Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/6945

6945 Ninguna semilla se pierde.... El más allá....

15 de octubre de 1957: Libro 74

Es un comienzo bendito querer ayudar a las almas en su necesidad y, por lo tanto, nunca quedará sin éxito, incluso si este no es evidente de inmediato. Si alguien logra hablar con un alma aunque sea una vez, algo de eso quedará, incluso si el alma sólo lo recuerda más tarde. Sin embargo, dado que su voluntad debe ser respetada, algunas almas necesitan un tiempo considerable antes de llegar a la autorreflexión, e incluso puede partir de esta Tierra sin haber aprovechado el don de la gracia que se le ofreció en la Tierra.

Pero aún así, el recuerdo de vuestras palabras aún puede llegar a ella, porque es un bien espiritual imperecedero y, por lo tanto, todavía puede influir en el alma en el más allá, siempre y cuando, por supuesto, no se encuentre en un estado de resistencia dura y, por lo tanto, es de una mente completamente oscurecida. Por lo tanto, nunca debéis creer que vuestros esfuerzos son completamente infructuosos. Desconocéis la fuerza de la Palabra que se emanó de Mí y que nunca pierde su efecto cuando se abandona la resistencia. Por lo tanto, la primera prioridad es romper esa resistencia del alma que impide que la fuerza de Mi Palabra actúe.

Así pues, Mi Palabra tiene que ser ofrecida a un ser humano una vez con amor, porque el amor puede romper la resistencia humana.... Y en segundo lugar, se les tiene que ofrecer una intercesión amorosa a las almas en el más allá, que también es capaz de romper su resistencia anterior.... Entonces ellas también experimentarán la fuerza de Mi Palabra; entonces resonará de repente en ellas de nuevo, tal como se la ofrecisteis en la Tierra, y entonces será recibida con alegría y gratitud y se les hará comprensible....

Así que podéis sembrar muchas semillas que también germinarán una vez, aunque vuestros esfuerzos ahora os parezcan inútiles. Mi Palabra no se pierde una vez que fluye de Mí y encuentra su camino hacia un corazón. Puede permanecer latente en un terreno pedregoso por una eternidad, pero con el tiempo echará raíces, por increíble que os parezca. Es la fuerza del amor que emana de Mí, que nunca pierde su efecto, solo deteniéndose en su eficacia cuando encuentra resistencia. Pero como cada ser algún día cederá su resistencia, seguramente llegará el momento en que la Palabra que le he transmitido empiece a surtir efecto.

Y cuando un alma despierta a la vida en el más allá, es decir, cuando renuncia a su resistencia y sigue las enseñanzas y consejos de sus amigos espirituales, entonces todo lo que le fue ofrecido en la Tierra como alimento espiritual, traído por Mí Mismo a través de Mis siervos, también despierta en ella. Entonces la luz empieza a amanecer en su interior, y entonces también reconoce su gran culpa por haber rechazado la Palabra, pues comprende que podría haber logrado mucho más en la Tierra, y la Palabra misma, que una vez rechazó, la juzga.... Su remordimiento es grande, y aun así puede escapar de su estado miserable y ahora también ascender, aunque nunca pueda volver a alcanzar la meta que le fue posible en la Tierra.

Lo que se originó de Mí jamás puede perecer.... Sin embargo, su efecto está ligado al tiempo de ceder ante la resistencia.... Puede surtir efecto pronto y traer al alma una dicha inimaginable, pero también puede tardar un tiempo infinito antes de que se le permita su efectividad, pero no se pierde. Y este conocimiento debería impulsaros, siervos Míos, a una actividad ferviente. Debéis espaciar las semillas que están a vuestra disposición por todas partes; debéis llevar Mi Palabra dondequiera que surja la oportunidad....

Solo debéis pasar por alto a los siervos de Satanás, pues estaríais perdiendo el tiempo, pues su objetivo es oponerme. Están en conflicto abierto Conmigo, y también os atacarán y se opondrán a vosotros, por lo que debéis alejaros de quienes están claramente afiliados a Mi adversario. Pero los reconoceréis, pues no ocultan su rostro cuando se trata de ir contra la luz que brilla desde lo alto hacia la Tierra....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise