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“Dios envió a su Hijo a la Tierra”

Cada vez de nuevo oís que el Alma de Jesús vino desde el Reino de Luz a la Tierra para encarnarse en el Hombre Jesús - una Misión para la cual precisaba de un Alma pura porque Dios mismo iba a tomar morada en ella, lo que Él sólo podía hacer si se trataba de un Alma verdaderamente pura y sin pecados... Él envió a su Hijo a la Tierra... ¿Acaso puede haber una expresión que confirma esto con más claridad?

Se trataba de un Alma no caída - contrario a las almas de seres humanos que tienen que pasar por el largo camino de evolución de la Creación4 y que empiezan su encarnación como hombre en un estado muy deficiente.

Pero esto no excluye que el Alma de Jesús tenía que luchar indeciblemente contra todo lo no-espiritual, lo que desde el exterior la acosaba. Porque su cuerpo fue materia impura, y por estas sustancias no redimidas el Alma fue reciamente acosada por influencia del adversario. El cuerpo tenía todas las pasiones terrenales y exigía la satisfacción de sus instintos que le estaban apegadas por sus sustancias todavía muy impuras.

Cuando el Alma de Jesús llegó a la Tierra era totalmente pura, pero había incontables entidades que se apegaron a ella - las que el Alma no debía quitarse de encima, sino que las debía apaciguar y conseguir que madurasen. También al Hombre Jesús, desde el exterior, le acudían corrientes espirituales impuras... y el ambiente tenía una influencia en su Alma, de modo que esta tenía que sostener todas las luchas interiores que también un alma caída tiene que sostener... por lo que no es correcta la suposición que al Hombre Jesús por la Perfección de su Alma habría resultado más fácil llevar esta Obra de Redención a cabo.

Al contrario su Alma –como era pura y sin pecados– sufría mucho más a causa del ambiente impuro, pues ella era sumamente sensible contra el pecado y contra todo que como influencia del adversario de Dios le sobrevenía por parte de los seres humanos, los “semejantes”...

Las tinieblas en las que el Alma de la Luz tenía que perdurar resultaban para ella en un tormento indecible, y sin embargo estaba colmada de un Amor ardiente para esta humanidad pecadora - pues quería redimirla del pecado y de la muerte... Aunque todo lo diabólico –lo de Lucifer– se lanzaba sobre el Alma de Jesús, no consiguió que Jesús mismo cayera en el pecado. Él resistió a todas tentaciones y luchó contra su adversario, y también contra todo lo no-espiritual que le acosaba.

Su Amor para con sus hermanos que se encontraban en desgracia no disminuyó, y también consiguió espiritualizar las sustancias no-espirituales de su cuerpo... eso por el Amor que continuamente aumentó y que colmó al Hombre Jesús de tal manera que el eterno Amor Él mismo se adueñó de él; pero este Amor nunca habría podido manifestarse en un alma pecadora sin que esta hubiera perecido...

Los seres humanos, ¿por qué no queréis admitir las palabras: “Él envió a su Hijo a la Tierra...”? Pues lo que viene de Él es perfecto, de modo que consta: “Él descendió a la Tierra”, y no: “Él subió de las profundidades...”.

Lo diabólico –lo de Lucifer– estaba rodeando al Alma de Jesús en gran medida, de modo que procuraba acosarla desde el exterior. Pero el Alma resistió al enemigo y no permitió que la hiciera caer - lo que, sí, había sido la intención del adversario de Dios...

Aunque hayan sido sustancias espirituales inmaturas las que asediaban a Jesús desde su cuerpo, o se haya tratado de seres no redimidos que como enviados de Satanás procuraban apegarse a Jesús, su Alma pura oponía resistencia y rechazó lo satánico. Mientras tanto ella hizo que lo espiritual inmaturo de su cuerpo llegue a la maduración, de manera que espiritualizado podía integrarse al Alma cuando Jesús había cumplido con su Obra de Amor.

Si se trataba de sustancias espirituales inmaturas las que asediaban a Jesús desde su cuerpo, o si se trataba de seres no redimidos que como enviados de Satanás procuraban apegarse a Jesús, el Alma pura opuso resistencia y rechazó lo satánico. Mientras tanto ella hizo que lo espiritual inmaturo de su cuerpo llegara a la maduración, lo que, de esta manera espiritualizado, podía integrarse al Alma cuando Jesús había cumplido con su Obra de Amor.

