Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/6703

6703 Que el uno sirva al otro. Productos de usura. Profesión

1 de diciembre de 1956: Libro 72

Cada hombre tiene la tarea de asistir a sus prójimos, porque para esto Yo los he acomodado de diferente manera, les he dado diferentes dones, los he aprovisionado de diferente manera y he condicionado su vida de manera tan diferente que una convivencia conveniente de los seres humanos también requiere un intercambio mutuo de los bienes de cada uno.

De modo que cada hombre debe dar al prójimo lo que tiene y lo que al otro hace falta... El uno debe servir al otro... pues esta es la tarea del hombre en su vida terrenal: llegar a la salvación mediante una actividad en el amor altruista al prójimo. Por un lado exijo el amor altruista al prójimo, pero por otro este amor también debe ser reconocido y recompensado de manera justa.

De modo que también toda actividad profesional puede contribuir para conseguir la madurez del alma, si el hombre siempre se esfuerza tanto como posible por servir al prójimo... si realiza su trabajo en todo amor y si con él quiere causar alegría... si ejerce su profesión no solamente por la retribución.

De esta manera una convivencia de los hombres siempre será bendecida, pues esta también garantizará un estado de sosiego y de paz, y una vida en cierto desahogo - si el hombre al mismo tiempo se acuerda de Mí... de modo que el amor a Mí y al prójimo es un hecho visiblemente consumado. Entonces todo se arregla por sí mismo porque los hombres llevan una vida dentro del Orden divino.

Pero ahora los hombres han salido totalmente de este Orden, dado que sus pensamientos y sus preocupaciones sólo ya están dirigidos hacia la acumulación de bienes terrenales, y casi todo lo que hacen carece de amor al prójimo pero abunda de deseos materiales.

Ya no existe un servicio mutuo sino solamente el deseo de enriquecerse a costa del prójimo. Y casi cada profesión manifiesta esta característica... que sólo está considerado como fuente de ingresos, y no por una fórmula de ayudar allí donde el prójimo necesita ayuda. Todo trabajo de los hombres ha llegado a ser un objeto de regateo, e incluso el trabajo para Mí Reino frecuentemente carece de amor altruista, pues también este trabajo frecuentemente está considerado como “profesión”, ejercida por el ingreso que produce.

Donde prevalecen los pensamientos y las preocupaciones materiales, allí no habrá bendición espiritual ni proceso espiritual, de lo que se explica el bajo nivel espiritual en que se encuentra la humanidad en este tiempo final. Es la materia que ocupa el pensar de los hombres, y así mi adversario ejerce toda su influencia en ellos, porque el mundo material es de él, pues toda materia es lo espiritual que se encuentra muy debajo de los hombres - lo espiritual a lo que los hombres aspiran... Si pudieran separarse de la materia, entonces podría manifestarse el amor servicial y una armonía pacífica en la Tierra, y los hombres llegarían a cumplir con su verdadero cometido en la Tierra. Pero el amor entre los hombres se ha enfriado, por lo que mi adversario tiene una gran influencia; y cuanto más cercano esté el final, tanto más aumenta la avidez por bienes materiales. Pero doble es la bendición que llega a los hombres altruistas que se acuerdan del prójimo, poniéndole su fuerza a la disposición. Aunque no acumulen bienes mundanos, pero cuando todo lo terrenal habrá perecido su riqueza espiritual será grande y duradera.

Ya no será por mucho tiempo que los hombres podrán disfrutar de sus bienes, y ¡ay de aquellos que no pueden presentar sino riquezas mundanas! Porque sus deseos por la materia se realizarán... pues ellos mismos se harán materia... y pasarán tiempos eternos hasta que volverán a ser liberados de su cautividad30 - la que tienen que imputar a sí mismos pues se la buscaron tras su libre voluntad... por lo que también fueron atendidos conforme a su voluntad...

Amén.

Traducido por Anonymous