El colapso espiritual es inevitable cuando ya no se reconoce a Cristo y los humanos ya no establecen la relación correcta con Dios, porque entonces quedan impotentes y en una gran necesidad espiritual porque se dirigen hacia su caída. La decadencia espiritual también resulta en el colapso terrenal, porque todo se disuelve tan pronto como se quita la base espiritual. Sin Dios nada puede existir, pero cuando lo espiritual queda completamente relegado a un segundo plano, tampoco se reconoce a Dios, y lo peor que pueden hacer los humanos es negar a Dios, porque al hacerlo también aceleran su propia caída e inicialmente debilitan o pierden su fuerza cognitiva, no reconocen la necesidad en la que se encuentran.
Sólo se preocupan por satisfacer sus necesidades terrenal y, por el bien del mundo terrenal, renuncian a todo lo que podría conducirles a las alturas espirituales. Y el resultad es un colapso espiritual y terrenal y un terrible final físico y terrenal. La fe en Jesucristo podría impedirlo, pero sin él la humanidad ya no encuentra la fuerza para cambiar y se hunde cada vez más, acercando inevitablemente el fin porque sin Dios nada puede existir....
(13.09.1944) El poder de Satanás es sobremanera grande porque los humanos mismos le dan poder sobre sí mismos, pero sólo el ser humano que, a través de Jesucristo, tiene una fuerza de voluntad que nada puede resistir. Pero donde se ha perdido la fe en Jesucristo, el oponente de Dios se enfurece con mayor violencia. Y sus armas son la violencia y la crueldad, que tienen un efecto destructivo y aniquilador en todos los sentidos, pero siempre sólo por la voluntad del humano, ya que el adversario de Dios no tiene poder sobre las demás obras de la creación. Y así utiliza la voluntad de los humanos que le obedecen para destruir y aniquilar, con el fin de liberar lo espiritual que Dios ha desterrado en la creación, contra la voluntad de Dios.
Y este espiritual, que se ha vuelto libre y se encuentra en un profundo estado de desarrollo, ahora también tiene un efecto devastador en su entorno, ya sea el mundo natural, las plantas y los animales, o incluso los humanos. Surge un caos sin precedentes, un caos que no es adecuado para el desarrollo espiritual ascendente del humano y también de lo espiritual aún atado en la creación, y este caos conduciría a la destrucción final de aquello que es accesible a la voluntad humana, excepto Dios Mismo deja que Su poder se imponga y ponga fin a las actividades de Satanás.
Desde el momento en que los humanos se atreven a actuar contra Dios Mismo, es decir, a declarar la guerra a todo lo divino-espiritual y, en particular, a erradicar la fe en Jesucristo entre los humanos, también la obra de Dios se hace evidente, tanto más claramente, cuanta más progresa esta lucha contra Dios. Porque si se debe mantener la posibilidad de un desarrollo superior al humano, también se le debe mantener el conocimiento de Dios, Que descendió a la Tierra en el hombre Jesús para redimir a la humanidad; de lo contrario, los humanos quedarían completamente indefensos e impotentes a merced de la ira de Satanás e inevitablemente tienen que hundirse, tanto espiritualmente como terrenalmente. Ya no se les podría exigir la decisión acerca del propósito de la vida terrenal, puesto que sólo llegan a conocer lo mal, y el bien, lo divino, permanecería oculto para ellos.
Pero tan pronto como Satanás actúa contra Dios Mismo, Dios le hace sentir Su poder.... Le arrebata su poder y lo ata por mucho tiempo.... Y esta atadura ocurre de tal manera, que será desterrado nuevamente en la nueva creación, en la materia más sólida, con los humanos que fueron sus siervos en la Tierra y que cumplieron lo que él les exigía con odio y crueldad, que seguirá siendo su prisión para que no pueda oprimir el bien espiritual, al que ahora el camino hacia las alturas es ahora más fácil para mucho tiempo.
