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Examinar las doctrinas de la fe... Divisiones...

Cuán pocas personas reconocen el valor de las revelaciones divinas y cuán raras veces se acepta incondicionalmente lo que se les imparte... Por lo tanto, innumerables posibilidades quedan sin ser aprovechadas y esto tiene como consecuencia un menor reconocimiento, lo que a menudo significa un estancamiento allí donde podría avanzar. La ceguera espiritual de los hombres podría remediarse, el estado de las tinieblas podría transformarse en luz, y sin embargo prefieren la noche y se alejan de la luz, aún resisten al mundo que da luz, que considera con cuidado a todo aquel que se encomienda a él.

Es una falta de fe que Dios tiene misericordia de las personas y siempre quiere ayudarlas cuando están en necesidad. Pero esta necesidad ha sido probada, y consiste en que innumerables errores impiden a las personas reconocer correctamente a Dios, amarlo, y demostrarle este amor sirviendo al prójimo. Esta necesidad consiste en una fe muerta, que fallará cuando sea puesta a prueba. Porque si una persona tiene que tomar una decisión seria sobre algo. Sólo se mantendrá firme si está firmemente convencida de que su conocimiento y su fe son más valiosos que lo que se le opone. Y es por eso que la fe y el conocimiento tienen que coincidir, es decir, lo que el hombre debe creer debe ser creíble, por lo tanto, revelar una sabiduría si el hombre piensa seriamente en ello.

Por parte de Dios no se pide a creer nada que no podría ser aceptado en una seria reflexión. Y por tanto lo que parece inaceptable, lo que carece de sabiduría en un examen serio, debe ser obra del hombre, que se añadió a lo que Dios pidió que se creyera. Ahora se puede reconocer la credibilidad de una enseñanza por el hecho de que de ella emana el amor, el amor de Dios por lo que ha creado, que el amor y la sabiduría indican a un Ser divino, Que se preocupa por Sus criaturas. Y así, por primera vez, cada doctrina de fe puede ser examinada en consecuencia.

Hay que tener en cuenta que inicialmente todo el que quiera enseñar está obligado a someterse a tal examen, porque sólo debe enseñar lo que él mismo ha reconocido como pura verdad. Este es un requisito previo que se ignora en la mayoría de los casos y, por lo tanto, ya favorece extraordinariamente la propagación del error. Todo maestro debe estar plenamente convencido de lo que enseña. Y la convicción sólo puede obtenerse a través de un examen serio. Entonces el maestro puede sin vacilar transferir la verdad reconocida a sus semejantes menos capaces de tal examen, pero que, incluso con una mediación correcta, ya reconocen lo que se les ofrece como creíble, porque les confirma el amor y la sabiduría de Dios por ellos.

A quien quiera seriamente examinar no le faltará la capacidad de pensar, si la voluntad de verdad está presente, siempre que este examinador esté también enamorado, de lo contrario nunca podrá ser un representante de la verdad, sino un representante del error y de la mentira porque a través de su desamor se ha entregado a aquel que lucha contra Dios. Y ahora es de comprender, que y por qué una enseñanza que originalmente se ofreció a la gente pura y sin adulterar ha sufrido michos cambios, por qué no fue posible que las tradiciones permanecieran sin adulterar si se eludían los exámenes serios de credibilidad y veracidad mediante el requisito de creer sin cuestionar todo lo que se le ha enseñado a la gente.

La pura verdad resiste todas las pruebas y, por lo tanto, permanece inalterable. Pero en el transcurso del tiempo se produjeron las divisiones, las diferentes escuelas de pensamiento y sus enseñanzas individuales siempre dieron la oportunidad de sopesarlas entre sí siempre se hubieran opuesto a la sabiduría y el amor divino, cualquiera que las examinara seriamente habría descubierto qué enseñanzas eran obra del hombre y, por lo tanto, tendrían que ser tildadas de error. Por eso la mayor pare de la culpa la tienen aquellas personas, por las que también tienen que responder, que pudieron examinar, pero no lo hicieron y sin escrúpulos transmitieron a sus semejantes ideas, que deberían haber negado tras un examen serio. Por eso se han difundido mentiras y errores.

Pero siempre había hombres que emprendieron estas pruebas por su propia voluntad y ahora, como reformadores, trataron de derribar las viejas doctrinas de fe. Y nuevamente fue decisivo el grado de madurez de aquellos, hasta qué punto se mantuvieron en la verdad y pudieron transmitirla como tal... Una y otra vez se le dio a la gente la oportunidad de comentar sobre las doctrinas de fe, porque a través de las controversias de las diferentes escuelas de pensamiento, a través de las divisiones dentro de la iglesia, se dieron cuenta de la diversidad de las enseñanzas, para las cuales, sin embargo, se requería siempre la fe. Ahora el entendimiento y el corazón tenían que volverse activos, si se iba a llevar a cabo un examen, y para ello se requería la voluntad del ser humano y el deseo de reconocer la verdad.

