7764 Las últimas Palabras de Jesús en la cruz

5 de diciembre de 1960: Libro 81

Yo siempre quiero facilitaros lo que vosotros pidáis .... Para eso sólo debéis escuchar a vuestra Voz interior y esta os enseñará conforme la Verdad; porque Yo quiero que vosotros os halléis en la Verdad y que obtengáis una idea clara: A vosotros los seres humanos mi Muerte en la cruz os ha traído la Redención, borrando vuestra antigua culpa del pecado original. Yo como Hombre Jesús me he cargado con los mayores tormentos, y mi destino fue el padecer la muerte más amarga .... Pero como Yo, siendo Dios, no podía sufrir, tomé morada en una envoltura humana que, por supuesto, podía sufrir, y que también reunió la voluntad de sufrir por los semejantes del Hombre Jesús - para satisfacer mi Justicia, y así abrir a sus hermanos caídos el camino hacia Mí.

Sin embargo, Jesús actuó libremente. Él no fue obligado por la Divinidad que se hallaba en Él que realizase el Sacrificio que me quería ofrendar de esta manera, aunque el Amor –que era Yo mismo– fue el motivo por el cual Él había reunido esta Voluntad. Pero Yo mismo nunca ejerzo presión sobre la voluntad de un ser humano y tampoco mi Amor obliga. Pero aquel que tiene el Amor no puede menos de hacer que irradie .... Y así también el Hombre Jesús irradiaba el Amor, pues con esto Él quería deleitar la humanidad. De este modo Él siempre sólo quería lo que a los semejantes hacía inmensamente felices .... La Voluntad del Hombre Jesús era libre. Sin embargo, Él se había subordinado completamente a Mí y a mi Voluntad. Así resultó que su Voluntad no podía ser diferentemente orientada que la Mía.

El Amor en Él era tan fuerte que se había unido con el Amor eterno, El que era Yo mismo .... De modo que Yo mismo estaba en Él, y Yo mismo en Él llevé a cabo la Obra de Redención. A pesar de todo esto, el Hombre Jesús tuvo que tomar la última decisión Él mismo, cuando dio el paso más conflictivo: el camino hacia la cruz .... Y a pesar de que Yo, el Amor eterno, me haya hallado en Él, mi Espíritu divino se retiró; es decir, el Amor eterno ya no Le empujaba a actuar, pues se mantuvo quieto, y aparentemente dejó al Hombre Jesús solo en su Agonía. De modo que para el Hombre Jesús lo más conflictivo de todo fue que en sus apuros se sentía totalmente solo .... y aun así recorrió el camino hasta el final .... Pues Él no estaba solo, porque Yo nunca ya habría podido separarme de El que se había hecho Uno conmigo. Pero Yo ya no me manifestaba, porque para la expiación del pecado original hacía falta un exceso de dolores y sufrimientos humanos con los que el Hombre Jesús se cargó voluntariamente, por lo que el Sacrificio de Expiación fue la Obra de Amor más misericordiosa que ha sido realizada en la Tierra.

Estos sufrimientos duraron hasta su Muerte en la cruz y le hicieron exclamar las palabras: “¡Dios Mío, Dios Mío!, ¿por qué me has abandonado?”. Yo estaba en Él, pero no me manifesté. Era únicamente el cuerpo que todavía sufría hasta que su Alma volvió a reconocerme, cuando Él exclamó: “¡Todo está consumado!”, y “Padre, ¡encomiendo mi Espíritu a tus Manos!”. El cuerpo sufrió hasta el final, y durante aquellas horas Yo tuve que retirarme, porque de lo contrario su Alma ya espiritualizada habría hecho que también el cuerpo se habría quedado insensible al dolor, porque el Espíritu de Mí no puede sufrir .... Y el Hombre Jesús ya había alcanzado la espiritualización del Alma y del Cuerpo, debido a su conducta en la Tierra. Pero el motivo y la meta de su recorrido terrenal fue la Redención de la culpa del pecado, lo que sólo era posible mediante enormes sufrimientos y dolores. Por eso la Divinidad se retiró y entregó al Hombre Jesús a sus verdugos, los que realmente cumplieron con la obra más infame por cuenta de mi enemigo, porque Jesús mismo así lo quiso ....

Porque su Alma ella misma se había ofrecido para bajar a la Tierra para consumar la Expiación del pecado por sus hermanos caídos; pues se había ofrecido a vestirse con la carne para cargarse precisamente con aquellos inmensos dolores y sufrimientos, porque solamente el ser humano era capaz de sufrir. Y Yo acepté este Sacrificio, dado que aportó el Amor al que nunca debe ser rechazado un Acto. Y el Amor permaneció en Él hasta que Él murió, aunque ya no permitió que su Fuerza siguiera surtiendo efecto.

De modo que también Yo mismo tengo que haber estado en Él, a pesar de que Yo me haya mantenido inactivo para que la Obra de Redención podía culminar: que un Ser humano se dejara crucificar por el bien de sus prójimos .... que Él hizo un Sacrificio real que Yo acepté como Expiación del pecado de la humanidad entera. Ninguna Fuerza divina le había facilitado el Sacrificio, porque incluso el Amor mismo permaneció inactivo, a pesar de que había tomado posesión total del Hombre Jesús. He aquí hay otro misterio que vosotros los seres humanos aún no podéis comprender ....

Fue el mayor Sufrimiento que el Hombre Jesús tuvo que soportar: sentirse solo y abandonado .... Pero precisamente este Sufrimiento expió la culpa con la que cada ser se había cargado cuando me abandonó - siendo Yo El que les había regalado todo mi Amor que ellos rechazaron. El Hombre Jesús tuvo que pasar por este inmenso Sufrimiento, por lo que exclamó: “¡Dios Mío, Dios Mío!, ¿por qué me has abandonado?”.

Mientras vosotros permanezcáis en la Tierra nunca podréis evaluar la dimensión de la Obra de Redención. Pero vendrá el día en que se os abrirán los ojos, y me elogiaréis y alabéis sin cesar. Porque esta Obra de Redención estaba destinada a todos vosotros, de modo que todos podéis participar en las Bendiciones de la Obra de Redención, la que os abrió el camino para volver a Mí.

Amén

Traducido por: Ion Chincea

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