1775 Perdón de los pecados.... “Si no veis una señal, no creéis....”

13 de enero de 1941: Libro 27

El arrepentimiento debe proceder al perdón de la culpa del pecado; Es el requisito previo que debe cumplirse para que el niño en la Tierra tome conciencia de la magnitud de su injusticia, de haber pecado contra Dios. Quien ama a Dios sobre todas las cosas no puede pecar, por eso el pecado es siempre una falta de amor, y por eso el hombre ofende a Dios. Pero al mismo tiempo el pecado entra en la voluntad del adversario, que siempre quiere lo contrario a la voluntad de Dios.

Así el hombre puso la voluntad del adversario por encima de la voluntad divina; le obedeció pero se opuso a la voluntad divina. Por lo tanto, el hombre tiene que reconocer la magnitud de su injustica, entonces también se arrepentirá, si está enamorado de Dios, y entonces también podrá pedir perdón a Dios en su corazón, para que ahora él también pueda ser perdonado. Ahora la confesión del pecado, la petición de perdón, no es un acto formal, sino que sube desde el fondo del corazón hasta el oído del Padre celestial....

Y eso es lo divino el hombre, que puede reconocer cuando es bueno, que no cae en la ignorancia, con sólo que su voluntad se vuelva hacia Dios. Se le hace mentalmente reconocer lo que es correcto, y si ahora actúa de acuerdo con este reconocimiento, entonces actúa según la voluntad divina. Cuando se exige la prueba del perdón de los pecados ante el mundo, ante los ojos de los demás seres humanos, esto es un señal de fe débil en el amor de Dios. Porque Dios mira dentro de los corazones, y ciertamente no se necesitaría dar confirmaciones externamente perceptibles del perdón de los pecados....

Aunque Su amor a menudo da señales visibles de que ha perdonado los pecados del niño en la Tierra, las señales no deben verse sólo como pruebas del perdón. “Si no veis las señales, no creéis”, dice el Señor, “pero bienaventurados lo que no ven y creen”. Cualquiera que implora a Dios misericordia en espíritu y en verdad reconoce su indignidad y levanta sus manos hacia su Padre, retorciéndolas. Se le ayuda a salir de la angustia de su alma, porque quiere hacia a Dios, y por eso Dios siempre le ayuda en la forma que le sea útil.

Mientras el hombre toma su camino directamente hacia Dios, también Dios viene a su encuentro. Sus siervos le enseñan y corrigen, y es mejor para el hombre entregarse a los seres espirituales que sirven a Dios, en vez de buscar apoyo en aquellos de la Tierra que se llaman siervos de Dios pero que todavía está muy lejos del servicio de Dios correcto. Porque no todos son verdaderos servidores de Dios, quienes probablemente ejerzan el cargo de tal.

Y si realmente son hombres conforme al corazón de Dios, no les está permitido condenar al niño terrenal que, con fe plena, se confía directamente al Padre celestial.... Y esta fe le hará reconocer también su pecaminosidad, su humildad y su necesidad de ayuda.... y pedirá misericordia al Padre desde el fondo de su corazón. Y por eso es evidente que Dios ahora se acerca a él y deja fluir Su gracia hacia él, como señal de que ninguna oración enviada a Él en espíritu y en verdad queda sin ser escuchada....

amén

Traducido por: Hans-Dieter Heise

Este comunicación no se menciona en ninguna folleto temático.

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