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Das Wort.... Geistig und irdisch....

Das Wort, das nicht lebendig ist, wird seine Wirkung verfehlen. Es kann wohl ausgesprochen werden, doch ihm fehlt der Geist, und also erwecket es nicht zur Tätigkeit. Und darum muß das Wort stets vom Geist belebt sein, soll es seine Wirkung ausüben auf den Hörer des Wortes. Es muß von der Kraft durchdrungen sein, die das Zeichen des Lebens ist.... Und diese Lebenskraft geht nur von Gott aus, es ist Sein Geist, der in Seinem Wort zum Ausdruck kommt und der wahrhaft lebenspendend ist. Sowie das Wort vom Menschen ausgeht, muß dieser seine ganze Überzeugung hineinlegen, um auf den Mitmenschen eine Wirkung auszuüben. Und er wird diese Überzeugung aufbringen können, so er das Wort zuvor von Gott empfangen hat. Ist aber nicht Gott Selbst die Quelle des Wortes, dann kann es wohl aufgenommen werden vom Mitmenschen, doch die Wirkung wird ausbleiben.... es ist Menschenwort, und ihm fehlt der Geist, der lebendig macht. Es wird nicht von Bestand sein, es wird vergehen wie alles, was irdisch ist, es wird keine Kraft ausstrahlen und keinen merklichen Segen bringen.... es wird ein totes Wort sein, wenngleich es verfochten wird....

Es muß dem Wort die Kraft der Überzeugung innewohnen, es muß der Mensch fühlen, daß das, was er spricht, Wahrheit ist, dann wird er so reden, daß es nicht ohne Wirkung bleibt auf den Mitmenschen. Die göttliche Liebe gibt den Menschen das Wort, um Sich Selbst kundzutun, und Sie gab den Menschen die Fähigkeit, selbst wieder durch das Wort sich verständlich zu machen. Es ist diese Gnadengabe unermeßlich, bedeutet sie doch erst das wahre Leben, weil ohne das Wort ein toter Zustand herrschen würde, ein Zustand des Nicht-Verstehens, eines stumpfen Dahinlebens ohne Wissen um den anderen, um dessen Denken und Leben. Das Wort erst belebt und macht die Menschen zu selbständig denkenden und handelnden Wesen, die miteinander Verbindung haben können, die durch das ausgesprochene Wort in Kontakt treten zueinander, die sich belehren und ihre eigenen Gedanken und Eindrücke dem anderen vermitteln können. Doch es darf nicht gedankenlos dahingesprochen werden, sondern es muß geistig belebt sein, es muß Denken und Sprechen übereinstimmen, ansonsten es keinen Widerhall erweckt, sondern am Ohr des anderen verweht. Denn dazu ward dem Menschen der Verstand; er kann denken, bevor er sich durch das Wort äußert. Er ist fähig, Sinn und Geist hineinzulegen in das, was er spricht.... und dies kraft seines Verstandes, soweit es irdische Dinge betrifft. Will aber der Mensch geistig tätig sein, d.h. Worte geistigen Inhalts vermitteln, so muß der Geistesfunke in ihm selbst zum Leben erwacht sein, soll das Wort wirken. Es muß das Wort selbst lebendig sein, es muß der Verstand sowohl als auch das Herz den Mitmenschen anregen zur Tätigkeit, der Verstand muß es durchdenken und das Herz den Willen anregen, zu befolgen, was durch das Wort dem Menschen anempfohlen wird. Dann erst ist Leben in dem Wort, es zeugt vom Geist Gottes, so es den Geist im Menschen erweckt. Denn das Wort ist das Mittel zur Übertragung von Gedanken, es ist die Verbindungsmöglichkeit von Mensch zu Mensch auf Erden und von Gott zum Menschen auf geistigem Gebiet.... Es ist das Wort das Zeichen Seiner übergroßen Liebe zu den Menschen, es ist das Mittel zur Gewinnung der Seelen für die Ewigkeit.... Auf Erden aber ist es gleichfalls segensreich, so es gebraucht wird zur Ausübung uneigennütziger Nächstenliebe, so das Wort voll Liebe geboten wird, auch wenn es irdische Dinge berührt. Doch immer muß das Wort ausdrücken, was das Herz empfindet, es darf kein totes Wort sein, gedankenlos hingesprochen und eindruckslos empfangen. Dann wird es nicht gewertet als das, was es ist, als Ausdrucksform der innersten Gedanken, als Mittel zur Übertragung dessen, was das Herz bewegt, als Mahner und Warner vor Ungerechtigkeit, als Antrieb zu geistigem Streben und als Beweis göttlicher Liebe, die im Wort sich kundgibt allen denen, die leben wollen und also den Geist in sich zum Erwachen bringen.... Denn Gott ist Geist und kann nur durch den Geist zu den Menschen sprechen und ihnen Sein Wort vermitteln....

