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Fe en un Ser sumamente perfecto....

La creencia en la omnipotencia de Dios da al ser humano paz interior tan pronto como siente el poder del amor de Dios dentro de sí mismo a través de su propia obra de amor; por ahora está seguro del amoroso cuidado de su Padre, Que le ofrece protección segura en cada peligro del cuerpo y del alma. Reconocer a Dios como un Ser sumamente perfecto significa estar convencida de Su amor, sabiduría y omnipotencia, y esta es una fe profunda que beneficia el ser humano en todos los sentidos. Un Ser sumamente perfecto sólo quiere el bien para todas Sus criaturas, y Él también determinará el camino del ser humano en la Tierra según Su discreción, ya que le traerá el mayor éxito. Y nada será imposible para este Ser porque Su voluntad y Su poder hacen que todo sea posible.

Por tanto, una fe profunda debe garantizar la paz interior de Quien se siente criatura de Aquel, Que es sumamente perfecto. Porque la perfección sólo puede querer crear de nuevo algo perfecto o redirigir de regreso a la perfección algo que se ha vuelto imperfecto. Y como esta voluntad es decisiva, cada acontecimiento sólo servirá a este fin y, por tanto, será bueno, aunque los seres humanos no lo reconozcan a menos que sean profundamente creyentes, es decir, convencidos del amor, de la sabiduría y de la omnipotencia de Dios. Saber que uno mismo está al cuidado del Ser superior debe hacer feliz a la persona y eliminar todas las preocupaciones. Pero el requisito previo para ello es la creencia de que ningún otro poder puede frustrar los planes del Ser supremo y, por lo tanto, ya no hay que temer a otro poder tan pronto como el ser humano se confía al Ser supremo.

Dios tiene el mayor poder en el cielo y en la Tierra, y cualquier poder opositor es pequeño ante Él. Pero el amor de Dios abarca todo lo que tiende hacia Él, lo que Le reconoce a Él, lo que vive en la fe a Él. Y este amor obra unido con el poder, por lo que toda la ejecución de la voluntad divina es un acto de amor divino, y como el poder y el poder de Dios es ilimitado, toda voluntad también puede realizarse. Pero donde el amor de Dios determina Su voluntad, ya no es necesaria toda preocupación que los seres humanos tengan por su bienestar en la Tierra....

Donde reinan el amor y la sabiduría, donde la omnipotencia es ilimitada y lo que realiza el amor, la sabiduría y la omnipotencia y a qué apunta a la perfección, allí hay un Ser activo Que es insuperable en Su perfección y entregarse a Éste garantiza la suerte más bendita en la Tierra y en la eternidad, porque el ser, que es la criatura del Ser más supremo nunca necesita tomar en serio sus propias necesidades y preocupaciones, por lo que la Deidad Eterna Se hace cargo de todo cuidado de la criatura, que se entrega a sí mismo y su voluntad a Él.

La fe profunda en Dios por tanto, da al ser humano tranquilidad y paz, porque se sabe guiado y protegido y tampoco teme las resistencias que tiene que superar en aras de la madurez de su alma. Constantemente obtiene fuerza de Dios y saldrá victorioso en cada lucha de su alma con su adversario. Ya el reconocimiento de la perfección del Ser Supremo es una fe profunda hace al ser humano esperanzador y libre de preocupaciones. Porque lo que el hombre teme sólo pueden ser los efectos de la imperfección, es decir, el obrar del adversario de Dios o de su propia insuficiencia. Y cuando ambos se enfrentan a la perfección a través de su propia devoción, lo primero se derrumba en sí mismo y todo temor desaparece del humano, porque el Ser más perfecto puede todo y quiere todo lo que es bueno. Y sólo hay que temer el mal si un ser humano no reconoce a Dios.

Por eso es absolutamente necesaria una fe profunda si un ser humano quiere alcanzar la paz interior y pasar su vida terrenal con la esperanza despreocupada de un final feliz. Pero quien carece de esta fe, su vida será una lucha constante con los poderes de las tinieblas, y esto significa inquietud constante, miedo al destino y dudas interiores mientras la persona tenga la voluntad debilitada y aún no se haya decido a favor o en contra de Dios.

