4494 Fe y amor – Constante Presencia de Dios

24 de noviembre de 1948: Libro 52

Basta que vosotros sepáis, que Yo siempre estoy en el Espíritu con los Mios, que jamás estáis solos, si en el corazón y ante el mundo os declaráis parartidarios de Mí. Y si estáis convencidos de eso, ninguna cosa más puede asustaros o haceros vacilar en la fe en Mi. Esa fe en Mi incesante Presencia os hace también de los Mios, que entonces viven también en el amor, porque creen en Mí, o creen profunda y vivamente, porque viven en el amor. Pues fe sin amor no es imaginable, porque una procede del otro. La fe puede siempre ser adquirida, si el hombre se esfuerza en ser activo en el amor sin ninguna clase de interés personal, porque de esa manera el espíritu en él se despierta, el cual enseña al hombre intelectualmente, de modo que él es capaz de creer; porque todo le parece que es evidente, lo que se le presenta, lo que a través de Mis servidores en la tierra o por Mi Palabra escrita se le enseña como verdad religiosa. Y por eso los hombres que cumplen el precepto del amor al prójimo, tienen que ser siempre del mismo parecer también en todos los asuntos de fe, porque Mi Espíritu enseña lo mismo en todas partes y porque Yo prevengo que los Míos estén desunidos entre sí.

“Donde dos o tres estén reunidos en Mi Nombre, estoy Yo en medio de ellos ...” Y Yo en verdad que os proporcionaré la Verdad y tengo cuidado en que los Míos estén en la única Verdad. En el tiempo del fin serán los Míos fuertemente atacados y tendrán que responsabilizarse por su pensar y obrar. Entonces tenéis sólo que figuraros de que no estáis solos frente a los ataques del enemigo, que vosotros siempre me tenéis a Mí Mismo al lado, que no necesitáis temer lo que digáis y con que palabras debéis justificaros ante ellos, pues Yo Mismo os pongo las palabras en la boca, tan pronto como aboguéis por Mí y Mi Doctrina. La fe en Mi Presencia os dejará presentaros siempre seguros y sin temor, vosotros no váis a tenerme que buscar en la lejanía, sino que estáis siempre seguros que Yo soy vuestro contínuo y permanente Acompañante y no os deja solos en los apuros terrenales o espirituales. Y así resistiréis en el último combate, hasta que a través de Mi Amor os sea la salvación definitiva.

Amén

Traducido por: Pilar Coors

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