Tutti voi dovrete un giorno giustificarvi, come avete valutata la Mia Parola, che vi è stata offerta dal Mio Amore. E questa., la Mia Parola, sarà vostro Giudice. Ma comprendetelo giustamente: nessun Giudice punitivo vi giudicherà, ma voi stessi verrete trasferiti là dove appartenete secondo il vostro stato di maturità. Ed il vostro stato di maturità corrisponderà al vostro cammino terreno, corrispondente alla vostra volontà come questa ha fatto agire su di sé la Mia Parola. Perché o siete entrati in intimo contatto con Me, come effetto delle Parole d’Amore rivolte da Me a voi, oppure l’avete rifiutato e non avete vissuto conformemente ad essa, e così la vostra anima non ha potuto assumere un’altra figura, e perciò può dimorare soltanto in quelle sfere corrispondenti alla sua formazione. La “Parola Stessa” quindi vi giudicherà perché ve l’ha data il Mio Amore, e doveva aiutarvi irrevocabilmente alla maturazione, se è stata da voi accettata. Ma il rifiuto della Mia Parola è anche un rifiuto di Me Stesso, e perciò a questo ripetuto rifiuto può seguire anche solamente un soggiorno in spazi oscuri, perché l’anima stessa ha temuta la Luce ed ha data preferenza all’oscurità. La Mia Parola è Luce, e chi la rifiuta, non può eternamente giungere nella Luce. Ma dato che la volontà dell’uomo è libera, allora determina volontariamente anche da sé il suo giudizio, cioè lo stato che corrisponde alla sua resistenza, che poi però non può più essere chiamato uno libero. L’anima viene “giudicata” significa quindi, che viene trasferita là dove appartiene secondo la sua volontà. Ad ogni uomo viene una volta offerta la Mia Parola, ed ognuno la può ascoltare, dove viene predicato apertamente per Me ed il Mio Regno. E Mi avvicino nella Parola anche a coloro che si trovano al di fuori di comunità di chiesa, che perciò stanno già in una certa difesa contro di Me, e questo perché sovente non sono stati avvicinati nel modo giusto. Ad altri uomini viene fatto notare, attraverso il discorso o mediante il leggere di libri, Me e la Mia Parola, oppure vengono guidati mediante diretto colloquio interiore nei loro pensieri che possono occuparsi di Me. Io cerco in tutti i modi di trovare accesso ai cuori degli uomini, per stimolarli ad ascoltare la Mia Parola, dove e comunque viene annunciata, ma unicamente la libera volontà dell’uomo decide, se e come la Mia Parola agisce su di lui. Ma una volta verrà l’ora della responsabilità, l’ora in cui lo stato dell’anima diventa evidente, e questo stato poi la obbliga anche inevitabilmente nella sua sfera adatta. Ed allora è giudicata, perché il Mio Ordine deve sempre di nuovo essere ristabilito. Ma benedetti sono coloro che ascoltano Me e la Mia Parola, che cercano di vivere così come è la Mia Volontà, che viene loro rivelata attraverso la Mia Parola. Benedette sono anche queste, perché anche loro verranno giudicate, ma per loro il giudizio dell’ora significa l’entrata nell’insospettata beatitudine. Anche a loro verranno assegnate quelle sfere, che corrispondono alla loro formazione. Ma la Mia Parola ha aiutato loro ad ottenere un abito di Luce, in modo che ora possono muoversi in insospettata pienezza di Luce e Benedizione senza dover morire. Comprendetelo, che non un Giudice spietato regna nella Sua Funzione e spinge l’anima nell’oscurità, ma che è un destino auto determinato, a cui ogni anima va incontro, ma che questa sorte dura, tormentosa può essere evitata mediante l’accoglimento e l’adempimento della Mia Parola, e che perciò la “Parola Stessa” giudicherà ogni anima. Questo giudizio si svolgerà in totale Giustizia, perché ogni pensiero, ogni opera, il giusto ed il falso amore, tutto diventa evidente e determina così la sorte di ogni singola anima. Se la Mia Parola viene accolta da un uomo, allora già sulla Terra si svolge una trasformazione dell’anima, allora non deve temere il Giudizio, perché le porterà soltanto Luce e Beatitudine, mentre invece il rifiuto della Mia Parola intensifica soltanto ancora di più l’oscurità intorno ad un anima, in modo che entra nel Regno spirituale in una totale deformazione, quindi la sua sorte non può essere diversa che assenza di luce e tormento.
