Mira, niña Mía: a los que queréis recibir de Mí, vengo a vuestro encuentro con los brazos abiertos. El anhelo del corazón os manifestará mi Amor... Y en vuestra ansia de verme se manifestará mi Amor a vosotros... un estado que continuará en el Más Allá, donde también me añoráis, y mi Amor os produce más y más satisfacción. Ved, Yo puse el Amor en vuestro corazón, para que algún día cuando vuestro amor llegue a cumplirse, podáis vivir una vida en gran bienaventuranza.
Pero también coloqué en vosotros el impulso para lo opuesto, porque sólo al vencerlo podréis alcanzar el estado de bienaventuranza. De modo que en la Tierra vuestra aspiración debe estar dirigida sobre todo a la lucha contra el odio, que es el sentimiento de falta de amor en extrema potencia; pues el odio envenena vuestra alma y la estropea. Todo lo que el amor construye, el odio lo destruye...
Con el sentimiento de odio en su corazón, el hombre nunca podrá llegar a la perfección, porque el odio forma parte del mal. El odio es tan indescriptiblemente destructor que oprime al alma... ¡El odio es el peor de los males y es el enemigo de toda buena postura; es un vicio que estruja todo lo que es bueno y noble, y es el origen del pecado!
Un corazón que está sometido al odio es incapaz de cualquier noble emoción... Donde reina el odio, no se puede ejercitar virtud alguna. Humildad, benevolencia, clemencia y compasión son conceptos totalmente desconocidos para el corazón que está dominado por el odio; pues tal hombre de ninguna manera conoce el amor tan necesario si quiere vivir de manera virtuosa y del agrado de Dios. En el Más Allá el hombre reconocerá lo horribles que son los efectos del odio... lo deformada que es el alma de aquel que en la Tierra se encontraba bajo la influencia del odio...
¡Que los hombres quieran tener en cuenta que el adversario tiene pleno poder sobre un ser humano de la Tierra que se deja llevar del odio!... Que le costará cada vez más el arrancarse de las manos y de la influencia de este poder... que cada vez le resulta más difícil reencontrar el amor... y que a tal hombre la salvación no puede llegar de otra parte si el mismo no se esfuerza seriamente por liberarse del poder del maligno. Mientras él no rehuya esta influencia tras la firme voluntad de actuar en el amor, le resultará indeciblemente difícil el llegar a ser libre.
Se comprende que el hombre, cuando ve y persigue la falta de amor y la injusticia de otra gente, frecuentemente se ve metido en sentimientos de odio... cuando observa el aparente éxito de una obra falta de amor... Pero siempre debe ser consciente de que hay un Dios en el Cielo que, a su debido tiempo, compensará toda injusticia. También debe tener en cuenta que Jesús perdonó con Amor incluso a aquellos que eran los responsables de su muerte, y que en Él nunca llegó a predominar un sentimiento de venganza, sino que siempre –lleno de Amor– pagó la conducta de los niños terrenales con Indulgencia y Clemencia.
Pues el amor debe vencer el odio. Y por eso, cuando en el hombre se hace notar un sentimiento de odio, también los niños terrenales deben esforzarse a sofocarlo. De modo que siempre sólo hay que recompensar con amor, aunque haya una gran tentación de alimentar un profundo odio contra los atormentadores de la humanidad.
La mayoría de los hombres está equivocada, porque se toma por gente de nivel muy alto que cree que, ante sus subordinados, debe manifestar su poder de manera muy sensible; pero incluso allí el hombre no debe alimentar odio, sino debe procurar enseñar al otro con todo amor.
Pero que primero piense en su propia alma a la que hay que proteger del peligro del odio, dado que su lucha a veces es indeciblemente pesada; pero la dominación de esta propiedad tan perjudicial para el alma llevará a la perfección, porque entonces el amor habrá vencido al oponente... El odio se habrá quedado inocuo, y tras el poder del amor habrá tenido que malograrse, con lo que el alma agradecerá tal esfuerzo porque habrá quedado salvada de semejantes penas.
Amén.
