B.D.-Nr. 1797
Es indescriptiblemente meritorio difundir La Palabra de Dios. Lo que se transmite a los hombres a través de la Gracia de Dios, no debe seguir siendo el bien particular del individuo, sino que debe transmitirse a las muchas personas que lo necesitan para el bien de sus almas. La humanidad se encuentra en extrema necesidad, está tan lejos de Dios que ya no reconoce Su Voluntad, y pasa por la vida en la Tierra en completa ignorancia. Pero la tarea terrenal del hombre requiere saber lo que Dios exige del hombre, y, por lo tanto, hay que transmitírselo.
Y por eso Dios elige a hijos de la Tierra que están dispuestos a servirLe, y les da el mandato de dar a conocer Su Voluntad a los hombres. Él Mismo primero les da instrucciones para que ahora puedan transmitir sus conocimientos a los semejantes. Sin ayuda activa, la humanidad perecerá, y la ayuda activa solamente puede ser la Palabra de Dios. Sin embargo, todo lo que se refiere a Dios o se enseña sobre Dios de la manera tradicional actualmente es rechazado por los hombres. Y es por eso que Dios da Su Palabra a los hombres nuevamente.
Él les da información sobre su propósito y su tarea. Él quiere acercarse a ellos a través de Su Palabra, quiere familiarizarlos con todo lo que contiene la Creación; les deja reconocer la conexión de todas las cosas, y les da los mandamientos que son la condición básica para el ascenso a Dios. Y las personas dispuestas deben ayudar a difundir el Don divino; deben estar ansiosos por hacer accesibles las Revelaciones divinas a la humanidad; como ansiosos siervos de Dios deben proclamar siempre y constantemente Su Actuación; deben dejar participar a los semejantes del delicioso Regalo de Gracia para que la Palabra divina encuentre acogida entre los hombres, fortaleciendo su fe y animándolos a hacer todo para vivir al agrado de Dios, quiere decir, para cumplir los Mandamientos de amor a Dios y al prójimo.
Solamente si el hombre sabe de la Voluntad de Dios, se le puede hacer responsable si no cumple con ella. No se les puede hacer responsable a los ignorantes, pero tampoco pueden aprovechar de su vida terrenal y alcanzar un alto nivel de madurez espiritual, o bien, deben ser extraordinariamente activos en el amor por iniciativa propia, es decir, el Amor debe estar en ellos, pero entonces también sabrán del significado y propósito de la vida en la Tierra y de su tarea. Porque Dios comunica Su Palabra a todos los que la desean, solamente no siempre visible externamente, sino también en forma de transmisión mental. Pero a aquellos que reciben la Palabra para poder escribirla, les incumbe particularmente la difusión de esta Palabra, porque reciben una gran Gracia y, por lo tanto, también deben dar. Deben predicar el Evangelio a todos aquellos que no lo rechacen.
Amén
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157 | El evangelio del amor |
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