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El camino del alma antes de su existencia en la Tierra. La enseñanza sobre las reencarnaciones

(Continuación de B.D. 0786)

Imaginaos la Grandeza y la Omnipotencia de Dios, porque sólo entonces podréis percibir el Amor inconmensurable que os abarca, a vosotros, los niños de la Tierra... y podréis percibir que cada ser vivo con lo pequeño que fuera se encuentra en continua custodia del Padre celestial, pues nunca perecerá, porque el Amor de Dios tiene incontables medios y caminos para llevar también al ser más indigno –que conscientemente se opone a la Voluntad de Dios– al camino de la ciencia del bien y del mal, aunque fuera después de tiempos indecibles.

Cada vez de nuevo al ser están atribuidas envolturas nuevas; y por las muchas dificultades a las que estas están expuestas, su evolución es cada vez una nueva ocasión para la maduración. Alcanzar en la vida terrenal una madurez espiritual lo más elevada posible es muy ventajoso para el alma. A pesar de que la lucha en esta vida terrenal en sí es pesada y requiere mucho esfuerzo, perseverancia y trabajo, precisamente en esta vida terrenal el ser dispone de una inmensidad de ventajas que facilitan una maduración del alma en relativamente poco tiempo. Pero donde la voluntad del hombre se opone bruscamente a las ventajas que le están ofrecidas, allí un perfeccionamiento está en duda... frecuentemente hay que registrar más bien un retroceso...

Pero el Amor del Padre siempre cuida de guiar al ser hacia su destino final, por lo que también en el Más Allá al alma está dada la oportunidad de trabajar en su propia perfección y elevarse al estado que tiene como resultado una separación de toda materia.

Sólo que en el Más Allá se trata de una empresa mucho más difícil - en un mundo en que todo lo “palpable” sólo existe en la imaginación del ser, donde el alma todavía está implicada en toda clase de apetitos y deseos y está expuesta a toda esa clase de acosos, sin poder liberarse de ellos por su propio esfuerzo... donde todas las ansias que en la vida terrenal habían llevado a la satisfacción de los deseos terrenales, ahora llegan a ser un tormento, porque ya no tienen realización... Y este tormento mantendrá al alma en un estado angustioso hasta que ella se aparte conscientemente de estas ansias y alimente el deseo de gozo puramente espiritual.

En seguida los seres espirituales perfectos que actúan en el amor corresponden a tal deseo, pues hacen todo lo posible para liberar un alma desgraciada de su estado. Esta ayuda al alma le está concedida instantáneamente, sólo que su voluntad debe haber entrado en actividad propia, y debe apartarse de todo aquello que todavía la ata con la Tierra y las tendencias mundanas.

Para los hombres la cuestión dónde y cómo se realiza esta remodelación de los seres, siempre ha sido objeto de controversia referente la “reencarnación” en la Tierra. Basta con que sepáis que, por supuesto, se están pasando tiempos infinitos, e incontables envolturas de formas más diversas han envuelto vuestra alma... que por la Voluntad de Dios todos estos seres vivos tomaron paradero en, sobre y en cima de la Tierra, pero siempre en relación más íntima con ella - dado que la Tierra existe precisamente para el objetivo de la maduración... que también el último estado como hombre sólo puede ser llevado a la práctica en la misma Tierra... y que el alma, al dejar el cuerpo terrenal atrás, ahora se pasa a un Reino totalmente independiente - sin que importe el estado de madurez que el alma haya alcanzado en la Tierra.

Para el desarrollo ulterior del alma, también fuera de esta Tierra, existen las oportunidades más inimaginables. Una vez que haya abandonado su envoltura terrenal, y su migración durante miles de años por la Tierra no le ha traído la óptima madurez, entonces en el Más Allá comienza una lucha indeciblemente más pesada de lo que habría sido durante su vida terrenal.

Ahí, con una reencarnación en la Tierra, pasaría algo parecido como a un padre ante su niño menor de edad que se niega a obedecerle... si siempre de nuevo practica indulgencia, en vez de darle una enseñanza severa que hace que el niño se entere de lo erróneo de su actuación.

Interrupción.

Traductor
Traducido por: Meinhard Füssel

(Fortsetzung zu Nr. 786) Weg der Seele vor dem Erdendasein.... Wiederverkörperungslehre....