El desarrollo espiritual ascendente por cierto requiere fuerza y resistencia, requiere una decisión entre el bien y el mal, y por lo tanto el mal siempre debe estar opuesto al bien, para que los humanos puedan decidir, para que puedan dejar que su libre albedrío se active. Sin embargo, en la nueva Tierra todos los humanos están bajo el signo de la cruz, son seguidores de Cristo desde el fondo de sus corazones, están en la relación más estrecha con Dios, y ya se han decidido de antemano a través del tiempo extremadamente difícil de lucha en la cual permanecieron fieles a Él, y por el momento no necesitan ninguna fuerza opositora contra la cual deben imponerse.
Y mientras permanezcan en esta íntima conexión con Dios, también estará atado el adversario de Dios, cuyos grilletes sólo serán aflojados nuevamente por la voluntad humana. Porque tan pronto como la conexión con Dios comienza a debilitarse, los sentidos del ser humano se vuelven hacia la materia, que alberga lo espiritual caído en sí.... y con su deseo aflojan sus ataduras, y así el oponente de Dios entra lentamente de nuevo en acción por la voluntad del humano.... Y la lucha espiritual, la lucha entre la luz y las tinieblas, comienza de nuevo....
Y Jesucristo tiene que estar siempre en el foco para que la lucha contra las tinieblas termine victoriosamente; porque lo lleno de luz en la Tierra y en el más allá es lo espiritual redimido por la sangre de Jesucristo, y sólo aquel que reconoce a Jesucristo como Redentor del mundo y el Hijo de Dios puede alcanzar irrevocablemente la luz, de lo contrario el poder de Satanás sobre él es tan grande que lo arrastra hacia abajo a las tinieblas, a la destrucción eterna.
Y negar a Cristo siempre llevará a colapso terrenal y espiritual, porque entonces la humanidad hace un pacto con el oponente de Dios, porque se aleja completamente de Dios y esto significa la disolución de toda forma, que ahora ya no puede cumplir su propósito, el desarrollo superior del alma y por lo tanto pasa por la voluntad de Dios, es decir, cambia dentro de sí misma, y Dios le asigna nuevamente un nuevo propósito. Porque el poder de Dios vencerá a todo poder contrario, Él atará al oponente cuando llegue su hora....
amén
TraductorIl crollo spirituale è inevitabile quando Cristo non viene più riconosciuto e gli uomini non stabiliscono più il giusto rapporto con Dio, perché allora sono instabili e nella miseria spirituale più grande, perché vanno incontro alla loro fine. Il naufragio spirituale ha anche per conseguenza il crollo terreno, perché tutto si dissolve, quando gli viene tolto il fondamento spirituale. Senza Dio nulla può sussistere, ma dove lo spirituale viene totalmente respinto in fondo, anche Dio non viene più riconosciuto, ed è questa la cosa più grave che gli uomini possono fare, rinnegare Dio, perché con ciò accelerano anche la loro propria fine, e dapprima indeboliscono o perdono la loro forza di conoscenza, non riconoscono la miseria in cui si trovano. Sono soltanto tesi ad eseguire le pretese terrene e per il mondo terreno rinunciano a tutto ciò che potrebbe condurli spiritualmente in Alto. E la conseguenza è un crollo spirituale e terreno ed una orribile fine corporea e terrena. La fede in Gesù Cristo potrebbe impedire questo, ma senza di Lui l’umanità non trova più la Forza di cambiare e sprofonda sempre di più ed attira inevitabilmente la fine, perché senza Dio nulla può sussistere. Il potere di Satana è grande, perché gli uomini stessi gli concedono il potere su di sé, ma può vincerlo soltanto l’uomo che dispone tramite Gesù Cristo di una forza di volontà, alla quale nulla può resistere. Ma dove la fede in Gesù Cristo è andata perduta, là infuria l’avversario di Dio con potere rafforzato e le sue armi sono odio e disamore ed agiscono in modo distruttivo e annientante in ogni modo, ma sempre soltanto attraverso la volontà dell’uomo, dato che l’avversario di Dio non ha potere sulle altre Opere di Creazione. E così si serve della volontà dell’uomo a lui succube, per annientare e per distruggere, per liberare lo spirituale legato da Dio nella Creazione, contro la Volontà di Dio. E questo spirituale liberato