Das Vergehen einer Form bedeutet nicht ihr Ende, sondern nur einen Wechsel, eine Veränderung dessen, was sichtbar ist, also eine neue Hülle dessen, was unsichtbar ist und eine sichtbare Außenform benötigt. Und es ist dieser Wechsel immer ein Fortschritt, es ist das Zeichen einer gelösten Aufgabe, des Erfüllens einer dem Sichtbaren zugewiesenen Tätigkeit, die das Geistige darin ausgeführt hat. Und darum wird das Geistige das Vergehen der Außenform begrüßen, es wird jede alte Außenform bereitwillig hingeben, weil jede neue Hülle eine Stufe der Höherentwicklung ist, ein Schritt zur Vollendung, die ihm die Freiheit einträgt, das Freiwerden von der Materie, die für das Geistige einen Zwang bedeutet. Doch der Zeitraum eines Aufenthaltes in jeglicher Form ist von Gott festgesetzt, und nur das Innehalten dieses Zeitraumes bringt dem Geistigen die Reife, die es zum Beleben der nächsten Außenform benötigt. Wird aber diese Entwicklungszeit abgebrochen, was nur durch den Willen des Menschen geschehen kann, dann wird das Geistige in seinem Entwicklungsgang gestört, es wird widerrechtlich am Ausreifen gehindert, und obwohl es jeder Form bereitwillig entflieht, so es diese überwunden hat, ist das gewaltsame Unterbrechen seiner Entwicklung keine Erlösung, sondern es empört sich das Geistige darüber, daß es ganz gegen seinen Willen bestimmt wird vom menschlichen Willen, seine alte Hülle zu verlassen, ohne den Reifegrad erlangt zu haben, der Bedingung ist zum Beleben der nächsten Form. Es ist nun gewissermaßen in der Freiheit, und es kann diese Freiheit nicht gebrauchen, denn es mangelt ihm an Kraft, die das Geistige erst empfängt im letzten Stadium als Mensch und dann erst das ausführen kann, was es selbst will. In den Vorstadien aber besitzt es nur so viel Kraft, um die Tätigkeit auszuführen, die ihm zugewiesen ist in der bestimmten Hülle. Ist aber die Hülle widerrechtlich zerstört worden, dann kann es sich nur äußern, indem es sich dem Geistigen in einer anderen Form zugesellt, daß es also gleichsam das darin befindliche Geistige zu erhöhter Tätigkeit antreibt, was ihm auch vorübergehend von Gott aus nicht verwehrt wird, bis es wieder in einer neuen Außenform gebunden und zu neuer Tätigkeit zugelassen ist. Durch den öfteren Wandel seiner Außenform wird das Reifen des Geistigen begünstigt, doch nimmermehr durch gewaltsame Zerstörungen, die vielmehr das Reifen verzögern und dadurch den Entwicklungsgang verlängern. Die göttliche Ordnung wird dadurch umgestoßen, was niemals ohne Nachteil bleiben wird, und zwar werden die Menschen selbst die Folgen dessen spüren, nur sich nicht Rechenschaft ablegen, daß sie selbst die Urheber sind von jeder mißlichen Lebenslage, die mit der Naturschöpfung zusammenhängt. Denn das vorzeitig frei gewordene Geistige bedrängt solche Naturschöpfungen, und diese wieder werden außergewöhnlich tätig, was zu Komplikationen innerhalb der Schöpfungswerke führt, die mehr oder weniger schwer sind, je nach der widerrechtlichen Zerstörung dessen, was Gott zum Zwecke des Ausreifens des Geistigen erstehen ließ. Denn wenn auch das Vergehen einer jeglichen Form dem göttlichen Naturgesetz entspricht, so darf doch nicht die Zeitdauer jener Form willkürlich verkürzt werden, es sei denn, eine solche Zerstörung geht vor sich in der Absicht, neue Ausreifungsmöglichkeiten zu schaffen, indem das Geistige erhöhte Gelegenheit hat, sich dienend zu betätigen, und diese Zerstörungen und Umgestaltungen der alten Form ein Akt der uneigennützigen Nächstenliebe ist, also sie zum Segen für die Mitmenschen ausgeführt wird.
Es entspricht ein solches Auflösen oder Zerstören der alten Form auch dem Willen Gottes und kann von einem vorzeitigen Freiwerden des Geistigen nicht mehr gesprochen werden. Denn es entstehen neue Außenformen durch den Willen des Menschen, die nicht zwecklos sind, und das Geistige darin wird vor neue Aufgaben gestellt, durch welche die Entwicklung fortschreitet. Das Geistige also ist unzerstörbar, doch dem Menschen nicht sichtbar; das Sichtbare aber kann sich wohl auflösen und die alte Form zerfallen, es ist aber ebenfalls Kraft Gottes, die nicht vergeht, sondern nur vorübergehend zurückgezogen wird, bis der Wille Gottes sie wieder umgestaltet hat zu einer anderen, dem Menschen sichtbaren Form. Es sind immer wieder neue Schöpfungsakte, welche die Liebe Gottes zum Anlaß haben, um dem Geistigen zur Vollendung zu verhelfen, und ein immerwährendes Werden und Vergehen ist das sichtbare Zeichen einer ständigen Aufwärtsentwicklung, bis das Geistige die letzte Form, den menschlichen Körper, beleben darf, die ihm die endgültige Freiwerdung eintragen kann, so sein freier Wille sie recht nützet, also es freiwillig seine dienende Erdenaufgabe erfüllt, wozu ihm überreich Gelegenheit geboten wird....
