6758 Lucha por la fe - Anticristo

10 de febrero de 1957: Libro 72

Mientras más cercano esté el fin, más violenta será la lucha entre la Luz y la oscuridad. Vosotros sufriréis todo el horror de la lucha sólo cuando se dirijan contra mis seguidores; cuando traten de eliminar la fe en Mí y en Jesucristo; cuando la Obra de Redención sea el objetivo del ataque de mi oponente; cuando la gente sea llamada a declarar abiertamente su fe, y forzada a abjurar de ella por los medios más brutales.

Solamente entonces comenzarán la miseria y aflicción, tiempo que Yo he prometido acortar a causa de los Míos. Entonces se manifestará el furor de mi adversario. Pues la humanidad ya no se inhibirá en absoluto y nada será respetado porque la gente estará instigada por Satanás y se habrá sometido enteramente a su voluntad.

Debe decirse que no falta mucho tiempo para que comience la lucha por la fe. Pero antes caerá sobre la Tierra, por mi Voluntad, una miseria aún mayor, cuya causa es distinta, que herirá al hombre para que su fe pueda ser probada y fortalecida en esa miseria. Mucha gente aprovechará ciertamente esta miseria, que golpeará duramente a los hombres mediante una catástrofe natural, para atacar la fe. Se dudará, ahora con razón, de un Dios y Creador que destruye lo que Él mismo ha creado.

Pero aquel que esté instruido en la Verdad, tendrá la explicación correcta de todo, y cuando lleve esa Verdad a su prójimo, será posible que esta venidera «lucha por la fe» pueda producir también entre ellos una fe aún más fuerte, capaz de resistir firmemente todas las persecuciones a las que estarán expuestos los creyentes. El hecho de que la gran mayoría de la humanidad haya perdido la fe viva es obra de mi adversario, quien no cesará de trabajar contra Mí y contra la Verdad, teniendo más éxito con los hombres que con los representantes de la Verdad pura, con los verdaderos representantes de la enseñanza de Cristo, de los cuales sólo le creerán unos cuantos. Pero mi oponente ofrecerá a la humanidad todo lo que quiera y el mundo lo aceptará. Por esta razón, antes habrá una aclaración, en la que cada cual se declarará abierta y libremente a mi favor o en contra Mía.

Durante el tiempo de miseria que vendrá sobre la Tierra por mi Voluntad, aunque Yo la exprese a través de las fuerzas naturales, cada cual tendrá que decidir por sí mismo llamarme para que le socorra, o aislarse enteramente de Mí, lo que equivale a volverse hacia mi adversario. Pero tendrá que decirlo públicamente cuando durante la última batalla por la fe en esta Tierra se les requiera para que den testimonio de Mí en Jesucristo, o para que me nieguen. Entonces sabrán que fueron aleccionados por Mí en la Verdad, que el fin llegó, que Yo acortaré los días por el bien de los Míos, que Yo mismo vendré a auxiliarlos y redimirlos de su miseria, y que los recogeré de la Tierra y los llevaré a un lugar de paz antes de iniciar la destrucción del planeta, lo cual significa el fin de todo lo creado en él.

Yo deseo que creáis lo que os he vaticinado una y otra vez. Las condiciones en la Tierra muestran ya que mi adversario está furioso porque sabe que le queda poco tiempo, y que el mundo está poblado por seres que son como él. Esto tiene que ser aceptado por todos vosotros y sería bueno que meditéis sobre ello. Todavía cada día es una Gracia para la humanidad, porque incluso el más depravado tiene aún oportunidad de cambiar y ganar la fe en Mí antes del fin. Yo trataré por todos los medios de arrebatar almas a mi oponente antes del fin; quien tenga fe en Mí será bendecido, pero el incrédulo deberá compartir el destino de aquel a quien ha seguido voluntariamente.

Vosotros, hijos Míos, no temáis pues no padeceréis en el tiempo terrible que se acerca, aunque estéis extremadamente privados de las cosas terrenales que necesitáis para vivir. Sabed que Yo mismo cuidaré de vosotros cuando seáis perseguidos por mi nombre, y no temáis las medidas de mi adversario. Porque lo que él os quite, lo volveréis a recibir de Mí, aunque en otra forma; pero no estaréis hambrientos, porque Yo mismo satisfaré vuestra hambre. Como está escrito: «Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros y vuestro Padre celestial las alimenta».