Nada más entrar en el reino de las tinieblas, y el Alma estaba expuesta a las fuerzas de Lucifer; pero no les quedó sucumbida sino les opuso resistencia porque estaba colmada de Amor, y este Amor le dio la Fuerza para aguantar hasta al final. El Amor había traído el Alma de las Alturas... Pero el Amor no la soltó sino se unió cada vez más con el eterno Amor, y de esta manera se realizó la unión que debe ser el objetivo de cada hombre que pasa por la Tierra.

Por su gran Amor, sus sufrimientos enormes y su Muerte atroz, el Hombre Jesús se ha divinizado en la Tierra. Pero también Él tuvo que luchar para alcanzar esta Divinización... y no se lo resultaba más fácil que a otros hombres, porque también los seres humanos poseen la divina Chispa de Amor; pues pueden alimentar y encenderla cuando quieran. Y para esto pueden solicitar la Ayuda de Jesús, mientras que Él siempre sólo sacó la Fuerza del Amor... pero este Amor era Dios mismo - Amor que moraba en Él.

Por otra parte, Dios sólo podía mantenerse en un ser puro y sin pecados, pues nunca habría podido instalarse en un alma que –como caída– había tenido que pasar por el camino de la Creación - el camino de desarrollo hacia lo Alto... nunca habría podido instalarse en un alma que en aquellos tiempos remotos había apostatado de Él y que rechazó su Amor... Pues ahí se trataba del pecado original... la culpa original que pesaba sobre todos los seres caídos - una culpa que habría debido ser redimida antes de que una nueva unión con Dios hubiera sido posible...

De modo que si el Alma del Hombre Jesús hubiera sido una “caída”, entonces antes de la muerte en la cruz tampoco habría sido redimida, de modo que nunca Dios mismo habría podido tomar morada en ella... Pero Él estaba en Jesús porque Él era el Amor... Dios mismo se había hecho Hombre. De otra manera la Encarnación de Dios nunca habría sido posible, y aun así esta es y siempre seguirá siendo el mayor Misterio...

Tenía que ser un Ser puro que iba a llevar a cabo el Sacrificio de Expiación por la culpa del pecado original de los hombres, porque cualquier ser caído mismo aún se encontraba bajo el dominio del adversario de Dios, y de por sí nunca habría podido reunir las fuerzas necesarias para soltarse del adversario - de su carcelero...

Ahora el hombre es capaz de ello, porque para esto Jesucristo ha muerto en la cruz... Tenía que ser un Alma de Luz que iba a sostener la lucha contra el adversario... Y Jesús la sostuvo porque su Fuerza era el Amor... porque Él en Unión con Dios ha sostenido esta lucha, de modo que Dios mismo ha redimido de pecado y muerte...

Hay que daros estas explicaciones porque conceptos erróneos también llevan a deducciones erróneas. Si Lucifer hubiera ejercido dominado sobre Jesús, no habría tenido que entrar en guerra contra Él. Pero cada alma caída se encuentra todavía bajo el poder del adversario - hasta que llegue a ser redimida por Jesucristo. Nunca un alma caída habría logrado a vencer al adversario. Sin ser realizada la Obra de Redención, también una lucha de Jesús habría sido vana; porque un ser caído que en tiempos remotos se había opuesto a la Fuerza del Amor de Dios, aunque consta que por parte de Dios había recibido una pequeña Chispa de Amor, nunca habría podido atizarla de manera que se habría formado una gran llama; pues el adversario lo habría impedido, y el ser mismo habría resultado demasiado débil.

Comprended que os perdéis en un pensar erróneo si no os libráis de la idea que el Alma de Jesús haya sido parte de Lucifer - de modo que algo que en aquellos tiempos remotos había apostatado de Dios... Con semejante concepto sólo haríais que el problema de la Encarnación de Dios se haría aún más incomprensible y cuestionable.

Por eso cada vez de nuevo hay que llamaros la atención sobre la pura Verdad de ello, porque únicamente la Verdad os da una Luz correcta, pues la Verdad siempre sólo surgirá de Dios mismo...

