B.D.-Nr. 5160

La lucha con la espada de la boca....

En un mundo de la peor incredulidad, de la más flagrante falta de amor y de la más completa ignorancia, la pura Palabra de Dios, que recibís como una gracia especial, no será reconocida como un don divino, porque la capacidad del reconocimiento depende de la fe y del amor del ser humano, y la agudeza de la mente por sí sola no reemplaza la capacidad del reconocimiento. Y, sin embargo, hay que influir en los humanos que vagan en su ceguera espiritual; Hay que tratar de despertar en ellos la fe y el amor, para que así entonces llegue el conocimiento como resultado. Hay que influir de tal manera que se muestren a los humanos las consecuencias de su vida falsa, sin fe ni amor, y que se les haga conscientes del terrible destino que les espera sin no cambian.

Sin fe y amor no se puede esperar ninguna comprensión para enseñanzas espirituales, pero si a los humanos se les presenta que ellos mismos están creando un destino insoportable o dichoso, se familiarizarán con la posibilidad de tal cosa y serán en consecuencia receptivos a más enseñanzas o lo rechazarán por completo y negarán una vida continua si ya están completamente adictos a aquel que les dio esta línea de pensamiento, que los influye de tal manera que ni creen ni actúan con amor y, por lo tanto, están oscurecidos en espíritu hasta su muerte físico y espiritual final.

En tiempos de las tinieblas espirituales no se debe influir en la voluntad de los humanos de ninguna manera para que se decida hacia una cierta dirección. Sólo a través de la Palabra y de la imaginación se puede lograr una cosa: que reflexionen, y entonces el deseo de la verdad determina la dirección que toman sus pensamientos. Y por lo tanto, entonces se trata de una lucha con la espada de la boca, que sólo pueden liberar aquellos que son capaces de refutar todo lo que se les reprocha el bando contrario o se les presenta como contra-objeción.

Los humanos que se enfrentan a ellos tienen que ser de espíritu brillante; ellos mismos tienen que estar bajo la guía divina; ellos mismo sólo tienen que ser la herramienta a través de la cual Dios Se expresa, pero Él, sin embargo, no toca el libre albedrío del ser humano si éste quiere seguir siendo Su oponente y tampoco se deja convencer por Palabras divinas. Sin embargo, el trabajo de quien procura traer luz a la oscuridad espiritual es sumamente bendito, pues los pensamientos de quienes se cruzan en su camino son animados mientras se dispone a luchar por el Reino de Dios, mientras habla desde su impulso más interior de instruir a sus semejantes descarriados y ayudarlos a alcanzar la luz del día.

Probablemente encontrará mucha incredulidad, estará expuesto a hostilidades, el adversario de Dios lo confrontará con la sabiduría mundana y tendrá que refutar objeciones siempre nuevas, pero también tendrá una fuerza sobrenatural que se puede reconocer en sus discursos irrefutables y su convicción.... uno no será capaz de probarle lo contrario de lo que defiende, pero con una voluntad sincera y un deseo de la verdad uno puede convencerse de que sus palabras merecen ser creídas, de que las promesas se cumplirán si se cumplen las condiciones adjuntas. Sólo la voluntad tiene que estar presente para permitir que el amor surja dentro de uno mismo, entonces también se despertará la fe y será fácil el reconocimiento....

Pero el adversario de Dios también trabaja continuamente para confundir el pensamiento de los humanos, y por eso los impulsa a ser crueles y destruye toda fe mientras el ser humano mismo no se defienda. Es una lucha que se tiene que liberar con toda crueldad si se quiere obtener la victoria. La crueldad de los siervos de Dios en la Tierra existe en que exponen sin piedad las intrigas del adversario de Dios, que no temen exponerlo, que señalan a los humanos sus faltas y vicios, haciendo ver que están bajo la influencia de aquel que los está arrastrando a las profundidades. Porque entonces dicen la verdad, mientras que el adversario trata de ganar a sus seguidores con mentiras y pasa por alto todo lo que los humanos hacen en su falta de amor.

No es arrogancia espiritual hacer que el semejante sea consciente de sus faltas, pues quien reconoce las causas de la ceguera espiritual tiene también derecho, como un médico, a señalar las causas de la enfermedad, y por tanto tiene que exponer sin piedad las faltas para que se actúe contra ellas y se logre una curación que afecte no al cuerpo sino al alma y le asegure una vida en la eternidad.

Quien se mantiene firme en la fe sabe acerca del desastre de la incredulidad y debe evitarla; quien ha madurado en la cognición a través del amor, también saber acerca del estado de las almas que carecen de todo amor, y si quiere ayudarlas seriamente, entonces debe probar el poder de la Palabra divina en ellas e intentar todo para salvarlas de su mayor angustia espiritual.... tiene que luchar con la espada de la boca, y su espíritu lo guiará correctamente, siempre encontrará las palabras adecuadas, y su lucha por el reino de Dios tendrá éxito....

amén

Traducido por: Hans-Dieter Heise

Este comunicación no se menciona en ninguna folleto temático.