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Esferas de luz.... Diferente intensidad luminosa.... Ser hijo de Dios....

En el mundo espiritual hay muchas gradaciones, muchos grados de dicha, que son reconocibles como radiaciones de luz de distinta intensidad y que corresponden al grado de madurez de las almas. En cuanto el ser, el alma, ha entrado en el reino de la luz, la felicidad y la beatitud son su parte porque puede recibir la emanación de la fuerza de Dios, que siempre significa beatitud, aunque el alma sólo pueda recibirla en pequeña medida según su madurez. Pero la felicidad del ser aumenta según su actividad de amor, que significa siempre un aumento de fuerza, es decir un aumento de la irradiación del amor divino. Y el ser puede ser activo sin restricción, estando en un estado de vida, de libertad y amor constante por el uso contínuo de la fuerza proveniente de Dios, que le fluye continuamente y que le produce una profunda felicidad. El ser, ahora continuamente activo, trabaja en el amor retransmitiendo la fuerza y haciendo también felices con ella a innumerables seres y promoviendo el progreso espiritual de los mismos y, al mismo tiempo, desarrollándose a sí mismo hacia una perfección cada vez mayor, lo que resulta de nuevo en una mayor afluencia de fuerza de Dios. Y cada vez son más luminosos los rayos de luz que rodean al ser. No hay límite en el reino de la luz, y las esferas de luz están en todas partes donde los seres han alcanzado el grado de madurez que les permite recibir la emanación divina., y ser impregnados de su fuerza de amor. Pero como la abundancia de la fuerza que se recibe corresponde al grado de madurez, las esferas de luz tendrán también diferentes intensidades de luz, pues cuanto más perfecto es el ser, más cerca está de la Deidad eterna que, como fuente original, irradia una abundancia inconcebible de luz sobre todos los seres. Pero como lo espiritual perfecto no conoce ninguna limitación, el ser siempre puede acercarse más y más a la Deidad eterna, por lo que puede progresar constantemente, puede recibir la emanación del amor directamente y, sin embargo, no estará completamente unido a Él hasta que no haya alcanzado la condición de hijo de Dios. Porque esta condición significa la fusión completa con la luz original, significa la recepción ilimitada de la fuerza y, por lo tanto, la dicha más elevada. Todo ser en el reino de la luz es indeciblemente feliz y, sin embargo, siempre puede sentir una felicidad aún más profunda cuanto más exprese su propio amor y, por tanto, aumente su recepción de luz y fuerza. Pero el ser, una vez que está en la luz, no conoce límites en el más allá, y esta conciencia es tan extremadamente feliz que el ser puede esforzarse por una perfección siempre más elevada sabiendo que el amor divino es igualmente ilimitado en su emanación de fuerza. Pero la recepción de la fuerza de Dios debe valorarse siempre de forma diferente a la unión final con Él, que hace que el ser sea hijo de Dios, ya que es uno con Dios y su actividad en el reino espiritual es diferente a la de los seres de luz. Estos crean y dan forma por completo a partir de sí mismos y son sumamente felices, porque esta actividad requiere el más alto grado de amor y, por lo tanto, aumenta su dicha de manera inconmensurable.... (22.7.1944) La entrada en el reino de la luz ya tiene lugar en cuanto el alma ha alcanzado la madurez que permite que la luz la atraviese. Pero hay innumerables grados de perfección y, por tanto, también innumerables estadios de dicha, por lo que el alma puede entrar en esferas de luz siempre nuevas que aumentan constantemente. Porque no hay límite para lo que es perfecto. El alma flota cada vez más alto, se acerca a la luz original, y sin embargo no será completamente una con ésta si no ha adquirido en la tierra el derecho a ser hijo de Dios. Pero ha encontrado la reunión con Dios desde el momento en que siente su resplandor de amor, cuando está tan purificada que puede recibir rayos de fuerza y luz en su interior. A partir de ahora también tiene vida eterna, puede ser activa trabajando en amor, y puede ascender a alturas inconmensurables, puede recibir luz y fuerza de Dios y, mediante la asociación con seres espirituales igualmente maduros, aumentarlas y ser inexpresablemente feliz. Pero así como la abundancia de luz es inconcebible para el hombre en la tierra, tampoco hay posibilidades de comparación para la dicha de los seres que han encontrado la entrada en las esferas de luz. Porque mientras el ser humano vive en la tierra es una criatura imperfecta, sólo ve y oye con los ojos y los oídos del cuerpo y no puede imaginar el mundo espiritual que está desprovisto de toda materia, que sólo existe espiritualmente y que, por tanto, sólo puede ser visto y comprendido por el ser espiritual en el ser humano, por el alma, pero sólo cuando el alma ha alcanzado un cierto grado de madurez. Y por eso la humanidad no puede formarse una idea del reino espiritual, sólo puede creer, y esto sólo si está dispuesta y se deja enseñar sin resistencia interior. Pero puede esforzarse por recibir la iluminación y entonces muchas cosas le resultarán comprensibles. Porque entonces los primeros rayos de luz comenzarán ya a surtir efecto, y al igual que a partir de entonces se reconoce en la tierra una lenta maduración de la realización, de la luz, es decir, del conocimiento de la verdad pura, también aumentará el desarrollo del ser en el reino del más allá.... se vuelve cada vez más perfecto, se une a Dios cada vez más.... es indeciblemente dichoso.... Pero ser hijo de Dios es un grado superior de perfección, e incluye infinitas delicias. Es el derecho de aquellos que ya se esfuerzan por Dios en la tierra con todos sus sentidos, que le aman con todo su corazón y quieren servirle con la más fiel devoción, que aceptan el sufrimiento y las dificultades terrenales con sumisión, que se esfuerzan por cumplir su voluntad y están siempre y constantemente activos con amor, pues ya buscan asimilarse a la Deidad eterna en la tierra, y por eso el amor de Dios se apodera de ellos y les allana el camino para llegar a Él.... Sin embargo, su destino en la tierra no es fácil, tienen que pasar muchas pruebas, tienen que cumplir tareas en la tierra que requieren una gran fuerza y una firme voluntad de llegar a Dios. Sin embargo, la gracia divina está a disposición de estas almas sin medida para que alcancen la meta si sólo se esfuerzan por ello....

