Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/8473

8473 No son la Voluntad de Dios Mandamientos por obligación

20 de abril de 1963: Libro 89

Tampoco es Mi Voluntad, de que los hombres sean impedidos en su libre decisión, que les sean dados Mandamnientos, según ellos sólo pueden moverse en sus límites, lo qual sólo los hombres han determinado de nuevo. El factor decisivo en el hombre, en decir en su vida, es la libre voluntad, pues ella únicamente lleva a cabo la madurez del alma, pero sí, ella también puede fracasar, porque es libre por completo. Ahora, si a esta voluntad se le reduce la libertad, entonces los hombres se hacen culpables, los que lo hacen. El hombre mismo tiene el don o el talento de poder utilizar su razón, él podría liberarse de esa traba de la coación de voluntad. Pero está en vista de que el hombre no tiene el valor generalmene con este fin, ante los reglamentos humanos.

Sin embargo, Yo planteo la cuestión: ¿Por qué cumplís tan celosamene con estos preceptos precisamente, mientras que por otro lado infringís fácilmente los Mandamientos. Se pide mucho, por parte humana, de vosotros, y no os dáís cuenta y no lo observáis. ¿Por qué sois obedientes cuando se pide de vosotros de que creáis en todo incondicionalmente de lo que os ponen o presentan? ¿Por qué no os procuráis vosotros mismos una clara luz, antes de que aceptéis enseñanzas como la "Verdad"? ¿Por qué infringís con tanta indolencia los Mandamientos que Yo Mismo os he dado, que tibios os comportáis ante el Mandamiento del amor al prójimo? Pero fervorosos cumplís los mandamientos promulgados por hombres. Y cuanta luz recibiriaís, si observaís los Mandamientos del amor. Todos los velos caerían de vuestros ojos, los cuales os ocultan la Verdad hasta la fecha. Y os preguntariaís esto: ¿Quien os da la garantía de ello, de que os han presentado la pura Verdad? Y ya la menor duda significa que os abrís a la luz, que ansiaís la Verdad, y entonces podrá ser cumplido ese anhelo.

El poner al hombre en un estado coercitivo, es un gran delito contra Mí, Yo, quien he dado a todas Mis criaturas el libre arbitrio, por el que una vez han de responsabilizarse tambén. Y esto es de mucha importancia especialmente, porque se trata de la evolución hacia arriba que lleve el alma, a la que se le díó como previa condición la voluntad libre por completo.

El madurar espiritual sólo lo puede fomentar, lo que en libre voluntad ha sido hecho. Y este desarrollo del alma lo impedís vosotros, los que ponéis a vuestros semejantes en un estado de obligación moral, de tal modo que se les hace imposible una decisión libre. Cada hombre podría en verdad liberarse de esta tutela, si a él, con plena seriedad, sólo le interesa la Verdad. Sin embargo él se libra con gusto de la responsabilidad cargándosela a otros, pero hace lo que otros piden del él que haga, y no de lo que Yo exijo: que vivan el amor. Pero cierto es que una vida en el amor lleva consigo a la iluminación del espíritu, y luego sabrá el hombre también, de que Yo jamás puedo ser el autor de tales preceptos, los cuales reducen a los hombres en su libertad espiritual.

Vosotros no aceptéis cosa alguna antes de haberla examinado a fondo, y siempre debéis sólo rogarme por Mi apoyo, para que vuestro pensar sea justo. Y creédlo, tendréis alegría en los pensamientos que ascienden en vosotros depués de una íntima oración a Mí, pues es Mi Voluntad que vosotros caminéis en la Verdad, y para ello os pondré en el corazón también el sentimiento verdadero para la Verdad y vosotros os podreís deshacer fácilmente de todo el error, tan pronto como me reconozcáis a Mi Mismo como al verdadero Maestro, viniendo a Mí antes para que recibáis de Mí la explicación. Esto no necesita ser un proceso evidente de la tansmisión textual, pues Yo tengo muchos caminos para conduciros la Verdad, y para que a ésta la reconozcáís también como Verdad, dirijo y guío Yo vuestros pensamientos, y entonces vaís a creer que son un producto vuestro, pero estáis también convencidos plenamente de que es verdadero. Y sabed, que vuetros semejantes no tienen el derecho de eliminar a vuestro propio pensar, al mandaros que acojáis sin dudas, lo que os ofrecen en sus enseñanzas.

Ese derecho no se lo he dado a ningún hombre, el que reduzca la libre voluntad, sino que el hombre mismo debe decidir lo que él quiera admitir o rechazar. Pues por ello tiene que justificarse una vez, porque se trata de su madurar espiritual.

Mas si él antepone el cumplimiento de los Mandamientos de amor a todos los demás, así su madurez está garantizada también, entoces por sí mismo llegará siempre más a la Verdad, tampoco necesitará dar cuenta de tantos errores en su entrada en el Reino espiritual, pues su luz es fuerte y se abre paso o rompe las tinieblas, que significan toda clase de error para un alma.

Únicamente es necesario el amor para estar maduro y estar también en la Verdad. Pero quien no tiene el amor, ese encontrará difícilmente la salida de las tinieblas, pues a él no le ayudan tampoco los supuestos medios de Merced y Gracia, a los que el hombre se abandona fácilmene que no se halla en la Verdad.

Amén

Traducido por Pilar Coors