Si la Obra de Redención de Jesucristo se os explica una y otra vez, sucede porque solamente son pocos los que pueden comprender el profundo significado de Ella, y por eso hay que repetir siempre de nuevo que la vida terrenal no ha cumplido su propósito si el hombre no toma posición ante Jesucristo y Su Obra de Redención. Porque solo de esto depende su redención de la gran deuda primordial que él mismo nunca puede pagar, aun si regresara a la Tierra siempre de nuevo.
Esa culpa original consistía en el abandono voluntario de Mí, en el rechazo de Mi Fuerza de Amor, en la arrogancia de los seres que se creían fuertes incluso sin recibir Mi Fuerza. Y el pecado era tan grande porque los seres estaban irradiados de Luz, es decir, en la más clara comprensión. Se rebelaron conscientemente contra Mí, a Quien no veían, pero a Quien reconocían como su Dios y Creador, y siguieron al ser que podían ver, el primero en salir de Mí y también el primero en alejarse de Mí y rechazarMe a Mí y a Mi Amor.
Toda la apostasía de los seres fue una ofensa contra Mí tan grave que nunca más Me hubieran podido ofrecer expiación suficiente por esta culpa y nunca lo habrían hecho por sí mismos, sino que se enfrentaron a Mí con hostilidad y se alejaron constantemente de Mí. Rechazaban mi Fuerza de Amor, que a partir de este momento ya no podía actuar porque se encontraba con resistencia. Y así estos seres perdieron su vida, porque la Fuerza Vital, el Amor, ya no fluía por ellos.
Se endurecieron en sí mismos, la fuerza que una vez fue emitida como ser estaba sin vida, ya no actuaba, y todo lo que alguna vez fue creado como ser vivo estaba muerto. Que esta Fuerza, una vez emitida por mí, después fue transformada en la Creación se os ha explicado una y otra vez, y también el paso de los seres caídos a través de esta Creación hasta el hombre. Ahora el ser otra vez es consciente de sí mismo y ya ha alcanzado un cierto grado de madurez, pero todavía está cargado con la gran culpa primaria, por la cual él mismo nunca puede hacer expiación, ni en la vida terrenal ni en el Reino del más allá.
Pero un día debe volver otra vez, y esto solo puede hacerse mediante la expiación de la culpa original, que fue realizada por un sacrificio de un tipo incomparable por un Hombre que se ofreció a Mí Mismo como Sacrificio de Expiación, Que entregó su vida bajo terribles tormentos por amor a los demás, cuya condición fatal reconoció y Que quiso ayudarlos a volver a Mí para poder entrar otra vez en el Reino de la Luz y de la Felicidad.
El gran pecado de la caída de Mí solo podía ser borrado por el amor, pero ningún hombre tenía amor, porque el ser había rechazado toda Radiación de Amor. Solo un ser podía realizar esta expiación que era irradiado de Amor él mismo, que estaba íntimamente unido a Mí como el Amor Eterno. Pero un hombre ya no era capaz de amar hasta el punto de que hubiera podido hacer tal sacrificio de devoción a causa de su antigua salida del Orden eterno.
Y así se ofreció un ser de luz, un espíritu original, que permaneció fiel a Mí en aquella apostasía de los espíritus y que, por lo tanto, estaba todavía lleno de amor para hacerme este sacrificio, porque solamente podía aceptar como expiación un tal sacrificio de amor, porque la culpabilidad primordial consistía en el rechazo de Mí amor. Y el alma de la luz que se encarnó en el Hombre Jesús, hizo un sacrificio único; Jesús dio su vida en la cruz para adquirir otra vez para los hombres, aquellos seres una vez caídos, la salvación, la vida. Murió en la cruz y sufrió indeciblemente por toda la humanidad.
Y Me he conformado con este sacrificio que ha traído el Amor. Porque el Amor es mi Esencia original, y así Yo Mismo estaba en el Hombre Jesús, Yo Mismo expié la gran culpa. Y vosotros, los hombres, debéis reconocer también en la vida terrenal este sacrificio de Jesús; debéis reconocerMe a Mí Mismo reconociéndolo y confesarme de tal manera que habéis pecado contra Mí, sintiéndoos ahora de nuevo como Mis criaturas, dándome nuevamente vuestro amor, conociéndome a Mí Mismo en Jesús y pidiéndome perdón por vuestra gran culpa.
