Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/7130

7130 Comprensión para el Derramamiento del Espíritu

25 de mayo de 1958: Libro 76

Para la mayoría de los hombres ha llegado a ser el obrar de Mi Espíritu un concepto incomprensible, y esto es también un síntoma de la profunda tiniebla del espíritu que está extendida sobre la tierra. El verdadero sentido del derramamiento de Mi Espíritu no lo comprenden, y sólo entienden siempre que es sólo el derramamiento del Espíritu sobre Mis discípulos. Un suceso que fue anunciado a todos los hombres que pueden experimentar todos los hombres mismos, lo limitan ellos sólo a Mis primeros discípulos. Y de esa manera se hacen ellos mismos incapces para ello, para que pueda derramarse sobre ellos. Carecen de la comprensión para este suceso, que en Mis discípulos sólo por primera vez se presentó, pero anteriormente fue anunciado por Mí con estas Palabras: "Yo quiero enviaros el Consolador, el Espíritu de la Verdad."

Y todas las Palabras que Yo hablé, estaban dirigidas a todos los hombres también; no sólo eran válidas para Mis discípulos, sino para todos aquellos que se esforzaran en seguirme, cumpliendo Mis Mandamientos del amor al igual que Mis discípulos; de lo contrario no hubiera Yo dicho: "Quien guarda Mis Mandamientos, ese es el que me ama, a él quiero venir y manifestarme a él." Mas Yo sólo podía anunciarme a Mí "en el Espíritu", porque Mi caminar terrenal como Hombre había terminado con Mi muerte en la Cruz, y con Mi Ascensíón al Cielo se formó claramente la conclusión de Mi Misión sobre la tierra. Pero Yo había prometido, a los que creyeran en Mí, a Mi Espíritu, Yo quería estar siempre con ellos "en el Espíritu".

Y este dicho no lo comprende la mayoría de los hombres, de otra forma no les sería tampoco desconocido e inverosimil el "obrar de Mi Espíritu". Porque precisamente es este obrar del Espíritu, lo que provoca en todas partes duda o rechazo, porque por un lado es raro sólamente posible y por tro lado no se manifiesta allí, donde los hombres se hacen pasar por sucesores de aquellos discípulos, pero los que en Verdad no son los auténticos sucesores, los que tampoco cumplen las condiciones que llevan en sí el obrar del Espíritu. Pues estos presuntos “sucesores” o representantes de Dios están en la más plena ignorancia sobre el significado del Derramamiento del Espíritu.

El Espíritu de Mí es parte Mía, El ve todo, sabe acerca de todo y propaga, por consiguiente, Luz y luminosidad, da aclaración sobre cosas, que la sabiduría del hombre no le descubre. El Espíritu de Mí es la Fuerza que puede realizar también al hombre, si Mi Espíritu lo penetra. El Espíritu de Mí, lleva de ese modo, todo lo que se ha salido del orden, al buen orden. Él ordena también la mente del hombre, El le abre los ojos, a que vea lo que hasta ahora no ha sido visto. El le abre los oídos a que oíga lo que jamás antes percibió. Y este Derramamiento del Espíritu se lo he prometido Yo a los hombres, si tan sólo viven según Mi Voluntad, es decir, si guardan Mis Mandamientos del amor.

Pero si es evidente en un hombre este Derramamiento del Espíritu, el cual informa, desde dentro de sí, sobre cosas, que a los hombres les son ocultas, dando clara y comprensibile explicación sobre muchas cosas, que hasta la fecha les eran inconcebibles a los humanos, entonces no lo reconocen sus semejantes, que es Mi Espíritu el que se expresa, de que Mi promesa se cumple, sino que rechazan todo y califícan a dichos hombres sólo como ilusos o mentirosos y con ello dan sólo testimonio de sí mismos de su completa ignorancia y de no estar realizados por Mi Espíritu de ningún modo. Ellos no pueden tampoco anotarse en sí, el más mínimo grado del obrar del Espíritu, de otra forma su mente estaría hasta cierto punto bien dirigida, estando enfrente de Mí extraordinarío obrar llenos de veneración y respeto y seriamente relexionaran.

Y es precisamente el derramar de Mi Espíritu lo que fue motivo de muchas, infinitas persecuciones y hostilidades de aquellos que fueron recipientes receptores, en los que Yo pude derramar a Mi Espíritu, como los sucesores verdaderos de Mis primeros discípulos. Innumerables delitos fueron cometidos por parte de aquellos, que pretendían tener y tomarse el derecho para sí, de ser iluminados por Mi Espíritu, y sin embargo, no podían acusar ni la más mínima señal en sí del obrar de Mi Espíritu. Ha desaparecido toda clase de comprensión para ello, sólo pocos posibilitan que Yo Mismo me manifieste en el Espíritu, en que se cumplan Mis promesas, de que Yo Mismo vengo en Espíritu a los Míos.

Amén

Traducido por Pilar Coors