che si trova in un basso grado di sviluppo, ora esercita anche un effetto devastante sul suo ambiente, sia questo il mondo della natura, piante ed animali, oppure anche uomini. Si crea un caos senza pari, un caos, che non è adeguato per uno sviluppo animico verso l’Alto dell’uomo ed anche dello spirituale ancora legato nella Creazione, e questo caos condurrebbe alla definitiva distruzione di ciò che è accessibile alla volontà umana, se Dio Stesso non fa valere il Suo Potere e mette fine all’agire di Satana. Dal momento in cui gli uomini si arrogano il diritto di procedere contro Dio Stesso, cioè dichiarare la lotta contro tutto il Divino-Spirituale ed in particolare ad estirpare la fede in Gesù Cristo fra gli uomini, anche l’Agire di Dio si manifesta apertamente, in modo più sensibile, più si procede con questa lotta contro Dio; perché se all’uomo deve rimanere la possibilità di uno sviluppo verso l’Alto, allora gli deve anche rimanere conservato il sapere su Dio, il Quale E’ disceso sulla Terra nell’Uomo Gesù per redimere l’umanità, altrimenti gli uomini sarebbero esposti all’infuriare di Satana totalmente senza protezione e senza forza e dovrebbero inevitabilmente perire spiritualmente ed anche terrenamente. Da loro non potrebbe essere più pretesa la decisione che è lo scopo della vita terrena, perché imparano a conoscere soltanto una cosa, il male, ed è rimasto nascosto il Bene, il Divino. Ma appena Satana procede contro Dio Stesso, Dio gli fa sentire la Sua Potenza. Egli gli toglie il suo potere e lo lega per lungo tempo. Questo legare avviene nel modo che viene di nuovo relegato nella nuova Creazione con gli uomini a lui succubi che erano i suoi servi sulla Terra, che hanno eseguito nell’odio e nel disamore ciò che lui pretendeva da loro, verrà legato di nuovo nella materia più dura che rimane la sua prigione, affinché non possa opprimere lo spirituale buono, al quale ora la via verso l’Alto è più facile per lungo tempo. Lo sviluppo spirituale verso l’Alto richiede comunque forza e resistenza, pretende la decisione fra bene e male, e quindi al bene deve anche sempre essere messo di fronte il male, affinché gli uomini si possano decidere, affinché possano far diventare attiva la loro libera volontà. Ma sulla nuova Terra, tutti gli uomini stanno sotto il Segno della Croce, sono seguaci di Cristo dal più profondo del cuore, stanno in strettissimo contatto con Dio, si sono già decisi attraverso l’oltremodo difficile tempo di lotta precedente, nel quale Gli sono rimasti fedeli, ed intanto non hanno bisogno di nessuna forza contraria, contro la quale si devono affermare. Finché rimangono in questo intimo contatto con Dio, anche l’avversario di Dio è legato, le cui catene le scioglie di nuovo soltanto la volontà dell’uomo, perché appena il contatto con Dio comincia ad allentarsi, i sensi dell’uomo si rivolgono di nuovo alla materia che cela in sé lo spirituale caduto, e con il suo desiderio allenta i suoi legacci, e così l’avversario di Dio entra di nuovo lentamente in azione attraverso la volontà dell’uomo. Comincia nuovamente la lotta spirituale, la lotta fra la Luce e la tenebra. Gesù Cristo deve sempre stare al Centro, se la lotta contro la tenebra deve finire con la vittoria; perché il Luminoso sulla Terra e nell’aldilà è lo spirituale salvato tramite il Sangue di Gesù Cristo ed alla Luce può giungere irrevocabilmente soltanto colui che riconosce Gesù Cristo come Redentore del mondo e Figlio di Dio, altrimenti il potere di Satana è così grande su di lui, che lo attira nell’oscurità e nell’eterna rovina. Il rinnegamento di Cristo porta sempre al crollo terreno e spirituale, perché allora l’umanità stringe un patto con l’avversario di Dio, perché si allontana totalmente da Dio e questo significa il dissolvimento di ogni forma che non adempie più il suo scopo, lo scopo dello sviluppo dell’anima verso l’Alto, e perciò attraverso la Volontà di Dio svanisce, cioè muta in sé, quando Dio le assegna nuovamente una nuova destinazione. La Potenza di Dio vincerà ogni potere opposto, Egli legherà l’avversario, quando sarà venuta la sua ora.
Amen
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