Debéis querer liberaros conscientemente de vuestra culpa e dirigiros a Aquel que ha prestado la expiación por vosotros. No podéis pasar por delante de Jesucristo, sino no seréis eternamente libres de vuestra culpa. Considerad que todo lo que veis a vuestro alrededor, el universo entero con todas las creaciones, solamente ha surgido como consecuencia de vuestra antigua caída en el pecado, considerad el efecto que ha tenido esta apostasía de Mí y que ahora Uno ha venido a la tierra Quien ha tomado vuestra gran culpa sobre Sí mismo y con ella ha tomado el camino hacia la cruz, para que la Obra del Retorno desde lo profundo hacia lo alto pudiera ser terminada también con el último éxito, para que el ser pueda volver puro y sin culpa ante el rostro del Padre.
Y entonces también reconoceréis el gran significado de la Obra de Redención de Jesús y sabréis que este es vuestro verdadero propósito en la vida terrenal, entrar en contacto con Él, con el Divino Redentor Jesucristo, y ser guiados por Él hacia el buen camino que lleva a la Casa del Padre. Pensad que de ninguna manera podréis vosotros mismos saldar la culpa primordial, que debéis aceptar la ayuda de Aquel que solo estaba lleno de amor y que no se cerró al mismo Amor divino, Mi Radiación eterna, Quien se transformó en recipiente de Mi Amor y Me preparó morada para que pudiera poseerlo plenamente.
Considerad que el Amor Eterno Mismo ha pagado por vosotros la deuda del pecado, y aceptad esta Obra de Misericordia si queréis ser salvos y volver al Padre, del cual una vez partisteis como supremamente perfectos. Y no paséis por delante de Jesucristo, porque sin Él no podéis ser salvos.
Amén
TraductorSi vous recevez toujours de nouveau des explications sur l’Œuvre de Rédemption de Jésus-Christ, cela se produit parce que seulement peu d’hommes estiment à juste titre sa profonde signification et donc il doit toujours de nouveau vous être dit que la vie terrestre ne s’est pas acquitté de son but lorsque l’homme durant celle-ci ne prend pas position envers Jésus-Christ et envers Son Œuvre de Rédemption. Car sa rédemption dépend uniquement de la grande faute primordiale qu’il ne pourra jamais effacer, même s’il retournait toujours de nouveau sur la Terre. Cette faute primordiale consistait dans le libre éloignement de Moi, dans le refus de Ma Force d’Amour, dans l’arrogance des êtres qui se croyaient forts même sans Mon apport de Force. Et le péché était aussi grand parce que les êtres étaient pénétrés de Lumière, donc ils étaient dans la plus claire connaissance. Ils se sont rebellés consciemment contre Moi qu’ils ne voyaient pas, mais qu’ils reconnaissaient comme leur Dieu et Créateur, et ils suivaient cet être qu’ils pouvaient voir, qui était le premier à procéder de Moi et aussi le premier à Me renier et à repousser Moi et Mon Amour.
Toute la défection des êtres était un péché contre Moi qui était si grave que jamais plus ils n’auraient pu expier cette faute contre Moi et ils ne l’auraient jamais fait d’eux-mêmes, mais ils se sont posés plutôt en mode hostile envers Moi et ils s’éloignaient toujours davantage de Moi. Ils ont refusé Ma Force d’Amour qui ne pouvait maintenant plus agir, parce qu’elle se heurtait contre une résistance. Et ces êtres perdaient donc leur vie, parce que la Force vitale, l’Amour, ne coulait plus à travers eux. Ils se sont endurcis, la Force autrefois rayonnée comme êtres était sans vie, elle n’était plus active, et tout ce qui autrefois avait été créé comme êtres vivants était mort.
Le fait que cette Force autrefois rayonnée de Moi était maintenant transformée en Création vous a toujours été expliqué et même le chemin des êtres tombés à travers cette Création jusqu’à l’homme. Maintenant l’être est de nouveau auto-conscient et a atteint déjà un certain degré de maturité, mais il est toujours encore chargé de la grande faute primordiale, pour laquelle lui-même ne peut jamais prêter l’expiation, ni dans la vie terrestre ni dans le Règne de l’au-delà. Mais un jour il doit de nouveau revenir, et cela peut se produire seulement à travers l’effacement de la faute primordiale, ce qui a été accompli à travers le Sacrifice incomparable d’un Homme, Lequel S’est offert Lui-Même à Moi comme Sacrifice d’Expiation, Qui a donné Sa Vie sous d’horribles tourments par Amour pour le prochain, Qui a reconnu l’état de malheur du prochain qu’Il voulait aider à retrouver le chemin du retour à Moi et pouvoir de nouveau entrer dans le Règne de la Lumière et de la Béatitude.
