irradiación directa del Amor divino, que es de tal potente eficacia que nada puede permenecer en estado inerte lo que por ella es tocado.
Pero una cosa es menester: que nada se oponga a esta irradiación de amor. Depende de la buena voluntad del carácter del ser cuando empieza el despertar a la vida. Pues bajo “vida” no se ha de entender lo que en la tierra se considera vida por los hombres. La verdadera vida ha de entenderse como un estado eterno que no termina nunca, de luz y fuerza, y que es la meta de todo ente esencial, porque significa eterna Bienaventuranza.
Y esa vida os de la “Palabra de Dios” únicamente, la que tenéis, sin embargo, que agitar en vuestro corazón, y sea después la fuerza motriz de vuestro actuar. Entonces comprenderéis que la Palabra de Dios puede ser llamada el verdadero panacea de vida y que sin ese donador de vida no puede existir ninguna vida eterna. Pues estar muerto significa caer en un estado de solidificación sin luz y fuerza.
Y, sin embargo, es ese estado atormentador para el ser, porque el concepto “muerte” no debe ser confundido con “inexistente”. El ser sufre torturas inconmensurables, pues lo que una vez se originó de Dios no puede perecer nunca jamás. Sólo puede decaer en un estado inconmensurablemente atormentador, porque entregó su “vida” el ser, porque perdió luz y fuerza, es decir las previas condiciones a la actividad, cayendo en un estado de endurecimiento.
Y de ese tiene que desatarse, tiene que adquirirse de nuevo el Reino de entonces, tiene que ambicionar la Vida, y él lo puede dejandose inundar en sí por la Luz del Amor eterno, y él mismo se encienda con ella, acogiendo la Palabra de Dios y observarla, cumpliendo el precepto del amor, praticando el amor. Por medio de eso él mismo se transforma en una estación de fuerza, pues el amor es fuerza en sí. La fuerza comienza a ser activa y lo que estaba muerto despierta a la vida, a una vida que ya no puede perder más.
Sin la Palabra de Dios no es posible ese proceso transformable de la muerte a la vida, pues bajo la “Palabra de Dios” no es sólo la alocución directa o mediación de bienes espirituales, lo que se ha de entender, sino siempre es necesaria la irradiación del Amor divino, para que se transforme lo muerto en vida. La Palabra de Dios es imprescindible y proporciona al ser el conocimiento de Su Voluntad. Pues la Voluntad de Dios tiene que ser observada si el ser muerto quiere llegar a la Vida. Y la Voluntad de Dios es Amor a Él y al prójimo. Mas el amor es luz y fuerza, el amor es vida, y donde él actua, tiene que transformarse el estado de muerte, tiene que ser impulsado el ser a la actividad, y actividad demuestra vida.
Y Dios no descansará antes, hasta que todo lo muerto haya vuelto a la vida, pues en un principio fueron creados en luz y fuerza. Esta vida que en un principio poseian los seres y libremente la dieron, tienen que volverla a ganar irrevocablemente, de lo contrario, tiene que permanecer el ser eternamente en la desgracia y el tormento.
Amén
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