Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/7258

7258 Requisito previo para escuchar la voz de Dios: Desapego del mundo....

17 de enero de 1959: Libro 77

Tenéis que escuchar dentro de vuestro interior más profundo si queréis escuchar Mi voz. Y eso requiere cerrarse completamente del mundo terrenal y sumergirse en pensamientos espirituales.... requiere un vaciado completo del corazón de los pensamientos terrenales para que ahora pueda llenarse con corrientes de pensamientos de naturaleza puramente espiritual. Siempre será difícil para la gente desconectarse completamente del mundo, pero Mi voz suena tanto más clara cuanto menos impresiones mentales cargan el corazón, que tienen su origen en el mundo.

Si el corazón está completamente vacío, entonces Mi corriente espiritual puede fluir sin inhibiciones, y entonces experimentaréis esto como un hablar ininterrumpido, como un desbordamiento de Mi Espíritu dentro de vosotros como Mi dirección directa, que ahora escucharéis tan claramente como una palabra hablada. Cuanto más os resistís a los pensamientos terrenales, más claramente oís Mi voz. Y eso requiere una lucha constante con el mundo exterior, que siempre quiere abrirse camino, impulsado por Mi oponente, para perturbar la conversación confidencial entre Padre e hijo. Podéis evitar esto no cediendo a ello, rechazando todos los pensamientos del mundo que os tocan.... dirigiéndoos inmediatamente a Mí en vuestro pensamientos para que pueda evitar esta perturbación....

Y vuestra voluntad será tomada en cuenta porque está dirigida sólo hacia Mí. Escuchar Mi voz es, por tanto, sólo el derecho de aquellos que saben apartarse del mundo, para quienes Yo Mismo me he convertido en un epítome, que ya no puede ser reemplazado por el mundo.... Quienes Me han reconocido como su Padre desde la eternidad, Que quiere convertiros en Sus hijos y ya no os soltará hasta que haya conseguido este objetivo. Una vez que se haya producido esta separación del mundo, entonces el mundo jamás podrá recuperar a las personas a quienes Mi dirección directa les ha dado luz y ya no quieren prescindir de esta luz.

Pero todavía tendrá que luchar constantemente contra el mundo porque todavía vive en medio del mundo que trata de influir en él en todos los sentidos, porque Mi oponente quiere perturbar ese discurso confidencial donde sea y como sea posible. Por eso siempre se necesita una fuerte voluntad para formar un vínculo tan íntimo Conmigo que Mi voz penetre y la voz del mundo será ahogada por la Mía. La voluntad del hombre logra esto, y entonces siempre sólo cantará alabanzas y gracias a Aquel, Que le habla y con ello le da un don de un valor inconmensurable....

Porque Mi Palabra es la señal visible y audible de Mi infinito amor por vosotros. Mis criaturas. Os da prueba de que vosotros mismos tenéis en vuestros manos establecer una conexión tan estrecha con el Ser más elevado y perfecto que podáis escuchar Su voz.... y que tenéis prueba de este discurso cuando apuntáis Su Palabra sagrada, tal como la recibís.... Este Ser más perfecto os habla.... Reflexionad lo que significan estas Palabras.... Yo os hablo desde lo alto, oís Mi voz, comprendéis, lo que os digo y podréis reconocer en ella la voz de vuestro Padre, Que os ama y Que quiere poseeros para siempre....

Os hablo para vengáis a Mi voluntariamente, para que podáis regresar a Mí, a la casa de vuestro Padre, lo cual quiero lograr a través de Mi discurso. Pero para poder escuchar este discurso Mío, vuestra voluntad debe ser firme y fuerte, debéis buscar siempre el vínculo íntimo Conmigo, Que no se Me encuentra en la superficie del mundo, sino lejos del mundo.... Así que todos los pensamientos mundanos deben ser rechazados, y debéis escuchar en el silencio de vuestro corazón, y entonces escucharéis verdaderamente Mi voz con toda claridad, porque Mi amor se dirige particularmente a aquellos que se esfuerzan por llegar a Mí, que desean de escucharme y a quienes por tanto Me revelo según Mi promesa: “Que vendré a los Míos en Espíritu, y que estaré con ellos hasta el fin del mundo”....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise