Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/6778
6778 El médico de alma correcto....
8 de marzo de 1957: Libro 72
Cada ser humano enfermo necesita medicina curativa si desea recuperarse y fortalecer su cuerpo para poder cumplir con sus deberes en la Tierra.... Y así también, el alma enferma necesita medicina curativa que le dé fuerza para poder cumplir igualmente con la tarea que se le ha asignado para la vida terrenal. Está enferma y débil cuando empieza su vida como ser humano, y tiene un ascenso por delante para el cual necesita fuerza.
(08.03.1957) Por lo tanto, ella debe ser sanada; debe confiarse a un médico y ayudante que conozca sus enfermedades y que pueda administrarle la medicina adecuada para sanarla. Deber comer alimentos nutritivos para fortalecerse y ahora poder completar su ascenso a las alturas. Y solo hay un Médico Que realmente puede ayudarla, Que conoce todos los sufrimientos y debilidades y Que tiene la medicina adecuada para todo: Es Jesucristo, el Salvador y Redentor del pecado y de la muerte....
Sólo hay un alimento sanador que Él da al alma enferma: Su Palabra, la única que pone el alma en un estado que ahora puede recorrer con fuerza el camino ascendente, lo que le permite alcanzar la meta para la cual se le permitió encarnar en la Tierra. Porque esta Palabra es el pan que viene del cielo, que el amor divino distribuye con mano bendita, que verdaderamente sana a toda alma enferma cuando se recibe con gratitud de la mano de Jesucristo.... el Creador y Padre desde la eternidad.... cuando el alma se refresca con ella, cuando verdaderamente disfruta de la carne y la sangre, la Palabra que fluye incesantemente como una corriente de gracia de Dios y que está accesible a todo aquel que siente hambre y sed, que está enfermo y débil y necesita pan y vino para recuperar fuerzas....
Su Palabra es la medicina correcta para su alma enferma, y es fuente de fuerza para el alma sana, pero todavía débil, pues cualquiera que sea la naturaleza del alma humana en la Tierra.... tiene necesidad constante de alimento y bebida, nunca podrá prescindir del alimento, porque está destinada a madurar en la vida terrenal y para ello necesita siempre la fuerza que sólo puede fluir hacia ella a través de la Palabra de Dios.
Y si un ser humano es consciente de su debilidad, si reconoce que su alma está aún enferma y necesita un médico, entonces recurrirá también a Aquel Que le ofrece la garantía de recibir ayuda.... Se encomendará a Jesucristo y pedirá sanación, Le admitirá su debilidad e deficiencias y se apoyará en Él, porque sabe, que encuentra apoyo en Él, que Jesucristo, como médico del alma, también está dispuesto a darle lo que su alma necesita.... sabe que sólo necesita extender Su mano sanadora para que él sane, y que también seguirá dándola el alimento adecuado. Y recibirá Su Palabra, se fortalecerá continuamente con ella y pronto experimentará el efecto de la Palabra divina en sí mismo.... Porque un don divino no permanece ineficaz.
Pero quien no reconoce las enfermedades de su alma tampoco le proporcionará la medicina adecuada, y permanecerá débil y miserable, será incapaz de ascender a las alturas, y además, estará desnutrida, pues el verdadero alimento del alma es solo la Palabra de Dios. Y así puede suceder que un alma, al final de su vida terrenal, sea tan pobre y débil como cuando llegó a la Tierra.... Porque bien puede ser pobre y completamente impotente, pero no puede perecer.... y en este estado, también tiene que entrar en el reino del más allá, donde sentirá amargamente su insuficiencia.
Pero el Salvador de los enfermos y débiles siempre se acerca a los seres humanos, una y otra vez se ofrece a Si Mismo para ayudarlos a recuperarse, una y otra vez permite que la corriente de fuerza de amor fluya a la Tierra, de la cual todas las almas enfermas puedan sacar fuerza.... Y, en verdad, la enfermedad y la debilidad serán apartadas de cada alma que se encomienda al Salvador y Redentor Jesucristo. Y el remordimiento de quienes Lo han ignorado y nunca han recurrido a Su ayuda médica será amargo, pues permanecerán enfermos y débiles y así entrarán en el reino del más allá....
amén
Traducido por Hans-Dieter Heise