Amen
TraduttoreUna vez tenéis que justificaros de como habéis estimado Mi Palabra que se os fue ofrecida por Mi Amor. Y esta Mi Palabra será vuestro juez. Mas compendédlo bien: Ningún Juez reprensivo os enjuiciará, sino que vostros mismos os trasladaréis sólo allí, donde según vuestro estado de madurez, es vuestro sitio.
Y vuestro estado de madurez es correspondiente a vuestra conducta terrenal; correspondiente a vuestra voluntad, de como ha influenciado en ella esta Mi Palabra. Pues una de dos: O, habéis entrado en fervoroso contacto Conmigo, como resultado de Mis Palabras amorosas dirigidas a vosostros, o las habéis rechazado y no vivís según ellas, y de ese modo no pudo vuestra alma tomar tampoco otra forma o figura, y ella sólo puede morar en la esfera que corresponde a su formación.
La “Misma Palabra” os sentenciará por lo tanto, pues os la dió Mi Amor, y ella tenía, irrevocablemente, que ayudaros, si hubiese sido admitida por vosotros. Sin embargo, el rechazo de Mi Palabra es también el denegarme a Mí Mismo, y por eso, a ese repetido rechazo sólo puede seguir como resultatado la estancia en ámbitos oscuros, porque el alma misma se espanta de la luz y lo dió preferencia a la oscuridad.
Mi Palabra es Luz, y quien la renuncia no puede llegar eternamente a la Luz. Pero como la voluntad es libre, de modo que voluntariamente decide él mismo también su juicio, es decir el estado que corresponde a su defensa o rechazo (pero el que no puede ser llamado ya ningún estado libre). De que el alma será “juzgada”, significa por lo tanto, que será trasladada allí, donde es su sitio según su voluntad.
A cada hombre se le ofrece una vez Mi Palabra, y cualquiera puede oírla donde públicamente se predica para Mí y Mi Reino. Y Yo también me acerco con la Palabra a aquellos que se encuentran fuera de las parroquias eclesiásticas, los que por eso ya están en cierta resistencia contra Mí, y eso, porque ellos no fueron hablados, frecuentemente, de la forma debida. A otros hombres se les llama su antención sobre Mí, por conversaciones o por la lectura de libros (y Mi Palabra) o por la alocución interior directa están dirigidos sus pensamientos, de tal modo que puedan ocuparse en Mí.
De todos modos intento Yo pues, encontrar acceso en el corazón de los hombres, para sugerirles a que escuchen Mi Palabra, allí donde sea anunciada, pero únicamente lo decide, si Mi Palabra actúa en él, la voluntad libre de los hombres.
Mas una vez llegará la hora de la responsabilidad, la hora donde se manifetará el estado del alma, y sin falta ese estado la remitirá luego también en su esfera adecuada. Y entonces ella está juzgada, porque Mi Orden tiene que ser establecido cada vez de nuevo. Pero benditos son todos los que me oyen a Mí y hacen caso a Mi Palabra, los que se esfuerzan en vivir así como es Mi Voluntad, la cual se les manifiesta a través de Mi Palabra. Benditos son esos, pues ellos también serán juzgados, pero para ellos será la hora de juicio, la hora del ingreso en una inesperada felicidad, eso es lo que significa para ellos el juicio. También ellos serán remitidos a las esferas correspondientes a su formación. Sí, Mi Palabra les ha proporcionado a que tengan un vestido de luz, de tal modo que ahora se mueven en una plétora de luz, sin tener por eso que perecen, ¡y Luz es Bienaventuranza!
Comprended que no desempeña su oficio un Juez despiadado empujando las almas en las tinieblas, sino que es un destino elegido automáticamente al que cada alma va al encuentro. Mas esa suerte dura, llena de tormentos puede ser evitada por la admisión y cumplimiento de Mi Palabra, y es por eso, pues, que la “Misma Palabra” juzgará cada alma. En la más plena justicia tendrá lugar ese juicio, pues cada pensamiento, cada obra, el amor verdadero y el falso, todo se manifestará, por consiguente, el destino de cada alma individual.
Cuando Mi Palbra está acogida por un hombre, entonces ya comienza a suceder en la tierra una transformación del alma, no necesita temer entonces el juicio, porque a ella le traerá sólo luz y felicidad, mientras que el rechazo de Mi Palabra tan sólo profundiza la oscuridad en la que está el alma, de tal modo que entra en el reino espiritual con una completa deformación, por lo que su destino no puede ser otra cosa más que falta de luz y tormento.
Amén
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