Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/7897

7897 Una experiencia de la Pascua de Pentecostés

21 de mayo de 1961: Libro 82

La Pascua de Pentecostés que mis discípulos habían experimentado puede repetirse con todos vosotros, porque a todos he prometido mi Espíritu, con las Palabras: “Yo quiero mandaros el Consolador, el Espíritu de la Verdad...”. No fue una experiencia única solamente ideada para mis discípulos, porque cada vez de nuevo mi Espíritu se derrama a los seres humanos que se conectan íntimamente conmigo, y que me invocan por la Fuerza de mi Espíritu.

De modo que cada uno puede sentir la Fuerza del Espíritu en su interior, dado que este le ilumina en su forma de pensar... haciéndose comprensible lo que antes le resultaba incomprensible... Pues mi Espíritu regala claridad y Luz porque es la directa Irradiación de Mí - de Él que es la Luz desde la eternidad. De modo que el Derrame de mi Espíritu sobre mis discípulos no fue nada de único... pero sí, fue la primera vez que este proceso se realizó, porque antes de mi muerte en la cruz no era posible que mi Espíritu iluminara a un ser humano que aún no había llegado a la Redención mediante la Sangre de Jesucristo...

Mientras los seres humanos todavía estaban cargados con su culpa del pecado original, esta unión íntima conmigo no podía realizarse; la culpa de los seres que habían apostatado de Mí todavía era un obstáculo entre los seres humanos y Yo. Y no era posible que mi Espíritu pudiese irradiase en un alma cargado con culpa. Sólo cuando luego la Obra de la Redención estaba realizada, también el camino del regreso a Mí estaba libre para cada uno.

Y ahora también era posible que el alma mediante el amor se formara de manera que se produjera el despertar del espíritu a la Vida...

También era posible que la Chispa del Espíritu en el hombre acudiera al Espíritu del Padre de eternidades, y una íntima unión del ser humano conmigo le facilitara el Derrame de mi Fuerza...

Y era posible que mi Espíritu colmara el alma del hombre y encendiera en él una Luz muy clara, para que ahora el hombre pudiera recibir enseñanza desde su interior, en toda Verdad, y para que volvieran a salir a la Luz las Facultades divinas que hasta ahora estaban yaciendo o cegados en él a causa de su caída en aquellos tiempos remotos...

Así también era posible que todas estas Facultades llamasen la atención de una manera extraordinaria, demostrando la unión conmigo... con lo que ahora también queda demostrada la naturaleza divina de aquel que había realizado la unión conmigo...

De modo que los discípulos ahora podían hablar porque estaban colmados de espíritu; ellos podían hacer milagros, sanar a enfermos, y también podían echar miradas en el Reino espiritual. Ahora eran verdaderos divulgadores de mi Evangelio porque reconocieron en sí mismos la Verdad pues estaban guiados y animados por mi Espíritu para que hablasen conforme a mi Voluntad. Estaban colmados de la Fuerza del Espíritu, tal como Yo se lo había anunciado, que Yo me quedaré con los Míos hasta al fin del mundo - una promesa que no sólo era válida para mis discípulos, sino para todos los seres humanos, lo que ya se podía deducir de la misma promesa.

Siempre Yo quería deleitar a los seres humanos... siempre quería derramar mi Espíritu y hacer que les llegara la Verdad - lo que únicamente era posible mediante mi Espíritu... ¡Pero lo poco que han comprendido mi Palabra, y lo poco que hacen caso a esta promesa pues no anhelan el Derrame del Espíritu, a pesar de que todos vosotros podríais experimentarlo!

Pero Yo también puse una condición en ello: que tengáis fe en Mí y que cumpláis con mis Mandamientos, porque el Derrame del Espíritu equivale a una “Revelación” directa. Y Yo sólo puedo revelarme a aquel que vive en el amor... a aquel que mediante el amor despierta el espíritu en sí a la Vida.

Comprended que mi Espíritu os introduce en toda Verdad... que Yo mismo me revelo, siendo Yo mismo la eterna Verdad misma... comprended que Yo hago que os llegue un saber... que Yo os enseño desde vuestro interior... pues así también enseñé a mis discípulos. Les di la facultad de reconocer todo lo que ya les había presentado antes, para que luego, conforme a este reconocimiento, a los semejantes me anunciaran a Mí mismo y mi Obra de Redención. Porque estos debían ser conscientes de mi Voluntad, de la causa de su desgracia, y del objetivo que Yo había impuesto a su vida en la Tierra.

De modo que ellos mismos debían saber de todo, para poder enseñar a los semejantes conforme a la Verdad. Del mismo modo también hoy día colmo a mis discípulos con mi Espíritu, y de nuevo los envío al mundo, porque también ahora los seres humanos deben saber de mi Voluntad y de todo lo que aún los está esperando... De nuevo les debe ser comunicado el Evangelio del Amor por parte de mis siervos, sobre los que derramo mi Espíritu para que puedan cumplir con su tarea que Yo mismo les he asignado.

Porque ha llegado la era del final, y los seres humanos deben saber de la Verdad - la que únicamente Yo les puedo ofrecer mediante mi Espíritu que colma a aquellos que están dispuestos a servirme, y a los que de nuevo volveré a mandar al mundo antes de que haya llegado el final.

Amén.

Traducido por Ion Chincea