Amén

Traductor
Traducido por: J. Gründinger

Lichtsphären.... Verschiedene Lichtstärke.... Gotteskindschaft....

In der geistigen Welt gibt es viele Abstufungen, viele Grade der Seligkeit, die als Lichtstrahlungen in verschiedenster Stärke erkenntlich sind und dem Reifegrad der Seelen entsprechen. Sowie das Wesen, die Seele, in das Lichtreich eingegangen ist, ist Glück und Seligkeit ihr Anteil, weil es die Kraftausstrahlung Gottes in Empfang nehmen kann, was immer Seligkeit bedeutet, selbst wenn die Seele nur in geringem Maße bedacht werden kann ihrer Reife gemäß. Die Seligkeit aber steigert sich entsprechend dem Liebeswirken des Wesens, das immer ein Zunehmen seiner Kraft, also ein vermehrtes Durchstrahlen der göttlichen Liebe, bedeutet. Und das Wesen kann tätig sein ohne Beschränkung, es ist in einem Zustand des Lebens, der Freiheit und ständiger Liebe unter ständiger Nützung der Kraft aus Gott, weil fortgesetzt die göttliche Kraft diesem Wesen zuströmt und der Kraftempfang tiefes Glück in ihm auslöst. Das Wesen aber ist nun fortgesetzt tätig, es wirket wieder in Liebe, indem es die Kraft weiterleitet und unzählige Wesen damit beglückt und ihren geistigen Fortschritt fördert und gleichzeitig sich selbst zu immer größerer Vollkommenheit entwickelt, was wieder vermehrte Kraftzuwendung aus Gott zur Folge hat. Und immer leuchtender sind die Lichtstrahlen, die das Wesen nun umgeben. Es gibt keine Begrenzung in dem Reiche des Lichts, und Lichtsphären sind überall dort, wo die Wesen den Reifegrad erlangt haben, daß sie die göttliche Ausstrahlung in sich aufnehmen können, daß sie durchstrahlt werden von Seiner Liebekraft. Da aber die Fülle der Kraftentgegennahme der Höhe des Reifegrades entspricht, werden auch die Lichtsphären verschiedene Lichtstärken aufweisen, denn je vollkommener das Wesen ist, desto näher ist es der ewigen Gottheit, Die als Urlicht eine unvorstellbare Lichtfülle ausstrahlt auf alles Wesenhafte. Doch da das vollkommene Geistige keine Begrenzung kennt, so kann das Wesen stets näher und näher der ewigen Gottheit kommen, also ständig fortschreiten, es kann die Liebeausstrahlung direkt entgegennehmen, und es ist dennoch nicht gänzlich mit Ihm vereint, sowie es nicht die Gotteskindschaft erreicht hat. Denn diese bedeutet gänzliche Verschmelzung mit dem Urlicht, sie bedeutet unbegrenzten Kraftempfang und also höchste Glückseligkeit. Jedes Wesen im Lichtreich ist unaussprechlich glücklich und kann doch immer noch tieferes Glück empfinden, je mehr es selbst seine Liebe zum Ausdruck bringt und dadurch seinen Licht- und Kraftempfang steigert. Doch Grenzen kennt das einmal im Licht stehende Wesen im Jenseits nicht, und es ist dieses Bewußtsein gerade so überaus beglückend, daß das Wesen streben kann nach immer höherer Vollkommenheit und daß die göttliche Liebe gleichfalls in ihrer Kraftausstrahlung unbegrenzt ist. Immer aber ist Kraftempfang von Gott anders zu bewerten als der endgültige Zusammenschluß mit Ihm, der dem Wesen die Gotteskindschaft einträgt, denn dieses ist eins mit Gott, und seine Tätigkeit im geistigen Reich ist eine andere als die der Lichtwesen. Sie sind völlig aus sich heraus schaffend und gestaltend tätig und überaus glücklich, weil diese Tätigkeit den höchsten Grad der Liebe erfordert und daher ihre Seligkeit steigert