Le grand péché de la défection de Moi ne pouvait être éteint que par l’Amour. Mais aucun homme n’avait plus l’amour, vu que l’être avait repoussé tout Rayonnement d’Amour. Cette Expiation pouvait être prêtée seulement par un Être Qui était Lui-Même pénétré d’Amour, Qui était intimement uni avec Moi Qui suis l’Éternel Amour. Mais à cause de sa sortie d’autrefois de l’Ordre éternel, l’homme n’était plus capable d’aimer dans la mesure de pouvoir porter un tel sacrifice de dévouement. Et ainsi un Être de Lumière s’est offert, un Esprit primordial Qui M’était resté fidèle dans la chute des esprits et Qui donc était encore rempli d’Amour pour M’apporter ce Sacrifice, parce que Je pouvais accepter comme Expiation seulement un tel Sacrifice d’Amour, parce que la faute primordiale consistait dans le refus de Mon Amour. Et cette Âme de Lumière qui s’était incorporée dans l’Homme Jésus, a porté un unique Sacrifice. Jésus a donné Sa Vie sur la Croix pour racheter de nouveau les hommes, les êtres autrefois tombés, et leur permettre de retrouver la Béatitude et la Vie.
Il est mort sur la Croix et a souffert indiciblement pour l’humanité entière. Et Je Me suis contenté de ce Sacrifice que l’Amour a porté, parce que l’Amour est Mon être primordial et donc Moi-même J’étais dans l’Homme Jésus, Moi-même J’ai expié la grande faute. Et vous les hommes devez reconnaître dans la vie terrestre ce Sacrifice de Jésus, en le reconnaissant vous devez Me reconnaître Moi-Même et aussi Me déclarer que vous avez péché contre Moi, en vous sentant de nouveau comme Mes créatures, en M’offrant de nouveau votre amour, en Me reconnaissant Moi-Même en Jésus et en Me priant pour le Pardon de votre grande faute. Vous devez vouloir devenir consciemment libre de votre faute et aller vers Celui Qui a prêté pour vous l’Expiation. Vous ne pouvez pas passer outre Jésus-Christ, autrement vous ne vous libérerez éternellement pas de votre faute. Considérez que tout ce que vous voyez autour de vous, l’univers entier avec toutes les créations, n’est qu’une conséquence de votre péché passé. Pensez à l’effet de cette apostasie et au fait qu’un Seul Homme est venu sur terre pour assumer votre grande culpabilité et pour la porter à la Croix afin que l’œuvre de retour de la profondeur vers le Haut puisse être achevée, même avec le dernier succès, afin que l’être puisse à nouveau se présenter pur et innocent devant la face du Père. Et vous reconnaîtrez alors aussi la grande signification de l’Œuvre Rédemptrice de Jésus et vous saurez que c’est là votre but propre de la vie terrestre : entrer en contact avec Lui, le divin Rédempteur Jésus-Christ, et être maintenant guidé par Lui sur la juste voie qui mène à la maison paternelle.
Pensez que vous-mêmes ne pouvez pas effacer d’aucune manière la faute primordiale, que vous devez accepter l’aide de Celui, Qui Seul était rempli d’Amour et Qui n’a pas repoussé le divin Amour Même – Mon Rayonnement toujours continu – Lequel S’est fait réceptacle de Mon Amour et a préparé pour Moi une demeure, de sorte que Je pouvais prendre totalement possession de Lui. Pensez que l’Éternel Amour Même a éteint pour vous la faute du péché, et acceptez cette Œuvre de Miséricorde si vous voulez devenir bienheureux et revenir de nouveau au Père dont vous êtes autrefois procédés sublimement parfaits. Ne passez pas au-delà de Jésus-Christ, parce que sans Lui vous ne pouvez pas devenir bienheureux.
Amen
Traductor