TraductorSiehe, Mein Kind, mit offenen Armen komme Ich euch entgegen, die ihr von Mir empfangen wollt. Die Sehnsucht des Herzens wird euch Meine Liebe kundgeben, im Verlangen nach Mir wird sich Meine Liebe zu euch äußern, und dies wird auch der Zustand sein im Jenseits, daß ihr gleichfort nach Mir verlanget und Meine Liebe euch Erfüllung gibt fort und fort. Sehet, die Liebe habe Ich euch in das Herz gelegt, auf daß ihr dereinst in Seligkeit schwelgen sollt, so eurer Liebe Erfüllung wird. Ich habe aber auch in euch den Trieb gelegt vom Gegenteil, weil ihr nur durch Überwindung dieses Triebes den Glückseligkeitszustand erringen könnt, und so soll euer Streben auf Erden gerade dem Bekämpfen des Hasses, dem Gefühl der Lieblosigkeit in höchster Potenz gelten, denn es vergiftet der Haß eure Seele in so zerstörender Weise.... es vernichtet der Haß alles, was die Liebe aufbaut.... Es kann der Mensch mit dem Gefühl des Hasses in seinem Herzen nimmermehr zur Vollkommenheit gelangen, denn der Haß ist ja Anteil des Bösen.... Der Haß ist so verderbenbringend und so unsäglich die Seele bedrückend.... er ist das ärgste Übel.... er ist der Feind aller guten Gesinnung.... er ist ein Laster, das alles Gute und Edle erdrückt.... er ist der Ursprung der Sünde.... Ein Herz, das dem Haß erliegt, ist unfähig jeder edlen Regung.... Es kann, wo Haß regiert, keine Tugend geübt werden. Demut, Sanftmut, Milde und Erbarmen.... es sind dies völlig fremde Begriffe dem Herzen, das vom Haß beherrscht wird; denn es kennt der Mensch ja nimmer die Liebe, und diese ist doch notwendig, will der Mensch tugendhaft, gut und Gott-gefällig leben. Wie entsetzlich die Auswirkungen des Hasses sind, wird der Mensch erkennen im Jenseits.... wie verzerrt die Seele dessen ist, der im Erdenleben unter dem Einfluß des Hasses stand. Wollten die Menschen doch bedenken, daß die Gegenmacht volle Gewalt über ein im Haß stehendes Erdenkind bekommt, daß es ihm immer schwerer wird, sich dieser Macht und dem Einfluß zu entwinden, daß es ihm auch immer schwerer wird, zur Liebe zurückzufinden, und daß einem solchen Menschen von anderer Seite keine Rettung kommen kann, wenn er nicht ernstlich bemüht ist, sich selbst aus der Gewalt des Bösen zu befreien. Solange er sich diesem Einfluß nicht entzieht durch den festen Willen, sich in der Liebe zu üben, ist es unsagbar schwer, frei zu werden. Es ist wohl verständlich, daß oft der Mensch geradezu hineingedrängt wird in Gefühle des Hasses, wenn er die Lieblosigkeit anderer Menschen betrachtet und verfolgt und Ungerechtigkeit und scheinbar erfolgreiche Handlungsweise dieser beobachtet, aber immer muß er daran denken, daß es einen Gott im Himmel gibt, Der jede Ungerechtigkeit vergelten wird zu seiner Zeit.... Er muß auch dagegensetzen, daß Jesus Christus in aller Liebe selbst denen vergab, die Seinen Tod verschuldeten, und daß nie und nimmer das Rachegefühl in Ihm Oberhand gewann, sondern immer nur voller Liebe Er das Gebaren der Erdenkinder mit Nachsicht und Milde vergalt. Es soll die Liebe ja den Haß besiegen, und es müssen daher die Kinder auf Erden gleichfalls sich bemühen, das Gefühl des Hasses zu ersticken, so es sich im Menschen zu rühren beginnt.... und immer nur mit Liebe vergelten, auch wenn die Versuchung zu stark ist, bittersten Haß gegen die Bedrücker der Menschen zu empfinden. Die meisten Menschen irren, da sie sich selbst für äußerst hochstehend halten und glauben, ihre Macht recht fühlbar äußern zu müssen den Untergebenen gegenüber, doch dort soll der Mensch nicht hassen, sondern in aller Liebe den anderen belehren wollen. Er soll zuerst an seine eigene Seele denken, die geschützt werden soll vor der Gefahr des Hasses, ihr Ringen ist mitunter ein so unsagbar schweres, doch die Überwindung dieser der Seele schädlichsten Eigenschaft wird zur Vollkommenheit führen, denn es hat dann die Liebe gesiegt über den Widersacher.... Es ist der Haß unschädlich gemacht worden und mußte unter der Kraft der Liebe zunichte werden, und die Seele wird einem solchen Bemühen dankbar sein, denn ihr ward Erlösung aus bitterer Pein....
Amen
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