Querida hija, sin el Amor del Señor nunca habría sido posible que vosotros, hombres, os liberarais de la culpa de vuestro pecado; si el Padre no hubiera tenido Misericordia de la humanidad, cada vez os habríais hundido más en el abismo. En su sumo Amor, envió a su Hijo santísimo a la Tierra para que redimiera a los hombres, cuyas almas estaban en gran peligro. No puede haber mayor testimonio de su Amor divino por ellos: Él mismo se sacrificó, Él cargó con la culpa. Y mediante su sufrimiento y suplicio en la cruz proporcionó a las criaturas la Gracia de poder conseguir el Reino de Dios. Pero más horroroso que el suplicio de la cruz le resultaba la culpa de los pecados que pesaba sobre sus divinos hombros. Y, con un dolor indescriptible por las criaturas de la Tierra, hizo al Padre celestial el mayor sacrificio: se sacrificó a sí mismo por la tribulación en que se encontraba la Tierra. El Padre mandó a su Hijo a la Tierra; el Ser supremo más santo, más puro y Uno con el Padre celestial, llevó a cabo este sacrificio por el más profundo Amor hacia la humanidad. En la Creación infinita debería contenerse el aliento viendo este sacrificio tan sumamente santo hecho por la humanidad. Todos deberíamos enmudecer con un gran respeto ante la grandeza de su Amor. Y por toda la eternidad deberían sonar cánticos de alabanza de aquellos a los que el Señor salvó de su inmenso pecado.
¡Descender a esta Tierra desde la proximidad más íntima del divino Padre esplendoroso, desde toda la Magnificencia y Excelsitud de la Vida eterna, descender a la plena aflicción en medio del profundo pecado! ¡Qué grande tenía que ser el Amor del Salvador hacia las criaturas de la Tierra! ¡Y qué sacrificio tan enorme! Él, tan sumamente puro, ¡encontrarse rodeado de pecados y vicios! Con su Misericordia sumamente santa el Hijo de Dios cumplió en la Tierra la obra de la Redención. Ni antes, ni después, habrá ser alguno capaz de soportar sufrimientos semejantes a los del Hijo de Dios. El Redentor padeció en la Tierra todos los sufrimientos. Con Amor ilimitado manifestó su Divinidad, y se sacrificó a sí mismo para salvar a la humanidad.
Volveos como niños pequeños y contemplad todo aquello: su Espíritu grande, majestuoso y luminoso, bañado en la Luz eterna, caminando encarnado por la Tierra cargado con el peso de las culpas de la humanidad.... la corona de espinas sobre su cabeza.... sufriendo en su corazón lleno de pureza la humillación más amarga.... Él cargó con toda la aflicción del mundo para disminuir los sufrimientos de las criaturas. Para prepararles el Reino del Padre consintió que le clavasen en una cruz. ¡Qué inmenso el Amor de Dios para que Él haya sacrificado a su Hijo! Pero finalmente el Amor de Jesucristo recuperó para el Padre lo que sin el Amor habría quedado perdido eternamente. Sin este Amor ningún ser habría podido contemplar la faz de Dios. A causa de la humanidad el Señor se sacrificó a sí mismo para salvar el mundo de la muerte eterna.
Bienaventurado aquel que camina en el Amor del Señor, participando conscientemente en este sacrificio, para que también para él haya salvación por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
TraductorMein liebes Kind.... des Vaters große Güte will dir heut offenbaren ein großes Geheimnis.... das Rätsel Seiner Menschwerdung. Ohne die Liebe des Herrn wäre es euch Menschen nimmermehr möglich gewesen, euch aus der Sündenschuld zu lösen, und immer tiefer wäret ihr gesunken, hätte der Vater nicht Erbarmen gehabt mit der Menschheit und in übergroßer Liebe Sein heiligstes Kind zur Erde gesandt, um den Menschen Erlösung zu bringen aus tiefster Not. Einen größeren Beweis Seiner göttlichen Liebe konnte der Herr den Menschen nimmermehr geben, als daß Er Sich Selbst zum Opfer brachte.... daß Er die Schuld aller auf Sich nahm und durch Leid und Kreuzestod den Menschen wieder die Gnade erwarb, eingehen zu können in das Reich Gottes.... Weit furchtbarer als das Leiden am Kreuz war die Sündenschuld, die Sein reines, göttliches Haupt belastete, und in unsagbarem Schmerz um die Erdenkinder brachte Er dem himmlischen Vater das größte Opfer.... Er gab Sich Selbst hin für das Leid der Erde.... Es hat der Vater Seinen Sohn zur Erde gesandt.... das heiligste, höchste, reinste Wesen, Das eins war mit dem himmlischen Vater, vollbrachte diese Tat aus innigster Liebe zur Menschheit.... Regungslos verharren muß alles im Weltall in der Erkenntnis dieses hochheiligsten Opfers, das je der Menschheit erwiesen wurde. Voll Ehrerbietung muß verstummen alles vor der Größe Seiner Liebe.... Und in Ewigkeit muß erklingen der Lobgesang aller, die der Herr erlöst hat aus tiefster Sünde.... Aus der nächsten Nähe des alleuchtenden göttlichen Vaters.... aus aller Pracht und Herrlichkeit des ewigen Lebens herabzusteigen in das Tal der Erde.... mitten in den Jammer und die Tiefe der Sünde.... Welch eine Liebe des Erlösers zu den Erdenkindern, und welch ein ungeheures Opfer, in Seiner Reinheit zu weilen inmitten der Sünde und Laster.... In heiligstem Erbarmen erfüllte der Sohn Gottes auf Erden das Werk der Erlösung.... Kein Wesen vorher und nachher hat solches Leid getragen wie Gottes Sohn.... Auf Erden nahm der Heiland teil an allem Leid.... in grenzenloser Liebe offenbarte sich Seine Göttlichkeit, und so brachte Er, der Menschheit zum Heil, Sich Selbst zum Opfer.
Werdet wie die Kinder, dann vermögt ihr die Qualen des Herrn nachzuempfinden.... groß und herrlich und strahlend.... im ewigen Licht schwebte Sein Geist.... um nun verkörpert auf Erden zu wandeln, belastet mit der Sündenschuld der Menschheit.... die Dornenkrone auf dem Haupt, erlebt Er die bitterste Schmach mit reinem Herzen.... alles Leid der Welt nahm Er auf Sich, um zu verringern dadurch die Schmerzen der Erdenkinder und um ihnen zu bereiten des Vaters Reich, ließ Er Sich ans Kreuz schlagen.... Gottes Liebe war unendlich, daß Er Seinen Sohn hingab, doch die Liebe Jesu Christi brachte dem Vater zurück, was ohne die Liebe des Heilands verloren war auf ewig. Kein Wesen konnte ohne diese Liebe das Antlitz Gottes schauen.... um der Menschheit willen brachte Sich der Herr Selbst als Opfer dar und erlöste so die Welt vom ewigen Tode. Gesegnet, wer dieses Opfers teilhaftig in der Liebe des Herrn wandelt, auf daß auch ihm Erlösung werde durch Jesus Christus, unseren Herrn!
Amen
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