B.D.-Nr. 4053

El pecado contra el Espíritu

Se debe considerar pecado contra el Espíritu si la gente reconoce como Verdad la Palabra que les he dado y, no obstante, no quiere aceptarLa, es decir, rechaza a Mis siervos en la Tierra o no le da importancia a recibir Mi Palabra. Es una Gracia especial si Mi Palabra se transmite al hombre, porque es el Pan que viene de los Cielos y, por lo tanto, también tiene un efecto especial en el alma humana. Es dada por la Voz del Espíritu, es Mi Espíritu, el que se une a la chispa del espíritu en el hombre, es un don espiritual supremo, una merced de tan incomprensible valor, y debe ser recibido con agradecimiento y ser considerado como merced deliciosa también por aquel que lo reconoce como Mi regalo, que se siente tocado por la Verdad, que debe reconocerlo como valioso en cuanto al contenido, como de origen divino.

Y, comprensiblemente, tal hombre peca contra el Espíritu si acepta Mi Palabra con indiferencia, si se resiste a hacer del contenido su propiedad intelectual, reflexionando sobre él y tomando posición sobre su contenido. Porque Yo Mismo Me he acercado a él, y él no me presta atención; he llamado a su puerta y he pedido entrada, y él no me acoge; le hablo, y él no me escucha; le ofrezco Pan y Vino, Mi Carne y Mi Sangre, y él rechaza lo que debe ser refresco y fortalecimiento para el camino de su vida terrenal. Y a quien una vez Me acerqué sin haber encontrado acogida, este tendrá que luchar durante mucho tiempo antes de que se le conceda nuevamente la Gracia; no será fácilmente invitado por Mí a la Santa Cena de nuevo, porque no aceptó Mi primera invitación.

Y el pecado contra el Espíritu es sumamente grave, porque puede acarrear la falta completa de conocimiento; el hombre puede quedarse completamente ciego de espíritu, porque Yo Mismo le quitaré entonces la capacidad de conocer si una vez busca extinguir la Luz por su negativa, porque percibe bien el resplandor de la Luz y, sin embargo, no recorre el camino que se le ilumina; porque prefiere seguir por el camino antiguo, del que Yo quiero conducirlo al buen camino.

Quien puede reconocer la actuación del Espíritu, también tiene la obligación de enterarse del contenido de las Revelaciones que proceden de Mi Reino, porque Yo, de veras, les ofrezco un Bien delicioso a los hombres en la Tierra, y si existe la fe de que el bien espiritual tuvo su origen en Mí, también debe ser apreciado como Don divino, debe ser recibido lleno de alegría y difundido en todas partes, para que también aquellos prójimos reciban la bendición de Mis Revelaciones que no son capaces de oír dentro de sí mismos la voz del Espíritu.

Y quienes reciban mi Palabra como Mi obsequio serán bendecidos, porque Me reciben a Mí Mismo y estarán en Mi Gracia de ahí en adelante. Yo Mismo estoy ahora con ellos, y Mi presencia les asegura una guía constante, ayuda constante en toda necesidad y una medida de Gracia que ellos mismos pueden aumentar a través de su amor por Mí, alcanzando con seguridad su meta en la Tierra: convertirse en seres de luz, porque Mi Palabra les da al mismo tiempo fuerza, por lo cual, comprensiblemente, cada hombre que peca contra el Espíritu se queda con las manos vacías.

Amén

Traducido por: Diemo Landgraf

Este comunicación no se menciona en ninguna folleto temático.