7297 Transformación de la Tierra

2 de marzo de 1959: Libro 77

La Tierra perdurará porque Yo no he previsto su total destrucción. Pero se acabará todo lo que vive sobre ella, incluyendo las Creaciones de la naturaleza, para que así pueda purificarse totalmente, pues en su estado presente ya no sirve para la evolución espiritual hacia lo Alto.

Todo lo creado, dentro, en y sobre la Tierra perderá su vida y será liberado de la forma exterior que lo envuelve, la cual se disolverá según mi Voluntad y volverá otra vez a la Tierra nueva en una forma exterior nueva acorde con su madurez espiritual. De esta manera podrá continuar nuevamente el camino de la evolución que ha sido momentáneamente puesto en peligro para todos los seres animados. Pues mi adversario actúa frenéticamente en cada situación, y siempre intenta impedir o interrumpir dicha evolución. Pero la Tierra debe cumplir todavía su tarea durante un tiempo infinito, porque sobre ella tienen que madurar los seres que están inmaduros para la “filiación de hijos de Dios”.

Y por ello la Tierra resurgirá de nuevo después que se haya hecho una limpieza radical, después que todo lo espiritual haya sido juzgado justamente, es decir, incorporado a una forma exterior adecuada, desde las piedras hasta los hombres, a los que se les deberán ofrecer otra vez oportunidades de maduración más llevaderas para que alcancen la meta y sean verdaderos hijos de Dios.

El fin de la Tierra vieja consiste en esta destrucción final: el astro seguirá existiendo, aunque su cubierta exterior experimentará un cambio total. Por eso se puede hablar adecuadamente de “el fin”, que no significará sólo el fin de cualquier civilización, sino el fin de toda la Obra de la Creación en esta Tierra.

Y Yo haré el tronco de un nuevo linaje humano con aquellos a los que pude atraer antes del fin de la Tierra vieja y me son fieles, a los que por ello elegí para formar una nueva generación. De ella saldrán hombres que vivirán de acuerdo con mi Voluntad y entre los cuales, por su fe y por su amor, Yo mismo habitaré.

Y será un estado paradisíaco porque las nuevas Creaciones darán a la gente una felicidad jamás antes conocida en la Tierra. Los hombres habitarán en verdad en un Paraíso, en una Tierra que no se podrá comparar con la anterior porque sólo será habitada por un género humano maduro, el cual también puede recibir una felicidad desconocida antes en la Tierra cuya humanidad ya pertenecía a Satanás, razón por la cual fue necesario purificar esa Tierra vieja.

Y ese tiempo está ante vosotros. Cada cual puede todavía cambiar su ser y así le cabría la suerte de ser rescatado de la Tierra. Pero pocos hombres tienen una voluntad suficientemente firme, pues pocos están llenos de Amor para pertenecer a ese pequeño rebaño al que llamaré repentina e inesperadamente.

Pero antes de todo ello llegará un tiempo de miseria sobre la Tierra, señal certera que el día no está lejano.

Cuando veáis que Mi adversario actúa abiertamente, cuando vosotros mismos seáis maltratados por sus lacayos, cuando aumente la miseria y parezca que no hay salida, entonces el fin estará cerca; y Yo destruiré con mi Poder lo malo y rescataré a los Míos de la ruina segura.

Los Míos vivirán la destrucción de la vieja Tierra, aunque ellos mismos no se verán afectados. Y un día, ellos deberán dar testimonio de un Dios justo. Deberán contemplar la destrucción y alabar y glorificar a Aquél que los salvó de dicho juicio.

Y otra vez crearé, porque sólo por mi Voluntad aparecerá en la Tierra nueva una morada para mi pequeño rebaño, para mis elegidos, que de nuevo vivirán en Paz, Felicidad, Gloria, Luz y Fortaleza en el Paraíso, en el que no habrá más dolor ni tristeza porque el causante de todo lo malo estará encadenado y no podrá acosar a la humanidad durante un tiempo muy largo. Se cumplirá un periodo terrestre y empezará otro nuevo que debe conducir a lo Alto a innumerables espiritualidades todavía presas, para que de una vez puedan alcanzar la meta definitiva: la unión conmigo como hijos Míos.

¡Hombres!, ante esto os encontráis, porque se ha cumplido el tiempo que os fue dado para la definitiva liberación de la forma.

Amén.

Traducido por: Meinhard Füssel

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