Vergegenwärtigt euch die Größe und Allmacht Gottes, und ihr werdet dann erst fassen können die unermeßliche Liebe, die euch Erdenkinder umfängt, daß jedes noch so kleinste Lebewesen in immerwährender Obhut des himmlischen Vaters steht und nimmermehr zuschanden werden kann, denn die Liebe Gottes hat unzählige Mittel und Wege, um auch das allerunwürdigste.... sich dem Willen Gottes bewußt widersetzende Wesen doch noch auf den Weg der Erkenntnis zu leiten, wenn auch oft nach unsagbar langer Zeit. Es werden immer wieder neue Hüllen dem Wesen zugewiesen, und immer wieder ist der Werdegang dieser durch so viele Widerstände eine neue Gelegenheit zum Ausreifen. Eine möglichst hohe geistige Reife im Erdenleben zu erzielen ist jedoch für die Seele äußerst gewinnbringend, denn der Kampf im Erdenleben ist wohl an sich schwer und fordert viel Überwindung, Ausdauer und Arbeit, doch es sind wiederum gerade im Erdenleben dem Wesen überreich Vergünstigungen geboten, die ein Ausreifen schon in verhältnismäßig kurzer Zeit ermöglichen. Wo sich aber der Wille des Menschen in krasse Abwehr stellt zu den ihm gebotenen Erleichterungen, dort ist ein Vervollkommnen in Frage gestellt, ja oft sogar eher ein Rückschritt zu verzeichnen.... Nun ist die Liebe des Vaters im Himmel immer und immer darauf bedacht, das Wesen seiner letzten Bestimmung zuzuführen, und zwar wird nun auch im Jenseits der Seele Gelegenheit geboten, an ihrer Vollendung zu arbeiten und sich in den Zustand zu erheben, der ein Loslösen von aller Materie zur Folge hat. Es ist dies ein weit schwereres Beginnen in einer Welt, wo alles Greifbare nur in der Einbildung des Wesens besteht, wo die Seele gleichsam noch in allen Begierden und weltlichen Gelüsten verstrickt ist, wo sie allen Anfeindungen solcher Art ausgesetzt ist und sich nicht durch eigene Kraft daraus befreien kann, wo alle Begierden, die im Erdenleben zur Erfüllung des irdischen Verlangens beitrugen, nun zur Qual werden, da sie nicht mehr erfüllt werden können und so lange der Seele diesen qualvollen Zustand bereiten, bis sie sich bewußt davon abwendet und Verlangen nach reingeistigem Genuß verspürt. Einem solchen Verlangen wird sofort entsprochen werden durch die in der Liebe tätigen vollkommeneren Geistwesen, die alles daransetzen, eine unglückliche Seele von ihrem Zustand zu befreien. Die Hilfe wird der Seele sofort gewährt, nur ihr Wille muß allein tätig geworden sein und sich abwenden von dem, was sie noch mit der Erde und dem weltlichen Verlangen verbindet. Wo und wie dieses Umformen der Wesen vor sich geht, ist den Menschen noch immer Anlaß gewesen zu Streitfragen, die Wiederverkörperung auf Erden betreffend. So genüge es euch, zu wissen, daß wohl unendliche Zeiten vergehen und unzählige Hüllen in verschiedenartigster Gestaltung eure Seele umschlossen haben.... daß alle diese Lebewesen durch Gottes Willen Aufenthalt nahmen in, auf und über der Erde, immer jedoch im engsten Zusammenhang stehend mit der eben zum Zweck des Ausreifens bestehenden Erde.... daß das letzte Stadium als Mensch gleichfalls nur auf der Erde durchlebt werden kann.... daß aber mit dem Verlassen des irdischen Leibes die Seele in ein nunmehr von der Erde völlig unabhängiges Reich übergeht, ganz gleich, welchen Reifezustand die Seele auf der Erde erlangt hat. Es sind für deren Weiterentwicklung die undenklichsten Gelegenheiten auch außerhalb dieser Erde, und hat die Seele einmal ihre körperliche irdische Hülle verlassen und ihr der Jahrtausende währende Aufenthalt auf der Erde nicht die letzte Reife gebracht, so setzt im Jenseits ein so unsagbar schweres Ringen ein, das das im Erdenleben weit übertrifft, und es wäre eine Rückverkörperung auf die Erde etwa das gleiche, als ob der Vater einem unmündigen Kind gegenüber, das ihm den Gehorsam verweigert, immer und immer wieder Nachsicht walten läßt, anstatt es in eine strenge Schule zu geben, die es das Falsche seines Handelns erkennen läßt.... (Unterbrechung)

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This is an original publication by Bertha Dudde