B.D.-Nr. 6962
Para despertar la fe en uno mismo también se requiere una actividad de amor viva, obras de amor desinteresados hacia el prójimo. Todo lo que hace un ser humano por sí mismo, también debe hacerlo a su prójimo cuando este se encuentre en una necesidad. Esto exige dejar de lado las propias necesidades; exige luchar contra el amor propio que se aferra al ser humano como herencia de aquel que carece por completo del amor.
Pero vosotros, los humanos, podréis experimentar el efecto maravilloso de tal vida de amor desinteresado, pues podréis ganar una fe convencida.... Os será posible, poder creer cuando se os presentan las Enseñanzas divinas de la fe, porque vosotros, a través de la vida de amor tampoco ya no estáis tan oscurecidos de espíritu como para comprender esta Enseñanza de fe correctamente y, por lo tanto, la aceptáis sin duda ni contradicción. Haber encontrado una fe viva es verdaderamente dichoso, porque entonces también entráis en conexión con Aquel en Quien creéis.... os entregáis a vuestro Dios y Padre como algo natural, entráis en la correcta relación de un hijo con el Padre, y vuestra vida terrenal ahora también tiene un propósito, porque reconocéis vuestra verdadera tarea terrenal.
Si estáis desinteresadamente activos en el amor, vuestra vida será un constante dar y hacer feliz.... pero se os devolverá mil veces más.... primero una fe convencida que os hace felices, y además una medida de gracias y bienes espirituales que se acumulan en una riqueza que ya podéis usar en la Tierra, pero aún más en la otra vida, una vez que hayáis dejado esta Tierra. El amor desinteresado es prueba de la presencia de Dios, Quien se expresa en cada acto de amor, Quien es el Amor Mismo, y a Quien, por lo tanto, lleváis a Su presencia con cada acto de amor.... Porque, “el que permanece en el amor, permanece en Mí y Yo en él”....
“Amor” y “Dios” son conceptos inseparables. Donde hay amor, está Dios, y donde está Dios, siempre se realizan actos de amor. Donde hay amor, la fe en Dios también tiene que cobrar vida, porque Su presencia es inconfundible. Y la fe convencida eleva a los seres humanos por encima de la esfera terrenal; la fe no solo se aferra a lo comprobable, sino también proporciona comprensión a lo incomprensible, en la medida en que esta fe surge del amor. Por lo tanto, lo que se gana a través de actos de amor es mucho más de lo que dais vosotros.
En la Tierra, vosotros, los seres humanos, aún estáis sujetos a dificultades por las leyes de la naturaleza, que pueden afectar tanto a vuestro cuerpo como a vuestra alma. Pero tan pronto como adquiráis una fe viva, podréis desterrar tales dificultades, podréis, en común con Aquel en Quien ahora creéis firmemente, desterrar cualquier dificultad, pues no hay nada que Él no pueda remediar, y cuando os apoyáis firmemente en Él, estáis, por así decirlo, en medio de Su esfera de poder, ninguna desgracia puede tocaros, ninguna dificultad puede alcanzaros, porque sentís a vuestro Padre a vuestro lado en virtud de vuestra fe viva, y así también os sabéis cuidados en Su amor.
Pero todo esto solo es posible con una fe viva, la firme certeza de que el poder y el amor de Dios se os revelan porque Él es vuestro Padre desde la eternidad.... Cuando consideráis que solo la voluntad de amar necesita ser despertada dentro de vosotros para liberaros de cualquier dificultad en la Tierra, que en virtud del amor seréis raptados, por así decirlo, de la gravedad terrenal.... cuando consideráis que solo necesitáis cuidar a vuestros prójimos en amor desinteresado, y ahora una fe llenará vuestros corazones que puede mover montañas.... y cuando consideráis que una fe viva os permite evaluar la existencia terrenal de una manera completamente diferente, entonces realmente no sacrificáis nada a través de vuestros actos de amor, sino que registráis una ganancia excesivamente alta....
Recibís luz y fuerza hasta tal punto que volvéis a recuperar vuestro ser primordial. Y lo que habéis creído se convierte en vuestra bendita certeza: estáis firmemente conectados con vuestro Dios y Padre desde la eternidad, os encontráis de nuevo en la luz, es decir, en pleno conocimiento de vuestro destino, y poseéis la fuerza de crear y actuar de acuerdo con este destino, con Dios y en Su voluntad. Porque os habéis convertidos en Sus hijos y lo seguiréis siendo eternamente....
amén