Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/6719

6719 Yo mismo vine a la Tierra

20 de diciembre de 1956: Libro 72

Todos los ángeles de los Cielos me alaban y me elogian por haber descendido a la Tierra para redimir a los seres humanos. Resulta que sólo en el Reino espiritual el alma reconoce la Obra de Amor que Yo realicé en vosotros, porque tan pronto como se encuentra en la Luz puede experimentar todo –de modo que también mi Encarnación, mi Obra de Redención en la Tierra– y eso en todo su significado. Y por su amor y sentimiento de gratitud siempre cantará las excelencias del Salvador de la humanidad, de Jesucristo, al que ahora reconoce como su Dios y Padre desde la eternidad, y le está eternamente sumiso en máximo amor.

Únicamente un corazón lleno de amor puede estimar la Profundidad de mi Amor y mi Misericordia que hace falta para descender a la Tierra y entrar en un mundo del odio totalmente falto de amor. Los seres humanos se encontraban en extremos apuros espirituales porque mi adversario los tenía completamente en su poder... los tenía atados, privándolos de toda libertad, de modo que no habrían podido escaparle por propia fuerza...

Pero Yo ví la lucha infructuosa de aquellos hombres que todavía alimentaban una fe en un Dios y Creador - los que por eso le invocaron en sus apuros... Como Yo hace mucho tiempo mediante videntes y profetas había llamado la atención sobre el Mesías venidero, ahora estos hombres esperaban ansiosamente a este Mesías porque todavía tenían fe en Mí.

De modo que Yo les mandé el Salvador desde lo Alto... envié mi Hijo a la Tierra para que Yo luego pudiera tomar morada en Él... para que Yo mismo pudiera hablar con los hombres, para revelarme a ellos... para hacer que sus corazones madurasen, para que me reconociesen, y para que ahora también aprendiesen comprender de qué manera Yo quería hacer que les llegara la Salvación de su desgracia. Porque también ellos pensaban todavía de una manera demasiado mundana... también veían en Mí un Salvador de apuros terrenales pues no eran conscientes de su desgracia espiritual - la que precisamente fue lo que me ha ocasionado a descender a la Tierra.

Por eso, antes de todo, tuve que preparar sus almas mediante mi Doctrina... Los tenía que incitar y exhortar a llevar una vida de amor, y Yo mismo debía darles el ejemplo para tal Vida, para que aumenten en comprensión y para que ahora también pudieran comprender y apreciar el mayor Acto de Amor divino...

Y mi Encarnación en la Tierra se realizó de manera completamente natural. Aun así estaba acompañada de fenómenos milagrosos, los que a todos aquellos cuyos corazones no carecían de amor pronto les regalaron una Luz clara Quién en el Niño Jesús había llegado a la Tierra. Mi enorme Amor y Misericordia se habían buscado una manera para recuperar, para Mí, las criaturas que se habían aislado del todo de Mí... y este camino lo fui Yo mismo en el Hombre Jesús...

Con lo doloroso y amargo que fue este camino, sin embargo, a los hombres esclavizados les trajo la Salvación pues los liberó del poder de Satanás... os recuperó para Mí - a los que queréis que haya Redención para vosotros...

Yo mismo descendí a la Tierra, pero no pude hacerlo en mi Poder y mi Magnificencia porque esto para vosotros los hombres habría significado la perdición total. Por eso, discreto, llegué al mundo en un niño que era y siguió siendo mi envoltura hasta cuando la Obra de Redención estaba llevada a cabo.

Porque en el Hombre Jesús Yo mismo he pasado por la Tierra... Por Amor a vosotros mis criaturas Yo me hice Hombre, para ayudaros a regresar a vuestro Dios y Padre desde la eternidad.

Amén.

Traducido por Ion Chincea