¡Pensad en estas palabras! Pensad que Él, quien todo lo Creó, también mantendrá lo que ha creado y dará a los suyos lo necesario cuando lo necesiten. Pero tiempos vendrán en que la gente tratará de forzaros a abandonar vuestra fe por medios brutales, y aquel que sea débil en ella no será capaz de enfrentar esa situación. A vuestra fe le serán impuestas pruebas severas, pero Yo os prepararé especialmente para ese tiempo, y así seréis un ejemplo luminoso para vuestro prójimo y podréis demostrarle lo que se puede lograr con una fe firme: vivir aun cuando lo necesario para la vida os haya sido quitado. Por lo tanto, «buscad siempre primero el Reino de Dios y su Justicia, y todo lo demás os será dado por añadidura». Esta profecía ser cumplirá plenamente en los Míos, en aquellos que me defiendan ante el mundo, que no temen la fuerza terrena porque se sienten seguros bajo mi protección. Y sólo entonces se conocerá a quienes tengan una fe viva, aunque serán muy pocos.

También entonces se derrumbarán los edificios que han sido construidos sobre la arena y no sobre la roca de la fe en la que Yo he construido: mi Iglesia. Será un tiempo difícil, en el que nadie podría sobrevivir si Yo no hubiera traído al mundo la Verdad, que todo lo explica, única con la cual se puede alcanzar una fe firme. Pero si la Verdad no es aceptada, ningún hombre tendrá fuerzas para preservar en la fe. Sólo podréis encontrar el poder de la fe donde exista el amor.

Un hombre extraordinario se ofrecerá a mi adversario como envoltura visible. Y este hombre también empezará la última batalla en esta Tierra. Fijaros en ello y sabréis que la hora del fin ya está cercana.

Pero prestad atención también a mis mensajeros de lo Alto, que aparecerán al mismo tiempo y pasarán delante de vosotros, hombres, con una Luz que debéis seguir. Atended a todos aquellos que predican mi palabra viviente y uniros a ellos para que pueda formarse un pequeño rebaño que busque continuamente la Luz y la fe, las cuales aumentarán siempre.

Y a todos os prometo mi protección, mi cuidado paternal y mi bendición. Y no habréis de temer ser víctimas de este poder brutal, porque Yo mismo vendré y os buscaré tan pronto como la medida de Mi adversario esté colmada y mi gente se enfrente al mayor peligro. Yo acortaré también estos días para que los Míos puedan preservar y no flaqueen a causa de la persecución.

Si Yo veo aún la posibilidad de rescatar algunas almas, extenderé mi mano protectora sobre ellas, que me defenderán también ante el mundo. Con su fe firme podrán levantar a otros y podrá ser reconocido un Poder más fuerte que todo poder terrenal. Yo cuidaré a mis hijos en medida suma y ellos resistirán en alma y cuerpo pese a las condiciones adversas.

Todo esto sucederá en breve. Lo que hoy todavía no podéis imaginaros, entonces será consumado. Yo os llamo ahora la atención sobre ello, y así vosotros, instruidos por Mí, también sabréis por qué sucederá todo ello. En los signos de los tiempos podréis ver la miseria espiritual en la Tierra y también reconocer el estado del reloj del mundo. Pero cuando comience esta batalla por la fe, sólo quedará ya muy poco, pues todo se desarrollará con especial premura.

El hombre elegido por mi adversario como tapadera humana no tendrá larga vida y su gobierno en esta Tierra durará poco. Sus cualidades sobrenaturales serán ciertamente muy notables porque estará dotado de manera especial por mi adversario y, por lo tanto, trabajará para él y sus planes.

Y aunque el mundo entero le rinda homenaje, vosotros le conoceréis y miraréis más allá de él. Habréis de tener especial cuidado en no exponeros imprudentemente al peligro. Debéis ser «astutos como serpientes y mansos como palomas». Pero cuando os pidan que os decidáis, deberéis hacerlo y confiar firmemente en Mí y en mi auxilio. No importa cuán poderosa pueda ser la humanidad, no podrá triunfar contra mi Poder: un aliento Mío basta para destruirla. Yo diré alto cuando la hora haya llegado. Traeré a Mí a aquellos que están en la opresión terrenal más grande. A los opresores Yo los encadenaré, porque su final ha llegado; habrá terminado un periodo de Redención y empezará una nueva época que permita continuar la Redención de todos los espíritus.

Amén.

Traducido por: Meinhard Füssel

Este comunicación se menciona en los siguientes folletos temáticos:
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162/2 Época final / parte 2 ePub   PDF   Kindle  
ES1 El fin de esta Tierra. La nueva Tierra ePub   PDF   Kindle  

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