El apóstata de Dios, sin embargo, es apoyado por las fuerzas del inframundo, y su vida terrenal puede fingir paz y despreocupación, pero su alma nunca participa de ello, y al final de su vida terrenal llega la gran miseria del alma, que ahora está a merced de los poderes de las tinieblas, porque ella reconoció a éstos en la Tierra y no al Ser Supremo, Que en Su perfección también intentó a conquistar esta alma, pero fue constantemente rechazado porque el ser humano carecía de fe, sin el cual no hay ascenso espiritual, ni dicha, ni paz interior....

amén

Belief in a supremely perfect being....

Faith in God's omnipotence gives the human being inner peace as soon as he also feels God's strength of love within himself through his own activity of love; for now he is certain of the father’s loving care, which offers him safe protection in every danger of body and soul. To recognize God as a supremely perfect being means to be convinced of His love, wisdom and omnipotence, and this is profound faith which has a beneficial effect on the human being in every way. A being Which is supremely perfect only wants good for all Its living creations, and It will also determine the human being's path on earth according to Its discretion, as it will result in the greatest success for him. And nothing will be impossible for this being because His will and His strength will accomplish everything. Consequently, a profound faith must guarantee the human being's innermost tranquillity who feels himself to be a creature of the one Who is supremely perfect. For perfection can only want to shape what has become perfect again or lead what has become imperfect back to perfection. And because this will is decisive, every happening will only serve this purpose and thus be good, although the human being does not recognize it as long as he is not deeply believing, thus convinced of God's love, omnipotence and wisdom. To know oneself in the care of the supreme being must make the human being happy and take away every worry. But this requires the belief that no other power can thwart the plans of the supreme being and that consequently another power is no longer to be feared as soon as the human being entrusts himself to the supreme being. God has the greatest power in heaven and on earth, and every opposing power is small before Him. But God's love takes hold of everything that strives towards Him, that acknowledges Him, thus lives in faith in Him. And this love works united with strength, thus every implementation of divine will is an act of divine love, and since God's might and strength is unlimited, every will can also be implemented. But where God's love determines His will, every worry the human being has on earth about his fate is invalid.... Where love and wisdom reign, where omnipotence is unlimited and what love, wisdom and omnipotence accomplish aims for perfection, there a being is active Which is unsurpassable in Its perfection and to Whom surrender guarantees the most blissful fate on earth and in eternity, for the being, which is a creature of the supreme being, will never ever need to attach importance to its own needs and worries if the eternal deity takes over all care for the creature which surrenders itself and its will to Him. Deep faith in God therefore gives the human being peace and tranquillity, for he knows that he is guided and protected and is not afraid of the oppositions he has to overcome for the sake of his soul's maturity. He constantly draws strength from God and will remain victorious in every battle of his soul with its opponent. Already the acknowledgement of the perfection of the supreme being is profound faith which makes the human being confident and carefree. For what man fears can only be the effects of imperfection, that is, the work of God's adversary or his own inadequacy. And when both are confronted by perfection through one's own devotion, the former collapses and all anxiety leaves the human being, for the most perfect being can do everything and wants everything that is good. And only evil is to be feared if the human being does not acknowledge God. This is why profound faith is absolutely necessary if the human being wants to attain inner peace and live out his earthly life in carefree happiness and hope for a blissful end. But anyone who lacks this faith will live an incessant battle with the powers of darkness, and this means constant restlessness, fear of fate and inner doubt as long as the human being is of weakened will and has not yet decided for or against God. The apostate, however, is supported by the forces of the underworld, and his earthly life can certainly feign peace and carefreeness but his soul never participates in it, and at the end of his earthly life comes the soul's great hardship, which is now at the mercy of the powers of darkness, because it acknowledged them on earth and not the supreme being, Who in His perfection also tried to win this soul but constantly found rejection, because the human being lacked all faith, without which there is no spiritual ascent, no beatitude and no inner peace....

Amen