B.D.-Nr. 5315
El principio divino tiene que predominar en vosotros.... vuestro ser debe convertirse en amor. Habéis surgido del amor de Dios, y por tanto también sois seres capaces de amar, que ahora también deben utilizar su capacidad, lo que no significa otra cosa que pueden utilizar un exceso de fuerza en el sentido que Dios quiere, porque a través de tal uso de fuerza el ser es creativamente activo, despertando así constantemente nueva vida y así la fuerza aumenta constantemente.
Pero un ser sin amor es impotente y, por así decirlo, muerto; ha abandonado la corriente del poder de amor de Dios, lo cual no es su destino. Porque todo lo que Dios ha creado, lo que ha surgido de Su amor, debe vivir, es decir, estar constantemente activo. Pero sólo el amor hace el ser capaz de vivir. Si vosotros queréis hablar de una vida verdadera, entonces el amor debe gobernaros, debe guiaros, todo vuestro ser debe llenarse de amor, entonces no habrá más muerte para vosotros, entonces viviréis para siempre. Porque no es vuestra existencia como ser humano lo que es vida, sino sólo una actividad regulada según la voluntad divina que da al ser humano la verdadera vida que dura para siempre.
A través del amor podéis llegáis a ser poderosos, pero esto no se refiere a la fuerza física, sino más bien es solamente el poder del amor lo que os hace poderosos, lo que puede lograr cosas más allá de la capacidad humana porque es divino. Pero como habéis surgido de Dios, Su poder también está escondido dentro de vosotros, y sólo necesita ser dirigida hacia afuera, es decir, puede aparecer a través de vuestra obra en el amor.... Entonces el poder de Dios se vuelve activo, fluye a través de vosotros, y lo que ahora realizáis es Su voluntad y nuevamente contribuye al aumento del poder.
(12.02.1952) Lo que una vez eráis, debéis llegar a serlo de nuevo.... aquello que se originó de Dios tiene que regresar a Él como lo mismo que Él lo envió al infinito, como Amor, la sustancia primordial de Dios, que comprensiblemente también era la sustancia primordial de cada ser creado por Dios, hasta que un principio impío quiso unirse a él, lo que hizo que el Amor eterno se retirara, hasta que lo impío en el ser sea eliminado a través de la voluntad del ser, hasta que el ser volvió a ser nuevamente tan puro que el Amor eterno pudo llenarlo nuevamente, que el Amor pudo tomar nuevamente posesión de lo que Le había pertenecido desde el principio mismo.
La verdadera vida tiene que entrar primero en el ser creado por Dios, que sin amor es sólo una criatura muerta, como una forma a la que le falta el con tenido adecuado.... El amor le permite despertar de nuevo a la vida, y la criatura se convierte en lo que está destinada a ser, un hijo de Dios, se convierte en Su imagen, un ser poderoso y lleno de luz que puede actuar sin restricciones según su propia voluntad, que es también la voluntad de Dios, porque a través del amor el ser está fusionado con Dios y no puede querer otra cosa que lo que Dios quiere, y por eso siempre y continuamente crea y obra según el plan divino en una dicha cada vez mayor. Las cualidades impregnan y llenan el ser, pues el amor todo lo deifica y no permite recaídas.
El hecho de que el ser al principio podía alejarse de Dios, que se renunció al amor sólo se produjo porque Dios le exigió una decisión libre, la cual sólo era posible si se aflojaban todas las capacidades y valores divinos que lo habrían obligado a tomar una decisión positiva.... Tenía que poder elegir, tanto positiva como negativamente, en un estado de completa libertad de voluntad. Esta decisión podía causarle una caída, pero más tarde también podía llevarlo a alturas inimaginables, ya que podía ascender de una criatura de Dios a un hijo de Dios.
Pero la caída le robó del amor, es decir, de la cognición, la luz y la fuerza. A través del amor, sin embargo, puede volver a ser lo que era, y este es el objetivo de todo lo espiritual, que en la creación recorre el camino hacia las alturas y, como seres humanos y a través de la educación hacia el amor, toma la decisión una vez requerida ante Dios, para entonces ser recibido como hijo de Dios en Su Reino, donde nuevamente le son concedidas la luz, la fuerza y la dicha inimaginable....
amén