Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/7073

7073 La Promesa de Jesús del Espíritu

26 de marzo de 1958: Libro 75

Os he prometido Mi Espíritu, cuando caminaba en la tierra. Mas ese Espíritu podía menifestarse en vosotros primeramente después de Mi muerte en la Cruz, porque El, como parte Mía, no podía abrírse paso, donde el pecado primero de la rebelión contra Mí, la gran culpa original, no estaba aún expíada, lo que primero fue posible por la Obra de Redención. Y por eso Mi Espíritu se puede manifestar ahora también allí, donde ha precedido primero la liberación del pecado, por lo que el despertar del espíritu es siempre primero la consecuencia de la redención por Jesucristo. Ahora bien puede tener lugar un despertar a la fe en El, la cual arrastra entonces trás sí la liberación del pecado, pero a ese despertar desde el interior, es ahora posible el despertar del Espíritu: Así pues, que los Dones del Espíritu se hacen manifiestos en la forma más diferente.

Y a esto debéis vosotros hombres aspirar, desde el momento que creéis en Jesucristo, en Mi incorporación y en Mi muerte en la Cruz. Entonces acordaos también de Mis Palabras, con las que os prometí a Mí Espíritu, debéis acordaros de ellas, "de que Yo Mismo estaré con vosotros hasta en el fin del mundo..." Sólo por breve tiempo podía permanecer entre vosotros en la forma del Hombre Jesús. Quien en toda plenitud Me ocultaba en sí, pero Yo quiero estar siempre presente también en los que Me anhelan, Me aman y quieren vivir a Mi agrado. Y en estos quiero Yo estar en el Espíritu, Mi Fuerza debe atravesarlos de tal modo que ellos también puedan hacer cosas extraordinarias. Así pues, donde Yo estoy presente, Me manifestaré también. Yo iniciaré a los hombres en un saber verdadero. Yo les daré fuerza para que sean activos por el bien de los semejantes, espiritual o también terrenalmente. Yo les descubriré cosas futuras, si sirve para la salvación del hombre. Yo le daré la fuerza de curar enfermos en Mi Nombre.

Y así les mostraré siempre Mi Presencia, como lo he prometido. Yo estaré en Espíritu en aquellos que Me aman y guardan Mis Preceptos. Pero Yo no obraré a través de Mi Espíritu donde la Redención por Jesucristo no ha precedido. Pues Mi Espíritu no se abre paso a la fuerza, y donde tropieza contra resistencia, permanece mudo.

Pero bendito quien le permite que se abra paso, quien cede al impulso silencioso del Espíritu de practicar el amor, los que toman el camino de Jesucristo y se entregan a El totalmente. Estos experimentarán también la Verdad de Mi Promesa, de que Yo Mismo tomo posesión de ellos, de que Yo permanezco con ellos y los doto con Dones del Espíritu. Donde Yo estoy, quiero también regalarme. Y Mi Dotación consiste siempre en la transmisión de Luz y Fuerza a los hombres débiles. Yo les proporcionaré lo mismo de nuevo, lo que repartí a Mis discípulos en la tierra: un saber extraordinario y una fuerza extraordiniaria, de modo que ellos también pueden realizar a lo que Mi Espíritu les impulse, lo que sólo como hombre les era imposible. Pero Yo sólo podía derramar Mi Espíritu en Mis discípulos, que Me habían seguido dóciles y cuya conducta y modo de vívir lo permitía, ya que Mi muerte en la Cruz les trajo antes Redención y liberación de Mi adversario, de su culpa original y por eso también de su estado de debilidad y tinieblas.

Mi Espíritu los iluminó, Mi Espíritu les dió fuerza en abundancia, pues Yo Mismo era quien estaba en medio de ellos, El que hablaba en ellos y en ellos ejecutaba obras milagrosas, cuando salieron por el mundo en Mi Nombre, para anunciar el Evangelio. Yo estaba con ellos como en Mi Tiempo en la tierra, y Yo podía estar con ellos, porque ellos sólo Me pertenecían a Mí y así podían también ahora actuar con la Fuerza del Espíritu, como Yo lo había prometido. Y así también estaré siempre con los que Me lo hacen posible mediante su conducta, que esté en ellos presente, y Yo demostraré Mi Presencia a través de un obrar fuera de lo común, por la transmisión de Luz y Fuerza. Y ellos anunciarán igualmente como Mis primeros discípulos de la Obra de Redención, porque ellos mismos están por Mi Espíritu iluminados y porque Mi Espíritu los estimula a que hablen para Mí y Mi Reino, confirmando la Verdad de sus palabras mediante los Dones del Espíritu, mediante pruebas públicas de Mi Presencia en ellos.

Amén

Traducido por Meinhard Füssel