La cognición clara de lo que es permanente, lo que puede llamarse conocimiento espiritual, es sólo una parte de lo perfecto y, por lo tanto, nunca podrá ser logrado intelectualmente, sino sólo a través de una voluntad completamente subordinada a la voluntad de Dios, que trae consigo un estilo de vida naciendo en el amor, que devuelve al ser a su naturaleza primordial, al estado de libertad, luz y poder. Entonces no habrá más ignorancia de las cosas para el ser, ya sea en la Tierra o en el más allá, entonces sabrá de todo, del gobierno y la obra de Dios, de la conexión de toda la creación con el Creador, sabrá de principio original y del objetivo final, del significado y el propósito de la obra divina y de su causa y efecto.
Entonces el ser ha llegado a ser sabiendo, se encuentra en la luz y puede irradiar luz por sí mismo y ahuyentar nuevamente la oscuridad allí donde la buena voluntad está presente nuevamente. No es posible lograr la cognición profunda solo mediante la reflexión, porque la mente humana probablemente realiza una actividad espiritual, es decir, busca organizar los pensamientos, pero tanto tiempo sin apoyo espiritual, mientras esto ocurra sin una actividad amorosa, es decir, cuando la mente sola, sin el corazón, busca alcanzar la cognición.
El ser humano tiene que ser bueno desde dentro, es decir, sentirse impulsado a actuar en amor. Sólo entonces el Espíritu de Dios entra en acción, que ordena y dirige el pensamiento del ser humano, su actividad intelectual, y sólo entonces el resultado del pensamiento intelectual corresponderá a la verdad, la cual, sin embargo, no se alcanza mediante el intelecto, sino mediante el corazón, que en cierto sentido influye en el intelecto para recibir y procesar los pensamientos que fluyen desde el reino espiritual. La subordinación completa de la voluntad a la voluntad divina es la primera condición y esto presupone un profundo amor a Dios y la humildad, que encuentra su expresión en el servicio del amor al prójimo.
(24.07.1949) Y por lo tanto, sólo el ser humano puede ser verdaderamente sabio que cumple los mandamientos divinos y así, a través de un estilo de vida de amor, se unifica con Aquel Que es el Amor Eterno Mismo, pero Que es también la Verdad Eterna. Y, en consecuencia, todo conocimiento, la verdad pura, debe venir de Él, pero nunca puede ser transmitida a aquellos humanos que son intelectualmente muy activos, pero carentes de todo amor, porque no tienen conexión con la fuente del amor y de la verdad, y por lo tanto no pueden poseer ni alcanzar lo que Dios reserva para quienes Lo aman y guardan Sus mandamientos.
Lo que no es posible para la mente más aguda, penetrar en el conocimiento que todo lo abarca, penetrar en la Esencia de la Deidad Eterna, es fácilmente posible para un corazón amoroso, y a su vez, incluso la mente más aguda encontrará un proceso incomprensible, que, sin embargo, produce resultados demostrables. Para que un ser humano sin formación previa pueda proporcionar información y aclaración requiere un conocimiento que solo le puede haber transmitido por medios espirituales y que, por lo tanto, deben considerarse como prueba de que la sabiduría más profunda, la verdad eterna, solo puede obtenerse a través del amor....
amén