Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/7295
7295 El Precursor de Jesucristo
28 de febrero de 1959: Libro 77
Y cuando escuchéis que alguien está proclamando al Señor de una manera inusual, entonces sabréis que la última fase del fin de los tiempos ha comenzado, que el Precursor de Jesucristo una vez más está cumpliendo su misión de anunciar a Aquel que vendrá el Día del Juicio para llevar a los Suyos y realizar el cambio en la Tierra, como es anunciado por la Palabra y la Escritura. Aparecerá de forma completamente inesperada y se hará un nombre porque el poder de su voz es grande, porque se dirigirá a la gente de una manera tan seria y significativa que muchos se sentirán impresionados y asimilarán sus palabras, porque reconocen que está proclamando “la Palabra de Dios” y porque también son inusuales los señales que realiza para ayudar a sus semejantes.
Será un verdadero taumaturgo para los pobres y desafortunados, un ayudante en la miseria que sobrevendrá a todos los hombres en el momento en que él aparezca. Y hablará fuerte y perceptible, no temerá a los que prohíben su actividad, tanto más denunciará a todos los que hablen y actúen en contra de la Voluntad de Dios, y por eso será odiado y perseguido por los poderosos de esta Tierra, a los que acusará duramente en vista de su comportamiento frente a los hombres. Pero el abismo entre el mundo terrenal y el espiritual ya es demasiado grande, de modo que de ese lado no se puede esperar ninguna comprensión de lo que anunciará “la voz que clama en el desierto”.
Se reirán de él y lo perseguirán con tanto celo solamente porque su popularidad está aumentando, porque sí hay personas que se dejan impresionar, para el disgusto de los gobernantes, que están en contra de toda fe y actúan contra ella. Y este es el tiempo que está delante de vosotros, y ya no mucho, y oiréis de él. Pero entonces también sabréis que vosotros mismos tenéis que manteneros firmes, porque con su aparición también podréis contar con la inminente lucha de fe, y entonces será decisivo en qué dirección os dirigís, porque entonces quedará demasiado claro que tenéis que decidiros por Dios o por el mundo. Y él será un fuerte apoyo para vosotros para que toméis el camino hacia Dios, porque su discurso será convincente y poderoso.
Dios Mismo hablará a través de él de manera tan evidente que a nadie debería resultarle difícil unirse a él, porque también dará pruebas tan visibles de su vocación que la gente podrá reconocer quien es él. Él mismo también sabrá cuál es su tarea, y que ésta es su última misión, caminar delante del Señor y anunciarLo en voz alta. Él mismo también será consciente de su origen y también de su terrible fin, pero nada lo asustará y nada lo detendrá de cumplir su misión, y esta será muy bendecida. Y quien se una a él, de veras hará bien, porque podrá sacar mucha fuerza y mucha luz de la Luz grande que irradiará por todas partes, dondequiera que él aparezca.
Ya está entre los vivos, pero aún no es consciente de su tarea, la cual, sin embargo, de repente se le aclarará, causando un cambio fundamental de su vida terrenal, porque está sirviendo al Señor y también reconoce el bajísimo estado espiritual en el que languidece la humanidad, pero aún no le ha llegado el llamado, lo que, sin embargo, sucederá de repente. Y entonces saldrá de su calma anterior y será plenamente consciente de su tarea, porque el Espíritu de Dios lo impulsará y le dará total claridad acerca de su misión. Y servirá alegremente a su Señor con una devoción que lo hará cada vez más apto para el servicio final que querrá prestar al Señor antes del fin, antes de Su regreso.
Pero vosotros, prestad atención sólo a aquellos que proclaman la Palabra de Dios, y reconoceréis a aquel que se destacará de manera inusual porque quiere cumplir una misión inusual: anunciar la venida del Señor y, a través de poderosos sermones, señalar a los hombres su tarea terrenal de estar penitentes y trabajar con toda seriedad para la salvación de sus almas, y les anunciará el fin, que llegará poco después de su aparición, porque se ha cumplido el tiempo que Dios dio a los hombres para su perfeccionamiento.
Amén
Traducido por Diemo Landgraf