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La inmortalidad del alma

Para muchos hombres la enseñanza de la inmortalidad del alma es inaceptable porque lo que les sirve de modelo es lo terrenal pasajero. En este mundo no hay nada que sea duradero. Por eso, según la opinión de estos hombres, tampoco los seres humanos hacen una excepción de esta ley de la naturaleza.

El cuerpo humano, por supuesto, se pudre; es decir, evidentemente se desintegra y desaparece... pero ahí el hombre no se figura que la aparente descomposición no es sino un medio necesario para la generación de una nueva vida. Si el hombre reflexiona bien, tiene que reconocer que todo lo terrenal tiene que servir para algún propósito, y observará que incluso las creaciones más insignificantes tienen una cierta relación entre sí, por lo que también tienen su utilidad...

Cuando tal obra de creación perece, entonces muchas otras creaciones acogen los restos incluyéndolos en sí mismas, de modo que estos continúan viviendo en las nuevas creaciones en las que pueden servir. El hombre sólo debe observar seriamente un cambio exterior, y ya tiene que reconocer que la vida interior no puede perecer. Y esta vida interior la tiene que adjudicar por lo menos al ser humano... reconociendo que el alma del hombre, la vida sentimental, no puede ser terminada a voluntad... y que esta vida sentimental es el sentido verdadero de toda encarnación... Pues la forma exterior no sirve para nada si la humanidad no reconoce el núcleo interior.

Amén.

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Traducido por: Meinhard Füssel

Unsterblichkeit der Seele....

Die Lehre der Unsterblichkeit der Seele ist für viele Menschen unannehmbar, weil sie den Maßstab anlegen am Irdisch-Vergänglichen. Es gibt nichts auf Erden, was Bestand hat, alles ist nur vorübergehend da nach der Meinung dieser Menschen, also glauben sie, von diesem Naturgesetz keine Ausnahme zu machen. Der irdische Leib verfällt zwar genauso, d.h., er löst sich scheinbar auf und vergeht; der Mensch überlegt sich aber nicht, daß das scheinbare Vergehen nur das Mittel ist zu einer Neugestaltung. Bei einigem Nachdenken wird er alles Irdische als irgendeinem Zweck dienend erkennen müssen, und er wird beobachten, daß selbst die unscheinbarsten Schöpfungen in einem gewissen Zusammenhang miteinander stehen und also nicht zwecklos sind. Vergeht nun ein solches Schöpfungswerk, so nehmen wieder zahlreiche andere Schöpfungen die Überreste des ersteren in sich auf, und also dienet es diesen und lebt in den neuen Schöpfungen fort. Er braucht nur eine äußere Wandlung ernsthaft betrachten, dann muß er auch zugeben, daß das innere Leben nicht vergehen kann. Und dieses innere Leben muß er zum mindesten auch dem Menschen zusprechen.... er muß sich klarmachen, daß die Seele des Menschen, das Gefühlsleben, nicht beliebig zu beenden ist.... daß dieses Gefühlsleben der eigentliche Sinn jeglicher Verkörperung ist. Die äußere Form ist zu nichts nütze, so nicht der innere Kern erkannt wird von seiten der Menschheit....

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This is an original publication by Bertha Dudde