Amen

Übersetzer
Dies ist eine Originalkundgabe von Bertha Dudde

La Palabra.... Espiritual y terrenal....

La Palabra que no está viva fracasará en su efecto. Probablemente puede ser pronunciada pero carece de espíritu y por tanto no despierta a la actividad. Y es por eso que la Palabra siempre debe ser vivificada por el Espíritu para que tenga un efecto en el oyente de la Palabra. Debe estar impregnada de fuerza que es el signo de la vida.... Y esta fuerza vital sólo emana de Dios, es Su Espíritu, que se expresa en Su Palabra y que es verdaderamente vivificante.

Tan pronto como la Palabra surge del ser humano, éste debe poner en ella toda su convicción para que surta efecto en sus semejantes. Y podrá tener esta convicción si previamente ha recibido la Palabra de Dios. Pero si Dios Mismo no es la fuente de la palabra, entonces puede ser recibida por los demás seres humanos, pero carecerá de efecto.... es sólo una palabra humana y carece del Espíritu que da vida. No durará, perecerá como todo lo terrenal, no irradiará ninguna fuerza y no traerá ninguna bendición notable.... será una palabra muerta, aunque sea defendida....

La fuerza de la convicción debe ser inherente en la palabra, el ser humano debe sentir que lo que dice es verdad, entonces hablará de tal manera que tenga un efecto en sus semejantes. El Amor divino da a los humanos la Palabra para darse a conocer, y les dio a los humanos la capacidad de hacerse comprender nuevamente a través de la Palabra. Este don de la gracia es inconmensurable, ya que significa vida verdadera, porque sin la Palabra predominaría un estado de muerte, un estado de incomprensión, de una existencia embotada de conocimiento acerca del prójimo, de su pensamiento y su vida.

Es la Palabra que vivifica y convierte a los humanos en seres independientes que piensan y actúan, que pueden tener contacto uno con otros, que entran en contacto unos con otros a través de la palabra hablada, que puedan enseñarse unos a otros y transmitir sus propios pensamientos e impresiones a los demás. Pero no debe ser expresada sin pensar, sino que debe ser vivificada espiritualmente, el pensar y el hablar deben coincidir, de lo contrario no despertará ninguna resonancia sino que simplemente desvanecerá en los oídos de los demás. Porque para esto se ha dado el entendimiento al ser humano, puede pensar antes de expresarse a través de la palabra. Es capaz de dar sentido y espíritu a lo que habla.... en lo que se trata de cosas terrenales.

Pero si el ser humano quiere ser espiritualmente activo, es decir, transmitir palabras de un contenido espiritual, entonces la chispa espiritual debe haber despertado a la vida en él para que la palabra sea efectiva. La Palabra misma tiene que estar viva, tanto la mente como el corazón deben estimular a otros humanos a actuar, la mente debe pensar detenidamente y el corazón debe estimular la voluntad de seguir lo que la Palabra recomienda a los humanos. Sólo entonces hay vida en la palabra, da testimonio del Espíritu de Dios cuando despierta el espíritu en el ser humano. Porque la palabra es el medio de transmisión de los pensamientos, es la posibilidad de conexión de humano a humano en la Tierra y de Dios al ser humano en el ámbito espiritual.... La Palabra es el signo de Su excesivo amor por los humanos, es el medio para ganar almas para la eternidad....

Pero en la Tierra también es bienaventurada si es utilizada para ejercer una caridad desinteresada, si la Palabra se ofrece llena de amor, aunque toca cosas terrenales. Pero la palabra debe expresar siempre lo que el corazón siente; no debe ser una palabra muerta, pronunciada sin pensar y recibida sin impresión. Entonces no se valora por lo que es, como forma de expresión de los pensamientos más íntimos, como medio de transmisión de lo que mueve el corazón, como amonestador y advertidor contra la injusticia, como motivación para el esfuerzo espiritual y como prueba del amor divino, que se da a conocer en la Palabra a todos aquellos que quieren vivir, es decir, que quieren despertar el espíritu en sí mismo a la vida.... Porque Dios es Espíritu y sólo puede comunicarse a los humanos a través del Espíritu y transmitirles Su Palabra....

amén

Übersetzer
Übersetzt durch: Hans-Dieter Heise