B.D.-Nr. 6874

La bendición de la duda.... Verdad....n

El hecho de que las dudas se cuelen repetidamente en vuestros corazones es beneficioso en la medida en que os hace reflexionar sobre cuestiones que os conmueven, y que ahora también podéis ser influenciados mentalmente de seres que se esfuerzan por resolver vuestras dudas. Sin embargo, solo deben comprenderse tales dudas que atormentan a un buscador serio, que animan a indagar y cuestionar constantemente.... no aquellas dudas que los seres humanos indiferentes utilizan para justificar el rechazo del conocimiento que se les ofrece porque no lo desean en absoluto y, por lo tanto, nunca quieren reconocer a un portador de la verdad. Sus dudas no son más que excusas y una forma de huir de vuelta a la oscuridad.

Sin embargo, quienes buscan con seriedad no se conforman fácilmente, y sus dudas pueden convertirse en una bendición, pues no abandonan sus preguntas. Este mismo hecho brinda a los seres de luz la oportunidad de influir continuamente en ellos mentalmente hasta que su pensamiento se aclara y lo que antes les parecía todavía dudoso. Además, un ser humano pensativo generalmente no es superficial, por lo que no rechaza simplemente lo que le parece creíble, sino que profundiza antes de rechace por completo una enseñanza que ha recibido.

Así pues, la duda puede conducir a la clarificación; también puede proteger contra la aceptación del error, si uno se esfuerza por caminar en la verdad. Por lo tanto, quien expresa dudas no debe ser condenado, pues tales dudas solo dan testimonio de una seriedad justificada. Pero también debe considerar la posibilidad y no descansar hasta haber llegado interiormente a la plena convicción de que puede aceptar el conocimiento como verdad o rechazarlo definitivamente como error. Y la duda le ayuda a alcanzar esta convicción.

Un ser humano que se cree sabiendo ya no puede ser instruido, pues ya no se abre a las corrientes del mundo de la luz, él deja que solo si intelecto se pone activo, pero no escucha lo que le susurran los que poseen conocimiento. En cambio, un ser humano que duda escucha, pregunta y probablemente también cree poder resolver sus dudas intelectualmente. Pero en cuanto se esfuerza seriamente por alcanzar la verdad, puede confiar en que su pensamiento también está guiado correctamente, pues el ser humano que busca la verdad seriamente tiene esta garantía, porque Dios, como Verdad Eterna, también Se deja encontrar por él.

Por lo tanto, el ser humano mismo también determina el valor de su conocimiento, que él se apropia como propiedad intelectual suya, pues este valor depende únicamente de la intensidad de su deseo de verdad. Y también de ello debe rendir cuentas él mismo, ya que todos saben que “la gente puede equivocarse”, que él no puede confiar en un conocimiento que otros le imparten y que, por consiguiente, también tiene que estar dispuesto a renunciar a ese conocimiento si puede acceder a la “verdad pura”.

Y solo puede desear y recibir la verdad pura donde reside la Fuente de la Verdad. Por lo tanto, también tiene que presentar primero a Dios el conocimiento que ya ha recibido anteriormente y pedirle, que le permita a él reconocer claramente en cuanto este conocimiento corresponde a la verdad. Y Dios escuchará verdaderamente a esta petición y quizá incluso siembre dudas en su corazón, porque solo entonces puede tener lugar la transmisión de la verdad pura, cuando el ser humano se abre a recibir de la Fuente Suprema lo que anhela: la verdad pura de Dios.

Este se refiere principalmente al conocimiento espiritual, pero también terrenalmente los pensamientos del ser humano ahora serán guiados correctamente, que ha emprendido este camino hacia Dios, hacia la Fuente de la Verdad. Y la profunda certeza interior, la firme convicción que ahora lo llena, es la mejor garantía de que ha ido por el buen camino, pues ningún argumento contrario podrá hacerle tambalear en su perspectiva; también podrá defender su convicción ante sus semejantes y ahora él ya no entrará nuevamente en dudas.... a menos que surjan nuevos problemas, los cuales resolverá con confianza del mismo modo.... Porque Dios da la verdad a quienes la desean seriamente, pero se la niega a quienes confían en sus propias fuerzas, quienes pretenden comprender intelectualmente lo que solo Dios sabe....

Traducido por: Hans-Dieter Heise

Este comunicación no se menciona en ninguna folleto temático.