Cada seguidor de una doctrina defiende su doctrina y, sin embargo, las diferentes doctrinas nunca pueden reclamar credibilidad, porque solo hay una verdad. Y toda persona debe esforzarse por adquirir esta verdad... Y por eso también es absolutamente necesario tomar posición sobre cada enseñanza de fe impartida a la persona, de lo contrario nunca podrá convertirse en propiedad espiritual, aunque la represente con palabras. Porque estas palabras entonces no son la más íntima convicción, porque el pensamiento intelectual es absolutamente necesario para la convicción, pero este pensamiento sólo se guía adecuadamente invocando al Espíritu divino.

Pero si la verdad pura es ofrecida al ser humano por los maestros, entonces alcanzará la convicción interior mucho más fácilmente si él mismo piensa sobre ella, mientras que las enseñanzas erróneas requieren mayor voluntad y deseo de la verdad para ser reconocidas como error. Y es por eso que el maestro tiene una gran responsabilidad si descuida un examen por su propia tibieza o tardanza y así difunde bienes espirituales de los que él mismo no está completamente convencido. Porque si se ha ofrecido para un puesto de maestro, solo puede enseñar lo que le parece aceptable incluso después de un examen serio, de lo contrario, se hace culpable de aquellos que creen recibir sabiduría de él y a quienes empuja a un pensamiento erróneo a través de falsas enseñanzas. Tiene el deber de animar también a estas personar a que examinen nuevamente lo que se manda, para que puedan llegar a la convicción, a la fe viva, y sean capaces de distinguir el error de la verdad...

amén

Traductor
Traducido por: Hans-Dieter Heise

Prüfen der Glaubenslehren.... Spaltungen....

