B.D.-Nr. 0184
Mira, hija Mía, todos los apuros de tu vida tienen como base una profunda finalidad, y para cumplir con ella, tienes que soportar con paciencia todo lo que el Señor te imponga. A menudo surge en tí el deseo de estar cerca de tu Padre celestial como hija, y esto incluye someterse voluntariamente a sus disposiciones. Dios envía estas pruebas a Sus hijos para atraerlos cada vez más hacia Él, porque todas ellas son piedras de toque en el camino terrenal, cuya superación solo puede llevarte adelante en tu aspiración. Y nada es ordenado por el Padre Celestial en Su sabiduría sin un propósito, aunque vosotros no podáis entenderlo. Por lo tanto, debéis estar ciegamente confiados en Dios y someteros a Sus órdenes; solamente redundará en vuestra bendición.
Y ahora, hija Mía, escucha nuestras enseñanzas: Si el Señor envía a los suyos Palabras de Salvación que no son aceptadas por ignorancia, entonces deja venir pruebas sobre ellos para convencerlos de su Voluntad; porque ¡cuántas veces el hombre cree que puede escapar de un poder superior antes de que se dé cuenta de que su destino está en otros manos que las suyas propias! Y una y otra vez el Señor, en Su Amor, muestra Su misericordia a los hijos de la Tierra.
Llenar bien, es decir, en el Sentido de Dios, el breve tiempo en la Tierra con la aspiración continua a la perfección es el bien supremo que el hombre pueda llamar suyo – si es que tal es su voluntad. Y Dios dirige sus pensamientos hacia el campo espiritual siempre de nuevo; frecuentemente es advertido y se le indica la Eternidad. Si tan solo está un poco dispuesto a servir a su Señor y Creador, llega al buen camino en virtud del amor de todos los seres espirituales que, para su protección, lo acompañan en su camino de vida.
Entregarse más a la voz interior y no luchar contra los pensamientos dirigidos hacia el Más Allá, hacia la vida después de la muerte. Tales pensamientos vendrán a todos, y estos pensamientos deben volverse queridos y familiares para vosotros, en lugar de asustaros y que los rechazáis a disgusto. Quien, preocupado por la salvación de su alma, hace todo lo que le ayude a la promoción espiritual, no contempla con horror la muerte de la vida, solamente ve en ella la entrada a otra vida que le llenará el anhelo de su corazón de estar unido con su Señor y Salvador. Por consiguiente, no prestéis atención a la aflicción en la Tierra; no es más que un medio para guiaros por el buen camino que os conducirá a la Paz eterna.
Amén
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ES2 | Comunicaciones de Bertha Dudde que no figuran en los fascículos de selecciones temáticas |
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