B.D.-Nr. 0589
En el límite del entendimiento deben empezar a actuar las fuerzas del espíritu, porque vosotros, los hombres, nunca podríais resolver los misterios de la naturaleza si al mismo tiempo esos poderes no quisieran impartiros un conocimiento para que podáis encontrar fácilmente acceso al funcionamiento de la Creación divina. Los espíritus que os rodean os enseñan y tratan de dirigir vuestros pensamientos de tal manera que se acerquen a la Verdad. Y cuanto más alberguéis la fe dentro de vosotros, cuanto más sentiréis la esencia de la Divinidad dentro de vosotros, más brillantes y claros estos pensamientos os podrán penetrar.
Pero quien cree poder descubrir por sí mismo lo que el Padre del Universo aún ha ocultado, cuya lucha por el conocimiento permanecerá infructuosa durante mucho tiempo. Nunca estará enteramente seguro de su éxito. Siempre se despertarán dudas en él acerca de la verdad de sus afirmaciones, y con las palabras: “Sé que no sé nada”, tendrá que admitir la insuficiencia de su conocimiento. Sin embargo, la conexión interior con Dios le da la clave de todo conocimiento y al mismo tiempo la garantía de estar en el buen camino y de encontrarse en la verdad más completa. Dios lo ha dispuesto de tal manera que que la vida espiritual en el hombre esté completamente separada de los esfuerzos puramente terrenales y que solo aquel entre al puente espiritual que esté inmerso en lo espiritual y cuyas actividades y acciones estén enraizadas en el conocimiento de su pertenencia a Dios.
Dejad que los inteligentes del mundo investiguen y cavilen. El Señor ha puesto Sus límites, que no se pueden cruzar sin Su ayuda, y esta, a su vez, debe ser exigida con plena conciencia. Porque él que se cree superior a la oración está en camino de perderse completamente. Sin embargo, quien es capaz de enviar una oración íntima al Padre del Universo ya actúa con fuerza espiritual, y ahora puede continuar su investigación y sus cavilaciones sin tener que temer extraviarse. Porque la ayuda que pide le es concedida a partir de este momento. Al hombre realmente piadoso, le llegan muy fácilmente los pensamientos, de modo que solamente necesita aceptarlas, y se le abre ahora un conocimiento sobre todas las cosas que considera deseable explorar.
Sin embargo, dejad que tales personas expresen sus experiencias, y siempre encontrarán hostilidad y rechazo por parte de aquellos que creen que solo ellos tienen la capacidad de encontrar las soluciones decisivas, y así siempre estará luchando quien no reconoce realmente a Dios, si no incluso el impío sabio del mundo con su supuesto conocimiento, y el buscador de la Verdad que está en la más profunda humildad frente a Dios y que quiere servirLe a Él y a sus prójimos, a quien esta Verdad es transmitida en la más rica medida por el Señor Mismo. Pero el mundo nunca se dejará convencer de lo poco que puede alcanzar por su propia fuerza en el campo del conocimiento.
Más bien, todo lo opondrá a esta justa aspiración y querrá perseguir y poner en la picota a los portadores de la Verdad. Pero mientras el Señor Mismo obre por medio de ellos, cualquier acción en contra de ellos será infructuosa. El poder de los hombres mundanos es pequeño, solamente por el libre albedrío son capaces de llevar a cabo sus planes ignominiosos, pero el efecto será debilitado por Dios, de modo que el hijo que quiere servir a Dios no tiene que temer en absoluto de caer víctima de estos esfuerzos contrarios. La decisión final está siempre en manos del Padre celestial; sólo para no estorbar el libre albedrío de los hombres, tiene que dejar que cada uno actúe como le plazca. Pero Él protege bien a los Suyos de la saliva venenosa de esos destructores del mundo y crea una confusión en sus propias filas que les hace prestar atención.
Las leyes de la naturaleza son siempre la razón de resultados bien calculados. Pero si ahora la sabia Deidad Misma anula tal ley, porque desde la eternidad tiene el poder de hacerlo, y los hombres entonces se quedan perplejos frente a los fenómenos para los cuales no tienen explicación, entonces tienen la prueba de que su conocimiento es todavía muy fragmentario. Y así, generaciones pueden enfrentarse a los problemas una y otra vez, nunca llegarán a una solución final de una manera puramente racional, mientras que serán completamente iniciados e iluminados con la ayuda de Dios en el tiempo más breve. Si la pedís, nunca andaréis en las tinieblas y por caminos erróneos, sino que vuestro camino os conducirá con seguridad hacia la Patria eterna, ya que Dios Mismo os lo ha señalado.
Amén