Wie wenige Menschen erkennen den Wert der göttlichen Offenbarungen, und wie selten wird daher bedingungslos angenommen, was ihnen vermittelt wird.... Es bleiben unzählige Möglichkeiten daher ungenützt, und es hat dies eine geringere Erkenntnis zur Folge, was oft einen Stillstand bedeutet dort, wo ein Fortschritt erzielt werden könnte. Der Menschen geistige Blindheit könnte behoben werden, der Dunkelheitszustand könnte in Licht verwandelt werden, und doch ziehen sie die Nacht vor, und sie scheuen das Licht, sie stehen noch im Widerstand zur lichtspendenden Welt, die jeden fürsorglich bedenkt, der sich ihr anvertraut. Es ist dies ein Mangel an Glaube, daß Gott Sich der Menschen erbarmt und ihnen helfend beistehen will stets, wenn sie in Not sind. Diese Not aber ist erwiesen, und sie besteht darin, daß unzählige Irrtümer die Menschen hindern, Gott recht zu erkennen, Ihn zu lieben und Ihm durch dienende Nächstenliebe diese Liebe zu beweisen. Diese Not besteht in totem Glauben, der versagen wird, so er auf die Probe gestellt wird. Denn so der Mensch ernsthaft sich für etwas entscheiden soll, wird er nur dann standhalten, wenn in ihm die felsenfeste Überzeugung ist, daß sein Wissen und sein Glaube wertvoller ist als das, was ihm entgegengestellt wird. Und darum muß der Glaube und das Wissen übereinstimmen, d.h., es muß, was der Mensch glauben soll, glaubwürdig sein, also eine Weisheit verraten, so der Mensch ernstlich darüber nachdenkt. Es wird von Gott aus nichts zu glauben gefordert, was er bei ernstem Nachdenken nicht annehmen könnte. Und darum muß, was unannehmbar scheint, was bei ernstem Prüfen Weisheit vermissen läßt, Menschenwerk sein, das zusätzlich dem beigefügt wurde, was Gott zu glauben gefordert hat. Die Glaubwürdigkeit einer Lehre ist nun daran erkennbar, daß aus ihr die Liebe strahlt, die Liebe Gottes zu dem von Ihm Erschaffenen, daß die Liebe und die Weisheit also auf ein göttliches Wesen schließen lassen, Das besorgt ist um Seine Geschöpfe. Und so kann erstmalig jede Glaubenslehre daraufhin geprüft werden. Es muß dabei in Betracht gezogen werden, daß vorerst jeder Lehren-Wollende zu einer solchen Prüfung verpflichtet ist, weil er nur das lehren soll, was er selbst als reine Wahrheit erkannt hat. Es ist dies eine Voraussetzung, die zumeist außer acht gelassen wird und darum schon das Verbreiten des Irrtums außerordentlich begünstigt. Jeder Lehrende muß von dem, was er lehrt, voll überzeugt sein. Und Überzeugung ist nur durch ernsthaftes Prüfen zu gewinnen. Dann kann der Lehrende unbedenklich die von ihm erkannte Wahrheit auf die Mitmenschen übertragen, die zu einer solchen Prüfung weniger befähigt sind, die aber auch bei rechter Vermittlung das ihnen Gebotene schon als glaubwürdig erkennen, weil es ihnen die Liebe und Weisheit Gottes bestätigt. Ernstlich-prüfen-Wollenden wird es an Denkfähigkeit nicht mangeln, wenn der Wille zur Wahrheit vorhanden ist, vorausgesetzt, daß dieser Prüfende auch in der Liebe steht, ansonsten er niemals ein Vertreter der Wahrheit sein kann, sondern ein Vertreter des Irrtums und der Lüge sein muß, weil er durch seine Lieblosigkeit sich dem ausgeliefert hat, der wider Gott kämpft. Und es ist nun zu verstehen, daß und warum eine ursprünglich rein und unverfälscht den Menschen dargebotene Lehre vielerlei Veränderung erfahren hat, warum es nicht möglich war, daß Überlieferungen unverfälscht erhalten blieben, wenn das ernsthafte Prüfen auf Glaubwürdigkeit und Wahrhaftigkeit umgangen wurde durch die Forderung, ungezweifelt alles zu glauben, was den Menschen gelehrt wurde. Die reine Wahrheit hält jeder Prüfung stand und bleibt sonach unverändert. Doch im Laufe der Zeit entstanden Spaltungen, die verschiedenen Geistesrichtungen und deren einzelne Lehren gaben stets Gelegenheit, sie gegeneinander abzuwägen, und wären ihnen stets die göttliche Weisheit und Liebe gegenübergestellt worden, dann hätte jeder ernstlich Prüfende erkannt, welche Lehren Menschenwerk waren und also als Irrtum gebrandmarkt werden mußten. Daher trifft jene Menschen die größte Schuld, für die sie sich auch verantworten müssen, die fähig waren zum Prüfen, aber dies unterließen und gewissenlos ein Gedankengut auf die Mitmenschen übertrugen, das sie bei ernstem Nachprüfen hätten ablehnen müssen. Es ist dadurch der Irrtum und die Lüge verbreitet worden. Aber immer wieder gab es Menschen, die von sich aus diese Prüfungen unternahmen und nun als Reformatoren die alten Glaubenslehren umzustoßen suchten. Und wieder war der Reifegrad jener maßgebend, wieweit sie in der Wahrheit standen und also solche vermitteln konnten.... Immer wieder wurde sonach den Menschen Gelegenheit geboten, Stellung zu nehmen zu den Glaubenslehren, denn durch die Streitfragen der verschiedenen Geistesrichtungen, durch die Spaltungen innerhalb der Kirche, wurden sie aufmerksam gemacht auf die Verschiedenheit der Lehren, für die jedoch immer Glaube gefordert wurde. Es mußte nun der Verstand und das Herz tätig werden, sollte eine Prüfung vorgenommen werden, und dazu war der Wille des Menschen erforderlich und das Verlangen nach Erkennen der Wahrheit. Jeder Anhänger einer Lehre tritt für seine Lehre ein, und doch können niemals verschiedene Lehren den Anspruch auf Glaubwürdigkeit machen, weil es nur eine Wahrheit gibt. Und diese Wahrheit sich anzueignen muß eines jeden Menschen Bestreben sein.... Und darum ist es auch unbedingt nötig, selbst Stellung zu nehmen zu jeder dem Menschen vermittelten Glaubenslehre, ansonsten sie niemals geistiges Eigentum werden kann, wenngleich er sie mit Worten vertritt. Denn diese Worte sind dann nicht innerste Überzeugung, weil zur Überzeugung das verstandesmäßige Durchdenken unbedingt erforderlich ist, dieses Denken aber nur recht geleitet wird unter Anrufung des göttlichen Geistes. Wird dem Menschen aber von den Lehrenden reine Wahrheit geboten, so wird er viel leichter zur inneren Überzeugung gelangen, so er selbst darüber nachdenkt, während irrige Lehren vermehrten Willen und Verlangen nach der Wahrheit erfordern, um als Irrtum erkannt zu werden. Und darum trägt der Lehrende eine große Verantwortung, so er durch eigene Lauheit oder Säumigkeit eine Prüfung unterläßt und Geistesgut also verbreitet, von dem er selbst nicht völlig überzeugt ist. Denn so er sich selbst für ein Lehramt angeboten hat, darf er nur das lehren, was ihm selbst nach ernster Prüfung annehmbar erscheint, ansonsten er sich schuldig macht an denen, die von ihm Weisheit entgegenzunehmen glauben und die er durch Irrlehren in falsches Denken drängt. Er hat die Pflicht, auch die Menschen wieder zur Prüfung des Gebotenen anzuhalten, auf daß sie sich selbst zur Überzeugung, also zum lebendigen Glauben, durchringen und den Irrtum von der Wahrheit zu unterscheiden vermögen....

Amen

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This is an original publication by Bertha Dudde