B.D.-Nr. 0797
Uníos, vosotros los hombres en la Tierra, y cantad alabanzas al Creador y Sustentador del Universo entero y de toda criatura. Su Omnipotencia y Su Sabiduría son ilimitadas; lo que Él deja surgir permanecerá hasta toda la Eternidad, y lo que es producido por Su Amor permanece en este Amor para siempre. Así que creó al hombre por Amor y para Su propia alegría como un ser igual a Él.
Su plan era colocar algo espiritual igual a Él a Su costado, que debiera ser capaz de crear como Él e irradiar la Fuerza al Universo. Pero el ser creado, aunque Fuerza primordial en sí mismo, había surgido en cierto modo de esta Fuerza primordial y ahora se separó como un ser completamente independiente. En su abundancia de Fuerza se sintió tan extremadamente fuerte y poderoso que se volvió arrogante en su conciencia de poder y no encontró frontera entre el Creador y la criatura. Poseía el mismo poder a través del Amor de Dios, y la voluntad de gobernar despertó en él y se hizo cada vez más fuerte.
No encontró resistencia en la Omnipotencia de Dios, porque era un ser libre semejante a Dios, al que Él nunca quiso someter a su coacción. Debía estar al frente de la Creación divina y ser el producto visible de la divina Voluntad creadora en la más alta perfección: El ser, por su parte, tenía poder suficiente para vivificar la Creación a partir de sí mismo y usó este poder y también creó seres espirituales en gran número, y muchos de estos seres no reconocieron a la Divinidad eterna como su Señor y Maestro, sino que ellos igual como su productor espiritual Lucifer buscaron rebelarse contra el divino Creador, y como su poder era sobremanera grande y Dios no puso límites al libre albedrío, comenzó ahora una dura lucha de todas las fuerzas espirituales que estaban sujetos al Creador desde el principio y ese poder opuesto creado por Dios que se había vuelto arrogante.
Esta lucha es muy poderosa, ya que ambos lados están luchando con diferentes medios. Con un Amor infinito el Padre del Universo busca reconquistar a los seres que Lo han abandonado, pero el adversario lucha con odio y malicia, y como el libre albedrío del ser es decisivo – ya que este jugó un papel tan importante en la caída de los seres de Dios – esta lucha es extremadamente desigual, pero la Paciencia y el Amor de Dios no conocen límites. Una y otra vez encuentra formas y medios para reconquistar a los apóstatas a través del Amor, y aun si esta lucha dura eternidades, no se llevará a cabo en vano, y la Omnipotencia, el Amor y la Sabiduría de Dios, no obstante, tendrán éxito con la gran Obra que la unificación de todos los espíritus de Dios tendrá lugar y el último ser será redimido del poder del oponente.
Amén