Amén.

“Dio mandò Suo Figlio sulla Terra.... ”

Vi viene sempre di nuovo dato il Chiarimento sul fatto, che l’Anima di Gesù veniva dal mondo di Luce sulla Terra, per incorporarSi nell’Uomo Gesù per via di una Missione che richiedeva un’Anima pura, perché Dio Stesso voleva prendere dimora in quest’Anima e lo poteva fare soltanto in un’Anima pura senza peccato. Egli inviò Suo Figlio sulla Terra. Quale Parola ve lo può confermare ancora più chiaramente? Era un’Anima non caduta, al contrario delle anime degli uomini, che devono percorrere il lungo cammino di sviluppo attraverso la Creazione ed iniziare la loro incorporazione come uomo in uno stato molto imperfetto. Questo non esclude però, che l’Anima di Gesù doveva indicibilmente lottare e combattere contro tutto lo spirituale immondo, che La opprimeva dall’esterno, perché il Suo Corpo era materia immatura e da queste sostanze non redente l’Anima veniva duramente oppressa attraverso l’influenza dell’avversario. Il Corpo era attaccato da tutte le passioni terrene ed esigeva l’adempimento dei suoi istinti, che gli erano ancora attaccati quindi come appartenenza delle sostanze ancora molto immature del Corpo. L’Anima di Gesù venne sulla Terra totalmente pura, ma si appendevano a Lei innumerevoli entità immature, le quali l’Anima non doveva scuotersi di dosso, ma le doveva addolcire e portare alla maturazione. Anche dall’esterno infuriava pure dello spirituale immaturo contro all’Uomo Gesù, l’ambiente agiva sulla Sua Anima, in modo che questa aveva da sostenere tutte le lotte interiori, che anche un’anima caduta doveva sostenere, e perciò è ingiusto dire che per via della perfezione della Sua Anima all’Uomo Gesù fosse stato più facile compiere quest’Opera di Redenzione. Al contrario, la Sua Anima soffriva, perché era pura e senza peccato, soffriva ancora di più sotto l’ambiente immaturo, la Sua pura Anima era oltremodo sensibile contro il peccato, contro tutto ciò che infuriava contro di Lui come l’agire dell’avversario di Dio da parte dei prossimi. L’oscurità nella quale l’Anima di Luce doveva dimorare, era per Lei un tormento inesprimibile, e ciononostante era colma dell’ardente Amore per questa umanità empia e la voleva redimere dal peccato e dalla morte. Tutto il luciferino si spingeva bensì verso l’Anima di Gesù, ma nulla poteva riuscire affinché Gesù Stesso cadesse nel peccato. Egli resistette a tutte le tentazioni, Egli combatté contro il Suo avversario e contro tutto lo spirituale immondo che Lo opprimeva. Il Suo Amore non diminuiva verso i Suoi fratelli che erano nella miseria, e Gli riuscì pure a spiritualizzare le sostanze spirituali immonde del Suo Corpo, appunto attraverso l’Amore, che aumentava costantemente e colmava l’Uomo Gesù talmente, che l’Eterno Amore Stesso prese dimora in Lui, il Quale non avrebbe però mai potuto manifestarSi in un’anima empia, senza che questa fosse svanita. Perché voi uomini non volete lasciar valere questa Parola: “Egli mandò Suo Figlio sulla Terra..”? Quello che proviene da Lui, è perfetto e quindi si dice: “Egli discese sulla Terra”, non: “Egli salì dall’abisso.... ” Il luciferino circondò bensì moltissimo l’Anima di Gesù, ma si avvicinò alla Sua Anima dall’esterno, che però gli resistette e non si lasciò portare alla caduta, cosa che era l’intenzione dell’avversario di Dio. Sia che siano state delle sostanze spirituali immature, che Lo opprimevano dal Corpo, sia che erano degli esseri non redenti, che cercavano di appendersi a Lui come inviati di Satana, la Sua pura Anima prestò resistenza e respinse il satanico, mentre portava lo spirituale immaturo del suo Corpo alla maturazione, in modo che si poteva unire spiritualizzato con l’Anima, quando Gesù aveva