ins unermeßliche.... (22.7.1944) Der Eintritt in das Lichtreich erfolgt also schon, sowie die Seele die Reife erlangt hat, die eine Lichtdurchstrahlung zuläßt. Es sind aber dann unzählige Grade der Vollkommenheit und somit auch unzählige Stufen der Glückseligkeit, weshalb die Seele in immer neue Lichtsphären eingehen kann, die sich steigern stets und ständig. Denn es gibt keine Begrenzung dessen, was vollkommen ist. Es schwebt die Seele immer höher, sie nähert sich dem Urlicht, und sie ist dennoch nicht völlig mit dem Urlicht eins, so sie nicht das Recht der Gotteskindschaft erworben hat auf Erden. Den Zusammenschluß mit Gott hat sie aber gefunden von dem Moment an, wo sie Seine Liebedurchstrahlung empfindet, wo sie so geläutert ist, daß sie Kraft- und Lichtstrahlen in sich aufnehmen kann. Denn von nun an hat sie auch das ewige Leben, sie kann tätig sein, also wirken in Liebe, und sie kann aufsteigen in unermeßliche Höhen, sie kann Licht und Kraft von Gott entgegennehmen und durch Zusammenschluß mit gleich reifem Geistigen jene vermehren und unaussprechlich selig sein. Wie aber die Lichtfülle für den Menschen auf der Erde unvorstellbar ist, so gibt es auch keine Vergleichsmöglichkeiten für die Seligkeit der Wesen, die den Eingang in die Lichtsphären gefunden haben. Denn der Mensch ist, solange er auf Erden weilt, ein unvollkommenes Geschöpf, er sieht und hört nur mit den Augen und Ohren des Körpers und kann sich die geistige Welt nicht vorstellen, die jeder Materie entbehrt, die nur geistig besteht und somit auch nur vom Geistigen im Menschen, von der Seele, geschaut und begriffen werden kann, doch auch nur dann, wenn die Seele einen bestimmten Reifegrad erreicht hat. Und darum kann die Menschheit sich von dem geistigen Reich keine Vorstellung machen, sie kann nur glauben, und dies auch nur dann, wenn sie willig ist und sich belehren lässet ohne inneren Widerstand. Sie kann aber danach streben, Aufschluß zu erhalten, und dann wird ihr manches begreiflich werden. Denn dann beginnen schon die ersten Lichtstrahlen zu wirken, und wie auf Erden von nun an ein langsames Reifen an Erkenntnis, an Licht, d.h. an Wissen um die reine Wahrheit, erkennbar ist, so steigert sich auch im jenseitigen Reich die Entwicklung des Wesens.... es wird immer vollkommener, es schließt sich Gott immer mehr an.... es ist unaussprechlich selig.... Die Gotteskindschaft aber ist ein höherer Grad der Vollkommenheit, und sie schließet unendliche Wonnen in sich. Sie ist das Anrecht derer, die Gott auf Erden schon mit allen Sinnen anstreben, die Ihn lieben aus ganzem Herzen und Ihm dienen wollen in treuester Hingabe, die Leiden und irdische Nöte auf sich nehmen in Ergebung, die Seinen Willen zu erfüllen trachten und stets und ständig liebetätig sind, denn sie suchen sich auf Erden schon der ewigen Gottheit anzugleichen, und darum erfasset sie die Liebe Gottes, und Sie ebnet ihnen den Weg zu Sich.... Doch deren Los ist nicht leicht auf der Erde, sie müssen viele Prüfungen ablegen, sie müssen Aufgaben auf Erden erfüllen, die große Kraft erfordern und einen festen Willen, zu Gott zu gelangen. Doch die göttliche Gnade steht diesen Seelen ungemessen zur Verfügung, so daß sie das Ziel erreichen, so sie es nur anstreben....

Amen

Traductor
This is an original publication by Bertha Dudde