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La recepción de la Palabra es un acto del libre albedrío....

Yo os necesito, Mis servidores en la Tierra.... Porque no puedo, mediante un trabajo inusual, obligar a las personas a creer en un Dios y Creador que aún no tienen esta fe. Y si Yo me dirigiera audiblemente a las personas desde arriba, entonces perderían su libre albedrío; ellas tendrían que creer y sólo estarían bajo esta impresión e inevitablemente cumplirían lo que es Mi voluntad. Pero hay dirigirse nuevamente a ellas porque están en una gran necesidad espiritual, y por eso tengo que hablarles por boca humana y dejar a su libre albedrío si quieren aceptar Mi Palabra o no....

Yo os necesito y vosotros mismos lo comprenderéis también; sentiréis Mi presencia y sabréis que es vuestro Padre Que está en el cielo Quien os habla, Quien siempre os anima a comunicaros a vuestros semejantes y a hacerles saber de Mi obra inusual en vosotros.... pero inusual, de hecho, sólo para aquellos que aún no saben nada de Mi amor y de Mi misericordia, que se aplica a todas las personas, que aún no Me conocen a Mí ni a Mi Ser y por lo tanto no buscan ningún tipo de conexión Conmigo.... Y a ellos quiero revelarme como un Padre Quien se preocupa por el bienestar de Sus hijos; Quiero revelarme a ellos como un Dios de amor, sabiduría y poder....

Y os necesito, servidores Míos, para poder dirigirme a los humanos a través de vosotros. Porque no tengo muchas herramientas a Mi disposición porque es un acto de libre albedrío aceptar Mi Palabra, que también requiere requisitos previos que no se encuentran muy a menudo entre los humanos. Una fe profunda, adquirida a través del amor debe hacerles escuchar interiormente.... deben esperar conscientemente Mi discurso, aferrarse a ella y estar siempre dispuestos a transmitir lo que reciben. Sólo una fe profunda hará que escuchen dentro de sí mismos, y sólo puedo revelarme si el humano se conecta Conmigo en esta fe y ahora Me deja hablarle.

El hecho de que ahora os exija con tanta urgencia la difusión de lo que os llega, se basa en la gran ignorancia de los humanos que pasan por la vida terrenal con pensamientos solamente dirigidos hacia lo terrenal, que no saben ni creen absolutamente nada acerca del reino que está fuera de la Tierra, al cual entrarán una vez cuando haya terminado su vida física. Estos seres humanos se encuentran en la necesidad más grande porque no puede perecer porque sus almas continúan viviendo después de la muerte del cuerpo. Y a estas almas no les espera ningún buen destino, porque entran en el reino del más allá en completa oscuridad, y tendrán que soportar mucho sufrimiento y tormento antes de que un pequeño rayo de luz brille sobre ellas....

Quiero darles a los humanos este pequeño rayo de luz antes de que llegue el fin. Sólo quiero ayudarlos a que ellos mismos establezcan contacto con su Dios y Creador, para que se ocupen pensando en Él y que Yo Mismo ahora pueda influir en sus pensamientos.... Y por eso trato de dirigirme a ellos, y vosotros debéis servirme al respecto, para que Yo pueda expresarme según vuestra voluntad y que vuestros semejantes reciban conocimiento al respecto....

Debéis dejaros instruir por Mí y luego transmitir vuestro conocimiento pero siempre en forma inalterada, porque lo que surge de Mí es pura verdad y debe ser transmitida sin distorsión alguna, porque debe obrar como una luz en los corazones humanos que tienen poca luz. Y verdaderamente Me estáis haciendo un servicio por el cual os bendeciré, porque amo a todas Mis criaturas y ninguna de ellas debe volver a perderse por un tiempo interminablemente largo. Y es por eso que Mi poder de amor fluirá hacia vosotros una y otra vez, mientras queráis servirme. Yo Mismo os demostraré Mi presencia, en el sentido de que Mis revelaciones también os tocarán de una manera inusual, porque Yo ya no necesito temer ninguna compulsión de creer en vosotros que Me probáis vuestra fe en Mi cada día, cuando esperáis Mi discurso y trabajáis para Mí....

amén

Traductor
Traducido por: Hans-Dieter Heise

Der Wortempfang ist ein freier Willensakt....

