0198 Lucha de la Luz contra las tinieblas

24 de noviembre de 1937: Libro 5/6

Sabe, hija mía que, conforme a la Voluntad de Dios, te daremos enseñanzas que se corresponden con tu forma de pensar; por eso esta misma mañana quiero que sepas que nuestro Señor Jesús te tiene mucho afecto y mucho se alegra de tu entrega. Si alguna vez tienes la impresión de haber sido abandonada, ¡no te aflijas!, porque Él está siempre cerca de ti, y tu Salvador te ayudará a solucionar todos tus problemas. Consciente de ello, continúa tu camino sin temor alguno hasta el final de tu vida. A pocos les cabe la misma suerte de poder actuar física y espiritualmente tal como el Señor y Salvador te lo ha concedido a ti. Si siempre mantienes tu mirada hacia lo Alto, siempre saldrás indemne y siempre sentirás la mano protectora del Padre.

Escúchanos, que estamos cerca de ti, y procura asimilar lo que te comunicamos: Antes del principio del mundo el Espíritu era enteramente uno, una entidad bañada en la Luz del Sol eterno. Pero en el espacio erraban elementos lucífugos que procuraban destruir la Luz divina. En esa lucha entre las tinieblas y la Luz innumerables elementos luminosos perdieron su vínculo con la Luz. A estos elementos luminosos que deambulaban por el espacio les declararon la guerra los elementos de las tinieblas para sofocar la luz intrínseca muy abundante en ellos, y para atraerlos a su ámbito tenebroso y aprisionarlos en él. Así empezó la lucha entre el bien y el mal, lucha que continuará por un tiempo indefinido. Y a cada uno de estos microorganismos luminosos Dios le dio la libertad de orientarse según sus propias tendencias.

Pero la pertenencia primordial de estos microorganismos luminosos a la Luz continúa, y aunque la lucha perdure durante miles de años, incluso la partícula más ínfima de la Luz eterna volverá al punto de su procedencia, a su destino, al punto de partida.

Se trata de un ciclo conforme a la Voluntad de Dios. Que cada ser se consagre libremente a este destino movilizando todas sus fuerzas, apoyado por el Amor del Padre divino que genera toda Luz, para encontrar así el camino de vuelta hacia la perfección y para poder permanecer de nuevo cerca del Padre celestial, cerca de la Luz eterna.

Amén.

Traducido por: Meinhard Füssel

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