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«Con la misma medida que midáis, seréis medidos»

Comienza, hija mía: Admitir que sin la ayuda del Padre no puedes conseguir nada en ninguna situación de tu vida, hará que siempre actúes bien y que continúes poniendo la mirada en el Padre. Dios dio la siguiente máxima: «Con la misma medida que midáis seréis medidos». Y con ella dio a los hijos del mundo el mandamiento de amar al prójimo. Todos sabemos que en la Tierra resulta muy difícil cumplirlo, porque en la vida terrenal del hombre el amor es todavía muy desconocido. Pues nadie considera a su prójimo como hermano sino más bien sospecha en él un adversario. Por eso cuesta un gran esfuerzo acercarse con amor a otras personas tal como el Señor os lo exige, esfuerzo bendito si tenéis en cuenta que todos sois hijos de Dios y que en vuestro interior sólo debería haber amor mutuo, y no hostigamiento recíproco o indiferencia. Esta es una ley del Padre que os será aplicada en la misma medida que la apliquéis a vuestros semejantes. Que todo lo que el Padre os da, os sirva para darlo igualmente a vuestro prójimo, conscientes siempre de que sois hermanos, y el Amor del Padre procurará uniros a todos. Por eso, no hagáis nunca oídos sordos a los ruegos que os formulen, ni los desatendáis, por pequeños que sean.

Con la vida terrenal el Padre os da la oportunidad de practicar el amor al prójimo, porque en el Más Allá el amor es el mandamiento más importante y todos obran únicamente para los demás. Y si en la Tierra no habéis sembrado el amor, en el Más Allá las consecuencias os pesarán severamente: ¡en vano esperaréis en las tinieblas que el efecto del amor os traiga la Salvación! Todas las buenas acciones que hagáis en la Tierra están bendecidas por Dios y en el Más Allá darán múltiples frutos; cada cual cosechará lo que sembró y tendrá la recompensa de su amor en la Tierra recibiendo amor por parte de nuestro Señor y Salvador. Porque Dios es el Amor, y poder vivir alrededor de su Amor significa bienaventuranza eterna.

Amén.

‘The measure you use will be the measure you receive....’

Thus begin, my child: If in every situation of life you remain conscious of the fact that you cannot achieve anything without the Father’s help, you will always act right and keep your eyes towards the Father.... The measure you use will be the measure you receive.... This Word was given by the Lord to the children of earth and with it the commandment of love for God and one’s neighbour.... We all know how difficult it is to fulfil it on earth, for love is still unknown to people in earthly life.... each person does not look upon his neighbour as his brother but is more likely to suspect him to be an opponent, and precisely because of this it requires a lot of love to show this fellow human being the love the Lord requires of you. You would certainly benefit if you made an effort to realise first of all that you are all God’s children and that only love for one another should dwell in you, by virtue of which you should only ever treat each other with kindness instead of treating each other with hostility or live indifferently next to each other.... It is the Father’s law that you should receive the same measure as the measure you give to your fellow human beings. Everything you are given by the Father you should also give to your neighbour in the same way but always in the awareness that you are children amongst yourselves and that the Father’s love aims to unite you. Therefore, let no one ever ask in vain and give where only the slightest appeal reaches your ear.... In earthly life the Father wants to give you the opportunity to practise neighbourly love, for love is the first and foremost commandment in the beyond.... everyone only works for another....

And the love you neglected to give in earthly life will heavily burden you there; many a soul will long for the effect of love which will deliver him from the darkness.... all good deeds on earth are blessed by God, they will produce many different fruits in the beyond, for everyone will reap what he sows and will receive the reward of his love on earth from our Lord and Saviour in love again. For God is love, and to be allowed to live in His love is eternal beatitude....

Amen