Amen
ÜbersetzerLa desaparición de una forma no significa su fin, sino sólo un cambio en lo visible, es decir, un nuevo caparazón de lo invisible y que requiere una forma externa visible. Y este cambio es siempre un progreso, es signo de una tarea resuelta, del cumplimiento de una actividad asignada a lo visible, que lo espiritual ha realizado en ello. Y es por eso que lo espiritual acogerá con agrado la desaparición de la forma externa, abandonará voluntariamente toda forma externa antigua, porque cada nuevo caparazón es una etapa de desarrollo superior, un paso hacia la perfección, que le trae la libertad, la liberación de la materia, que para lo espiritual significa una coerción.
Pero el periodo de tiempo de cada estancia en cualquier forma está determinado por Dios, y sólo el mantenimiento de este periodo de tiempo trae a lo espiritual la madurez que necesita para vivificar la siguiente forma externa. Pero si se interrumpe este tiempo de desarrollo, que sólo puede ocurrir por la voluntad del ser humano, entonces lo espiritual se ve perturbado en su desarrollo, se le impide ilegalmente madurar, y aunque voluntariamente escapa de toda forma una vez que la ha superado, la interrupción violenta de su desarrollo no es ninguna salvación, sino que lo espiritual está indignado por el hecho de que está determinado por la voluntad humana completamente en contra de su voluntad de abandonar su viejo caparazón sin haber alcanzado el grado de madurez, que es la condición para vivificar la siguiente forma.
Ahora está, por así decirlo, en libertad, y no puede utilizar esta libertad porque le falta la fuerza que lo espiritual sólo recibe en la etapa final como ser humano y sólo entonces puede llevar a cabo lo que quiere por sí mismo. Sin embargo, en las etapas preliminares sólo tiene fuerza suficiente para realizar la actividad que se le asigna en el caparazón específico. Pero si el caparazón ha sido destruido ilegalmente, entonces sólo puede expresarse asociándose con lo espiritual en una otra forma, de modo que impulse, por así decirlo, lo espiritual interior a una mayor actividad, lo que Dios no le prohíbe temporalmente, hasta que se una nuevamente en una nueva forma externa y se le permita realizar una nueva actividad.
La maduración de lo espiritual se ve favorecida a través del cambio frecuente de su forma externa, pero nunca por una destrucción violenta, que más bien retrasa la maduración y prolonga así el curso de desarrollo. De este modo se trastorna el orden divino, lo que nunca estará exento de desventajas, y los propios hombres sentirán las consecuencias de ello, pero no podrán darse cuenta del hecho de que ellos mismos son los autores de todas las situaciones desgraciadas de la vida que están relacionadas con las creaciones de la naturaleza.
Pues lo espiritual , que se ha vuelto prematuramente libre, oprime tales creaciones naturales, y estas a su vez se vuelven extraordinariamente activas, lo que lleva a complicaciones en las obras de creación, más o menos severas, dependiendo de la destrucción ilegítima de lo que Dios permitió que surgiera con el propósito de la maduración espiritual. Porque incluso si la destrucción de cualquier forma corresponde a la ley natural divina, la duración de esa forma no debe ser cortada arbitrariamente, a menos que tal destrucción tenga lugar con la intención de crear nuevas posibilidades de maduración, dando al espiritual una mayor oportunidad de estar activo en el servicio, y esta destrucción y transformación de la antigua forma es un acto de caridad desinteresada, por eso se lleva a cabo como una bendición para los semejantes.
Tal disolución o destrucción de la antigua forma también corresponde a la voluntad de Dios y ya no se puede hablar de una liberación prematura de lo espiritual. Porque a través de la voluntad humana surgen nuevas formas externas que no son útiles, y el interior espiritual se enfrenta a nuevas tareas a través de las cuales avanza el desarrollo. Lo espiritual es, por tanto, indestructible, pero no visible para el hombre; Pero lo visible ciertamente puede disolverse y la antigua forma puede desmoronarse, pero también es fuerza de Dios, que no se desaparece, sino que sólo se retira temporalmente hasta que la voluntad de Dios la haya transformado nuevamente en una forma visible al hombre.
Siempre hay nuevos actos de creación, que se basan en el amor de Dios, para ayudar a lo espiritual a la perfección, y un perpetuo devenir y desaparecer es la señal visible de un constante desarrollo ascendente hasta que a lo espiritual se le permite vivificar la forma final, el cuerpo humano, que puede traerle la liberación final si su libre albedrío hace buen uso de ello, si cumple voluntariamente su tarea terrenal de servicio, para la cual le dan muchas oportunidades....
amén
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