Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/8734

8734 La aparición del anticristo

24 de enero de 1964: Libro 92

No va a pasar mucho tiempo hasta que Mi adversario tome el poder en su último reinado en esta Tierra. Pero antes Yo voy a hablar con voz de trueno para que algunos pocos Me encuentren en su miseria extrema y Me permanezcan fieles, porque la obvia prestación de ayuda les hizo reconocerMe y ya no renunciarán su fe en Mi. Pero solo serán unos pocos, y por consiguiente Mi adversario tendrá mucho poder, porque los hombres por el gran acontecimiento de la naturaleza han caído en una situación de necesidad, de manera que se unen a cualquiera que les asegure ayuda para salir de esta necesidad. Y uno lo hará y ganará a todos que no se hayan sometido a Mi, porque los Míos se quedarán lejos de él, ya que recuerdan Mis amonestaciones y advertencias que les espera la gran batalla de fe que se desatará por medio de Mi adversario.

Los hombres mundanos le van a aplaudir, porque entenderá de engañarles, y él va a realizar cosas que los hacen dispuestos a creer en un poder sobrenatural. Y justamente que toda la gente sin fe lo acepte como gobernante y salvador de su miseria terrestre prueba que Mi adversario mismo está en juego, que en su función de Mi adversario se sirve de una envoltura terrestre para ahora poder actuar libremente. Y vosotros, que pertenecéis a los Míos, os preguntaréis porqué permito su reinado y no lo derrumbo.

Será su última gran acción en esta tierra que también trae el final, él deja desencadenarse la última lucha, que vosotros, los hombres, tenéis que aprobar, porque es la última decisión antes de que llegue Yo Mismo para salvar a los Míos. La catástrofe anterior ha suscitado una mayor voluntad de supervivencia en los hombres, y aquellos que la han sobrevivido buscan por todos los medios volver a los bienes terrestres, al bienestar terrenal, y Mi adversario apoyará estos esfuerzos, y por esto encuentra un número enorme de seguidores.

Y también sabe engañar a la gente sobre su verdadero rostro, lo ven como un hombre dotado de una fuerza extraordinaria, en quien confían sin dudar y a quien dan el derecho de dictar decretos para obedecerle ciegamente. Y el número de sus partidarios será tan grande que el pequeño rebaño de los creyentes que lo reconocen a él y su verdadero rostro no podrán defenderse contra sus ataques, pero lo reconocen precisamente por el hecho de que quiera quitarle a los hombres la fe en Jesucristo, de que él mismo quiera sentarse en el trono supremo y que los hombres deban adorarlo. Y lo van a hacer porque él va a realizar milagros verdaderos por la fuerza que aún le queda.

Y lo reconoceréis cuando aparezca, pero antes el mundo estará aterrorizado por la magnitud de un desastre natural por el cual Yo Mismo Me doy a conocer a los hombres. E inmediatamente después se manifestará, prometiendo ayuda y salvación de aquel gran caos. Y por eso él encontrará muchos seguidores, porque los hombres ya están maduros para la ruina, de lo contrario ellos lo reconocerían y me pedirían protección contra él y sus maquinaciones.

No pasará mucho tiempo antes de que él se manifieste, quién, de momento, aparecerá bajo el manto de la piedad, y sin embargo muy pronto permitirá que su verdadero rostro salga a la luz. Pero los hombres están ciegos, y tiene un juego fácil con ellos. Abandonarán fácilmente la fe en Dios porque están duramente afectados por la catástrofe natural y preparados a subir a aquel al trono que es Mi mayor enemigo y adversario y que ha encarnado su ser en un hombre para empezar con el último acto en esta tierra: la lucha abierta contra Mi y los Míos, contra toda fe y toda justicia.

Porque solo a sus seguidores les dará la posibilidad de sobrevivir, mientras que a los Míos se les anuncia la muerte. Pero él encontrará en Mí su Señor cuando haya llegado su tiempo, y por el bien de los Míos voy a acortar el tiempo. Yo Mismo vendré a rescatarlos de la mayor penuria, y su reinado tendrá un fin; él será atado junto con sus seguidores por mucho tiempo. Y comenzará un nuevo tiempo en el que habrá paz y concordia, donde reinará el Amor, donde a Mi adversario se le niegará su acción, como ha sido anunciado por la Palabra y la Escritura.

Amén

Traducido por Diemo Landgraf