compiuto la Sua Opera d’Amore. Appena l’Anima entrò nel regno dell’oscurità, era anche esposta alle forze luciferine, ma non soccombette a queste, ma le resistette, perché fu colma d’Amore e questo Amore Le diede la Forza di perseverare fino alla fine. L’anima però portò l’Amore dall’Alto, l’Amore non La lasciò, ma Si unì sempre di più con l’Eterno Amore, quindi si svolse l’unificazione, che dev’essere la meta finale di ogni uomo che passa sulla Terra. L’Uomo Gesù Si E’ divinizzato sulla Terra tramite il Suo grande Amore ed il Suo smisurato soffrire e tormentoso morire. Ma anche Lui doveva lottare per raggiungere questa Divinizzazione, per Lui non era più facile che per ogni altro uomo, perché anche gli uomini possiedono la scintilla divina d’amore e la possono nutrire costantemente e farla divampare chiaramente. Per questo possono richiedere l’Aiuto di Gesù, mentre Gesù attingeva la Forza sempre soltanto dall’Amore, questo Amore però Era Dio Stesso, il Quale Si celava in Lui. Dio d’altra parte Si poteva celare soltanto in un essere senza peccato, non avrebbe mai potuto entrare in un’anima che, da caduta, aveva percorso la via verso l’Alto attraverso la Creazione, un’anima, che una volta era “caduta” da Lui ed ha rifiutato il Suo Amore, perché appunto questa era la colpa primordiale, che gravava su tutti gli esseri caduti, e questa colpa ur avrebbe dovuto essere estinta, prima che fosse possibile di nuovo un’unione con Dio. Se l’Anima dell’Uomo Gesù quindi fosse stata un’anima “caduta”, allora prima della morte sulla Croce non era redenta, ed allora Dio Stesso non avrebbe mai potuto prendere dimora in lei. Ma Lui Era in Gesù, perché Egli Era l’Amore. Dio Stesso Era diventato Uomo. Ma la Divenuta Uomo di Dio non sarebbe mai potuta essere possibile, che però è e rimarrà il più grande Mistero. Un Essere puro doveva compiere l’Opera dell’Espiazione per la colpa primordiale degli uomini, perché un essere caduto stava lui stesso ancora sotto il dominio dell’avversario di Dio e da sé stesso non avrebbe mai potuto avere la forza di staccarsi dall’avversario, dal suo carceriere. Ora l’uomo lo può fare, perché per questo Gesù Cristo è morto sulla Croce. Un’Anima di Luce doveva combattere contro l’avversario, e Gesù ha sostenuto questa lotta, perché la Sua Forza Era l’Amore, perché Lui Stesso conduceva questa lotta unito con Dio Stesso, l’Eterno Amore, e quindi Dio Stesso ha redento gli uomini dal peccato e dalla morte. Su questo dev’essere dato chiarimento a voi uomini, perché delle opinioni errate conducono anche a conclusioni errate. Lucifero non avrebbe dovuto condurre nessuna lotta contro Gesù, se avesse posseduto il dominio su di Lui. Ogni anima caduta si trova sotto il potere dell’avversario, finché è redenta da Gesù Cristo. Un anima caduta non sarebbe mai riuscita a vincere l’avversario. L’Opera di Redenzione però non era ancora compiuta, una lotta di Gesù sarebbe quindi stata senza risultato, perché un essere caduto, che una volta si è opposto contro la Forza d’amore di Dio, aveva bensì ricevuto da Dio una piccola scintilla d’amore. ma questa non avrebbe mai potuto divampare in un chiaro ardore, perché l’avversario lo avrebbe impedito e l’essere stesso era troppo debole. Comprendetelo, voi uomini, che vi smarrite nel pensare errato, se non vi liberate di questa opinione, che l’Anima di Gesù è una parte luciferina, quindi una volta caduta da Dio. Rendereste questo problema della Divenuta Uomo di Dio ancora più incomprensibile e dubbioso attraverso questo punto di vista. Perciò vi deve sempre di nuovo essere sottoposta la pura Verità, perché soltanto la Verità fornisce a voi uomini una vera Luce, e la Verità procederà sempre da Dio Stesso.

Amen