Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/6862
6862 “Mesa del Señor”.... Anfitrión divino....
1 de julio de 1957: Libro 73
Dejaos llevar todos a la mesa del Señor, donde Él Mismo reparte el alimento y la bebida que ha preparado para vosotros. Todos vosotros estáis invitados a ser Sus huéspedes, y el Anfitrión quiere complacer a todos, quiere ofrecer algo a todos que no podéis conseguir en ningún otro sitio.... Desea saciar a todos con Su carne y Su sangre, con Su Palabra desde la eternidad, que es esencial para el alma, que le da fuerza y luz, y que solo Él puede ofrecer al alma. Todos vosotros aún estáis son débiles en vuestra alma; necesitáis recibir constantemente un alimento que os fortalece para vuestra tarea terrenal; todos vosotros también sois ciegos todavía en espíritu, tenéis que recibir luz y tenéis que llegar a poder ver de nuevo, para entonces poder reconocer el camino correcto y recorrerlo.
Todos vosotros estáis necesitados y hay que llevaros comida y bebida.... Y el Anfitrión celestial lo reconoce, conoce la necesidad de vuestras almas, y por eso, en Su amor, os prepara un alimento nutritivo y una bebida refrescante que da vida.... Y así, llama a todos a Su mesa, para que participen de lo que Su amor les ha preparado. Él Mismo se entrega a aquellos que quieren celebrar la Cena con Él, pues les concede Su Palabra.... Y Él Mismo es la Palabra desde la eternidad. De ahí Sus Palabras: El que come Mi carne y bebe Mi sangre vivirá para siempre....” Por eso también dijo: “Mirad, Yo estoy en la puerta y llamo.... al que me abra, entraré y participaré en la Cena con él, y él Conmigo....”
Él Se ofreció a Sí Mismo a los seres humanos, porque Él Mismo es el Maná que viene del Cielo, que los seres humanos deben disfrutar, para poder disfrutar de una vida eterna. Pero Él Mismo debe ofrecéroslo, es decir, tenéis que entrar en comunión directa con Él y ahora recibir de Su mano que os dará la vida.... Porque incluso si Su Palabra, el alimento celestial, os es traída por siervos o mediadores, primero tenéis que abrirle vosotros mismos la puerta para que Él pueda entrar y compartir con vosotros la Cena del Señor. Debéis sentaros a Su mesa, debéis ser Sus invitados, pero no dejar que os den de comer en lugares a los que Él no puede acceder o en los que estáis demasiado lejos del Anfitrión, Que os ha invitado a sentaros a su mesa.
Las invitaciones a la Cena del Señor resuenan por todas partes y nadie queda excluido, todos pueden acercarse a Su mesa, porque no se hace ninguna distinción, a todos los necesitados se les da de comer y de beber, y todos los que recorren el camino de la vida terrenal son necesitados. Y verdaderamente nadie tendrá que pasar hambre ni penurias si acepta la invitación que se la hace en cualquier momento.... Porque el anfitrión envía constantemente a Sus mensajeros por el mundo, y éstos hablan a todos los que vagan por el camino. Les enseñan el camino a la casa hospitalaria.... el camino para entrar en el corazón, que solo necesita abrir su puerta para recibir a Aquel Que desea distribuir alimento delicioso y bebida refrescante.
Y todos pueden recibirlo sin límite, porque el mero deseo de ser Su invitado ya es suficiente para que el Anfitrión le brinda una atención especial y le dé lo que necesita para su alma. Y una vez que el alma se ha dejado alimentar en la mesa del Señor, ya no se contentará con otro alimento, siempre volverá a Él, recibiendo constantemente de Su mano el Pan del Cielo, recibiendo la Palabra de Dios de Él Mismo, Quien es la Palabra desde la eternidad y Que se entrega a cada uno que Lo desea a Él y a Su Palabra.
amén
Traducido por Hans-Dieter Heise