Ich brauche euch, Meine Diener auf Erden.... Denn Ich kann nicht durch ungewöhnliches Wirken die Menschen zum Glauben zwingen an einen Gott und Schöpfer, die diesen Glauben noch nicht besitzen. Und würde Ich aus der Höhe die Menschen hörbar anreden, so wäre es um eure Willensfreiheit geschehen, sie müßten glauben und würden nur noch unter diesem Eindruck stehen und zwangsläufig verrichten, was Mein Wille ist. Doch sie müssen wiederum angesprochen werden, weil sie sich in großer geistiger Not befinden, und darum muß Ich durch Menschenmund zu ihnen reden und es ihrem freien Willen überlassen, ob sie Mein Wort annehmen wollen oder nicht.... Ich brauche euch, und ihr selbst werdet es auch verstehen; ihr werdet Meine Gegenwart spüren und wissen, daß es euer Vater im Himmel ist, Der zu euch redet, Der euch immer nur dazu anregt, euch den Mitmenschen mitzuteilen und ihnen Kenntnis zu geben von Meinem ungewöhnlichen Wirken in euch.... ungewöhnlich zwar nur für jene, die noch nichts von Meiner Liebe und Erbarmung wissen, die allen Menschen gilt, die Mich und Mein Wesen noch nicht kennen und darum selbst keinerlei Bindung mit Mir suchen.... Und diesen will Ich Mich offenbaren als ein Vater, Dem das Wohl Seiner Kinder am Herzen liegt; Ich will Mich ihnen offenbaren als ein Gott der Liebe, Weisheit und Macht.... Und Ich brauche euch, Meine Diener, auf daß Ich durch euch die Menschen anreden kann. Denn es stehen Mir nicht viele Werkzeuge zur Verfügung, weil es ein freier Willensakt ist, Mein Wort entgegenzunehmen, der auch Voraussetzungen bedingt, die nicht sehr oft bei den Menschen anzutreffen sind. Es muß ein tiefer Glaube, der durch die Liebe gewonnen wurde, sie zum Horchen nach innen veranlassen.... sie müssen bewußt Meine Anrede erwarten, sie festhalten und stets bereit sein, weiterzuleiten, was sie empfangen. Ein tiefer Glaube nur wird sie veranlassen, in sich hineinzuhorchen, und nur dann kann Ich Mich offenbaren, wenn der Mensch in diesem Glauben sich Mir verbindet und Mich nun zu sich reden lässet. Daß Ich nun von euch so dringend die Verbreitung dessen fordere, was euch zugeht, hat seine Begründung in der großen Unwissenheit der Menschen, die durch das Erdenleben gehen mit nur irdisch gerichteten Gedanken, die nichts.... aber auch gar nichts wissen und glauben von dem Reich, das außerhalb der Erde ist, das sie einmal betreten werden, wenn ihr Leibesleben beendet ist. Es sind diese Menschen in größter Not, denn sie können nicht vergehen, weil ihre Seelen weiterleben nach dem Tode des Leibes. Und diese Seelen erwartet kein schönes Los, denn sie gehen in völliger Dunkelheit in das jenseitige Reich ein, und sie werden viel Leid und Qual erdulden müssen, bevor ein kleiner Lichtschimmer ihnen leuchtet.... Ich möchte den Menschen diesen kleinen Lichtschimmer noch geben, bevor das Ende ist. Ich möchte ihnen nur dazu verhelfen, daß sie selbst den Kontakt herstellen mit ihrem Gott und Schöpfer, daß sie sich in Gedanken mit Ihm befassen und Ich nun Selbst auf ihre Gedanken einwirken kann.... Und deshalb suche Ich, sie anzusprechen, und ihr sollet Mir dazu dienen, daß Ich Mich eurer Bereitwilligkeit entsprechend äußern kann und die Mitmenschen Kenntnis davon erhalten.... Ihr sollet euch von Mir belehren lassen und dann euer Wissen weitergeben, aber immer in unveränderter Form, denn was von Mir ausgeht, ist reine Wahrheit, und sie soll unverbildet weitergegeben werden, wenn sie als Licht wirken soll in den Menschenherzen, die wenig Licht besitzen. Und ihr erweiset Mir wahrlich einen Dienst, für den Ich euch segnen werde, denn alle Meine Geschöpfe liebe Ich, und keines von ihnen soll verlorengehen wieder auf endlos lange Zeit. Und darum wird euch auch immer wieder Meine Liebekraft zuströmen, solange ihr Mir dienen wollet, Ich werde Selbst euch Meine Gegenwart beweisen, indem auch euch Meine Offenbarungen ungewöhnlich berühren werden, denn Ich brauche bei euch keinen Glaubenszwang mehr befürchten, die ihr euren Glauben Mir täglich beweiset, wenn ihr Meiner Ansprache harret und für Mich tätig seid....

Amen

Traductor
This is an original publication by Bertha Dudde