1103 Derrumbamiento del poder mundano.

21 de septiembre de 1939: Libro 20

El que da lugar a que el mundo tenga que vivir en continua amenaza, su espíritu no demuestra nada del amor que le debería estar inherente. Se trata más bien de un tributo del maligno, y lo paga aquel que siembra riña y manía de disputar entre la gente. Hay que cultivar amor y paz entre los hombres, y entre todos deben comportarse como hermanos. En vez de esto, se trae amarga enemistad a las casas en las que deberían habitar hombres pacíficos. Además es indigno para toda una nación, si el ciudadano está privado de la libertad del espíritu. Esto es esclavizar a aquellos a los que se debe tratar como hermanos - intolerable ante la Voluntad de Dios.

Aquel que se arroga tomar disposiciones que limitan la libertad personal, y eso sólo para alcanzar un dictamen preconcebido, pronto pasará por la experiencia que el arco tendido se quebrará... y que la fortuna dará un revés y tocará a aquellos que se imaginaban llevarla en las riendas.

Al principio parecerá que el éxito está de parte del poder mundano, pero esto no durante mucho tiempo, porque acontecimientos de actualidad señalan el final de la era en que la violencia tiene prioridad ante la clemencia. Y si aun así no hay manera que el débil llegue a ser considerado, esto, con sabia intención, también está consentido de Dios, para que una vez puedan manifestarse visiblemente la Justicia de Dios, su Amor y su Omnipotencia. Porque cuando haya llegado la hora, Él intervendrá... Sólo que vosotros debéis dejarle que actúe Él solo, y Él arreglará la suerte de cada uno de manera que esta le resultará soportable... y con la Gracia y la Ayuda de Dios la vida llegará al final correcto.

Y ahora prepárate para una comunicación cuyo sentido hoy aún no lo comprenderás, y aun así te lo será revelado: El Señor tendrá que intervenir a la fuerza en el caos espiritual, y el mundo ya sopesa tímidamente qué dimensión adquirirá esta intervención por parte de la eterna Divinidad. Por eso es lícito que el gobernante de un país atormentado primero el mismo tenga que experimentar los sufrimientos, antes de que los acontecimientos mundiales le golpeen sensiblemente.

Todavía se encuentra en la cumbre de su gloria... todavía la humanidad le da gritos de júbilo... Pero en cuanto se haya hundido, nadie ya le aplaudirá. Porque en tiempos de tormento y de grandes apuros la humanidad se olvida de que a este gobernante también le deben ciertas ventajas, por lo que sucederá que en los tiempos de miseria y apuros que tocarán la Tierra, se planificará y llevará a cabo una rebelión general contra el poderío. De los que creían encontrarse en la cumbre habrá muchos que caerán... y el alma dictará una sentencia, pues se dejará llevar por el sentimiento de justicia y reconocerá los errores y defectos. Pero también reconocerá la postura de aquellos que anhelan una mejoría de la situación global, y se conforman con limitar el poder del gobernante, para que no pueda abatirse una nueva desgracia sobre la humanidad. Pues los hombres increíblemente amargados exigen su derecho y desean la eliminación de aquel que causó semejante miseria indecible a la humanidad.

Llegará la hora en que pobre y rico, anciano y joven, grande y pequeño reconocerán, qué poder se ha manifestado en el gobernante... qué saludable era la forma de pensar de aquellos que no se dejaron cegar por las apariencias... Y una vez que haya llegado este cambio, sólo durante poco tiempo ya la Tierra perdurará tal como está ahora, para que luego tras una gran catástrofe vaya a tener un aspecto totalmente nuevo; aunque no sea por todas partes sino, notablemente, en todos los países unidos por la conflagración mundial - los que traman su mutua extinción.

Será un día terrible, seguido por una noche horrorosa. Pues el Señor espera con suma Paciencia, pero si Él queda desatendido, entonces los acontecimientos invadirán la Tierra y alcanzarán a cada uno - según se lo merece; porque la Justicia de Dios no permite que ocupen el trono aquellos que no lo merecen... Por otra parte serán elevados todos aquellos que siempre fueron fieles a Él - y eso no por una recompensa terrenal sino por amor al Creador divino.

La suerte de todos está predeterminada desde eternidades, y el Señor no hace sino corresponder a todo lo que está anunciado en Palabra y en Escritura, para que la humanidad reconozca la Verdad de estas predicciones y se las tome a pecho...

Amén.

Traducido por: Pilar Coors

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